Estrategia, la invitación que recibió el
vicepresidente para visitar a Chávez en La Habana, sin duda que para darle
instrucciones encaso de que haya un rebrote de antimadurismo en la elección de
la nueva directiva de la AN
Con tranquilidad -y pasmosa sangre fría-
recibió Nicolás Maduro la primera ofensiva
que liderada por Diosdado Cabello le lanzó un grupo de generales del
Ejército (el “Grupo de los 8” lo llaman) contra el derecho a la sucesión que le
donó el presidente Chávez en su última visita al país.
Estrategia que terminó por rendir sus frutos
con la invitación que recibió el vicepresidente y canciller para visitar a
Chávez en su lecho de enfermo en La Habana el viernes en la tarde, sin duda que
para ratificar la sucesión y darle las instrucciones sobre la política a seguir
en caso de que haya un rebrote de antimadurismo en la elección de la nueva
directiva de la AN el próximo 5 de enero, o si se tratara de desconocer su
derecho a sustituir al presidente una vez se vote su ausencia temporal o
absoluta 5 días después.
Ante esta eventualidad es evidente que
Cabello juega con una carta fuerte, como es aparecer como el más apasionado
defensor de los derechos de Fernando VII, cuyo trono no podría ser usurpado, no
solo en España sino en Venezuela, y Maduro con el mandato del propio rey que le
ordena ocupar el trono, pero no como usurpador, sino sucesor legítimo.
Posturas que condicionan las fases y giros
que han ido tomando las estrategias de uno y otro pretendiente, Cabello
empeñado en que la toma de posesión del presidente Chávez se aplace
indefinidamente para que de lugar a una vacatio legis presidencial que le
permita al teniente coronel, y al
generalato del Ejército, ocupar progresivamente el poder, y Maduro apresurado en
que se declare cualquiera de las “ausencias” para empezar el proceso que lo
convierta más temprano que tarde en el presidente constitucional de los
venezolanos.
Era difícil que la alta oficialidad del
Ejército (pero sobre todo los generales de origen, formación y vocación
chavistas, como los del “Grupo de los 8”),
aceptara a un presidente que no fueran Chávez o Cabello (el oficial que
sirvió por años como bisagra entre Chávez y la FAN) y fue esta ventaja comparativa
la que aprovecho el teniente coronel ® y presidente de Asamblea Nacional, para
desafiar el “testamento oral” que lo desechaba para la sucesión y se la cedía a
un civil.
Por eso, durante dos semanas habló fuerte, no
acató las instrucciones que le dio Raúl Castro durante su primer viaje a La Habana para que bajara el tono, y continuó
vociferando a su regreso, como si fuera el jefe de un grupo chavista opositor.
Pero todo hasta que Maduro recibió
recientemente instrucciones de Cuba para empezar a dirigir sus discursos a la FAN, y en especial al
Ejército, y dejar traslucir la idea de que no era el presidente de la AN quien
podía erigirse en defensor de sus intereses, sino él, el vicepresidente,
canciller y sucesor del presidente Chávez.
Y fue así cómo, la aun “no autenticada” carta
de Chávez a la FAN con motivo de la salutación de fin de año, fue leída por
Maduro y no por el ministro de la Defensa, Molero, y mucho menos por Cabello,
pasando el vicepresidente y canciller a comportarse como el nuevo “comandante
en jefe de las FAN”.
Pero hubo más: desde la lectura de la
presunta carta de Chávez a la FAN,
Maduro ha incorporado el tema de las FAN y el Ejército a su discurso,
presentándose como el defensor de sus intereses por instrucciones del
presidente, tal se vio en las palabras que pronunció en Margarita con motivo de
la toma de posesión del general y exministro de la Defensa, Calos Mata
Figueroa, a la gobernación.
Lo cual hace suponer que, no son solo
discursos, sino que contactos y reuniones que se vienen realizando entre el
representantes del “madurismo” y los militares del Ejército, a fin de limar
asperezas y hacer digerible la transición que convertiría a Maduro en el nuevo
presidente constitucional de la República.
En cuanto a Cabello, no hay dudas que lleva
48 horas asimilando lo que puede calificarse como la pérdida del primer rounds
en su lucha por evitar que el sucesor de Chávez sea un civil y no un militar, un revolucionario
imberbe el 4 de febrero del 92 que lo más seguro es que no supiera que existía
un venezolano llamado, Hugo Chávez, mientras el teniente coronel, Cabello,
salió a arriesgar el pellejo.
Lo que es más, cuya ascensión al trono fue
promovida por el liderazgo cubano, los hermanos Fidel y Raúl Castro, quienes
mantienen a distancia a los militares de academia venezolanos y dicen que
prefieren verlos fuera, que dentro del Ejército.
Que incluso le han recomendado a Chávez
retirarlos progresivamente de la FAN, para darle oportunidad a oficiales de
carrera más irregular e identificados con la reserva y la milicia.
Unas 48 horas amargas en las cuales Cabello
se ha reducido a desplegarse como el gran defensor de los derechos de Fernando
VII, diciendo que “acepta a Maduro por que sería el mejor defensor de la
revolución” y que no pierde oportunidad para pedir mano dura contra la
oposición que llama “la derecha”, o de oponerse a una Ley de Amnistía que
libere a los presos políticos.
En otras palabras, que el propio duro, el
mismísimo “más papista que el Papa”, el Stalin tropical que dice recoger el
legado de Lenin como su más fiel, discípulo y seguidor, cuando lo que busca es
construir el suyo.
Pensamientos, palabras y obras para poner
nerviosos al chavismo blando, a la oposición, a todo el país, por cuanto, lo
que anuncia es un chavismo sin Chávez desgarrado, fragmentado, en vías de
desintegración y que no tendría empacho de recurrir a las armas so pretexto de
que son los fundamentalistas de la revolución en lucha contra los infieles.
Y que facilitan, obligan a un diálogo entre Maduro y la oposición, entre
los blandos de los dos lados, como ya se siente en declaraciones de factores
opositores como Julio Borges, y el largo silencio que desde el comienzo de la
crisis guarda, José Vicente Rangel.
Clima de incertidumbre entonces, de
sorpresas, confusión, quiebres, ambigüedades y de signos indescifrables que no
podrán leerse sino como dijo Maduro: “El próximo 10 de enero”.
manumalm912@cantv.net
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