lunes, 10 de diciembre de 2012

CARLOS BLANCO, "LOS CIVILES ESTÁN OBLIGADOS A DIRIGIR LA RESOLUCIÓN DE LA CRISIS QUE VIENE", TIEMPO DE PALABRA

PRESIDENCIA INTERMITENTE
En esta columna no se hacen diagnósticos médicos a domicilio, pero en Venezuela se vislumbran nuevas elecciones si el Presidente carece de condiciones para ejercer de forma permanente. 

Sus ausencias frecuentes indican que tendrá que dedicar cada vez mayor tiempo a los temas de su salud, más aún si sólo confía en el Gabinete del doctor Castro. Sus reapariciones preceden nuevas desapariciones. Su estado de salud es exigente y sin hacer pronósticos, parece evidente que cada vez más desatenderá su oficio presidencial. Por cierto, resulta grotesco que Elías Jaua se promueva como candidato en Miranda sobre la base de que el estado necesita un gobernador a tiempo completo -según él, Capriles no lo sería- y no advierta que ese argumento es raro cuando su jefe ejerce la presidencia así como a destajo, en días feriados y fiestas de guardar.
EFECTOS DE LA AUSENCIA.
Chávez no está ni siquiera cuando está. Su concepción de la presidencia, ejercida como capataz de finca, ya no la puede ejercer del mismo modo. Poco a poco se convierte en una referencia elusiva para los suyos: sus capacidades de decisión disminuyen, sea porque atiende otros asuntos, sea porque sus subalternos han pasado a decidir temas y cargos; con éstos, en forma lenta y sostenida, han armado sus propios clanes internos, con recursos e ideas sobre cómo manejar la herencia, ahora en sorda disputa.
Chávez se ha ido transmutando en una excusa. Todo se hace en su nombre pero ni se entera. La desinstitucionalización masiva del país hace que no valgan leyes, ni patrones culturales, ni hábitos organizacionales, ni valores, sino la decisión del jefe o -ahora- de quienes quieren sucederlo.
Esta ausencia periódica de Chávez no sirve para afrontar la crisis económico-financiera, política y social, que las ejecutorias de su bochinche han propiciado. Alguien tiene que hacerlo y, por esta razón, un mutis del jefe una vez cumplida su misión de portaviones, puede crear condiciones para que se retire al dique seco a realizar reparaciones mayores. Entiéndase que ni siquiera se habla aquí de la falta absoluta del Presidente, sino de la falta intermitente que, en términos prácticos, se hace absoluta. En estas condiciones una nueva elección se pondrá a la orden del día. Ninguno de sus lugartenientes tiene la legitimidad y desde luego tampoco el liderazgo para quedarse de facto con el cargo de Presidente.
Un tema adicional es el impacto financiero de las ausencias y resurrecciones del caudillo. Los valores de la deuda se mueven mucho con esa dinámica. Si alguien maneja en forma privilegiada esta información se puede hacer rico en un santiamén. ¿Lo sabe Chávez?
IMPACTOS DE ESA HIPÓTESIS.
No se ignora que puede existir la tentación de mantener el statu quo de manera indefinida. Si Chávez entra y sale de la cámara hiperbárica, y Nicolás Maduro ejerce la presidencia bajo la mirada vigilante de Diosdado Cabello, puede tratar de prolongarse una situación provisional "permanente". Si ocurriera la falta absoluta, los que tengan la sartén por el mango podrían tratar de guaralear la situación para demorar la convocatoria electoral. Sin embargo, si se llega a establecer la idea generalizada de que el Presidente no está en condiciones de ejercer su cargo, las dos facciones básicas dentro del oficialismo se pondrán en movimiento. Nicolás Maduro y Diosdado Cabello inevitablemente disputarán la sucesión, entre otras razones porque las fuerzas que se han agrupado alrededor de cada uno lo demandarían.
En el campo de la oposición las cosas no estarían mejores. Podría haber quienes consideren conveniente negociaciones con el Gobierno para obtener cargos, y prolongar la situación sin una convocatoria electoral inmediata; pero, si la sucesión se pone a la orden del día porque la intermitencia se agudiza, es casi inevitable que en el mundo democrático se genere una poderosa corriente favorable a una nueva elección presidencial, aunque, en condiciones electorales totalmente distintas a las que han prevalecido.
El problema de la selección del candidato opositor se plantearía de nuevo, ahora con el peso muerto de la derrota del 7-O y del impacto que tendrá el resultado electoral del 16D. Lo que es cierto es que el juego estaría abierto de nuevo. Habría quienes podrían decir que ese problema se resolvió con las primarias; sin embargo es obvio estas fueron para un evento que ya concluyó; además, con la derrota. Habría que articular un nuevo acuerdo político, tal vez más complejo para vencer la tentación de ver los mangos bajitos, que determine cómo se escogería el candidato presidencial opositor. Es obvio que los marginados y excluidos del proceso anterior tomarían las salvaguardas para que esa situación no vuelva a presentarse.
LO QUE SE ESTÁ HACIENDO.
El Gobierno no ha podido "cobrar" todo lo que obtuvo el 7-O. Las cuentas fiscales, el reclamo popular y la salud de Chávez han minado entusiasmos celebratorios y perspectivas de un imperio bolivariano de mil años. El tiempo se le ha puesto chiquito a Chávez y al proceso que encabeza. No quiere decir que la oposición democrática esté mejor; ya se sabe que viene de lo que fue una derrota imprevista para la mayoría opositora, que podría paliarse el 16D o profundizarse si el resultado es adverso.
Esta crisis no tiene centros de resolución, al menos que sean evidentes. El país puede enfrentarse a una situación que sea la desaparición progresiva del papel de Chávez, el intento de sus lugartenientes (desde luego con las resoluciones ad-hoc del TSJ) para mantenerse al mando, una catástrofe económica y financiera, una oposición averiada, la demanda de un nuevo liderazgo, todo lo cual en el marco de una creciente protesta social. La tentación del gobierno es la de meter en su dinámica de falso diálogo a factores de la oposición, como en el tema comunal. Deberá recordarse que este régimen sólo se acuerda de Santa Bárbara cuando truena; que el diálogo es hoy un tenteallá que sólo podría ser factible, deseable y productivo con una agenda clara e interlocutores reconocidos por ambos sectores en pugna.
2013. Acá se ha sostenido que la crisis que pretendió resolverse con la elección presidencial de 2012 y el coletazo de la elección de gobernadores, en realidad pareciera que va a vivir su máxima intensidad en 2013, y entonces podría resolverse. Se plantea hacer un esfuerzo por comprender los factores en juego, eventualmente promover entendimientos transparentes que hagan viable esta transición que ya tiene un tiempo de haber comenzado. De lo contrario, aunque nadie lo promueva o quiera, y sin que tampoco ellos lo quieran, los militares podrían verse apremiados a intervenir. Los civiles están obligados a dirigir la resolución de la crisis que viene. Es su deber.
Twitter @carlosblancog

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1 comentario:

  1. El papel lo aguanta todo, y la mente o la facultad de pensar y analizar nos resulta cautivante e indetenible; más allá de eso todo queda en conjeturas y supuestos, que sólo cada día contará. No existe (conjúguelo en todos los tiempos que quiera)la posibilidad de comprensión alguna o mejor dicho aceptación de un regimen dictatorial/comunista con el que se llegue transparentemente a ningún acuerdo. Ojo! que la intensificación de las protestas sociales son justamente del lado del gobierno. Y sí, los civiles (como es de costumbre histórica) estamos llamados a acelerar la recuperación de la democracia y libertad, con dolor o sin dolor.

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