martes, 27 de noviembre de 2012

MAURO PARRA, PAIS CORRUPTO

Dios dijo: “No temáis. Estoy contigo”. Y Timoteo, según las Escrituras, asevera: “Dios no nos ha dado un espíritu de temor y timidez sino de poder, amor y autodisciplina”.
Creemos sin duda, algunos de mis amigos y yo, que nuestro pueblo vive en un medio de incertidumbres, miedos o de algo indiscernible a la mayoría, que pueden  atribuirse a factores y actitudes  diversas, como por ejemplo,  ¿el gobierno?,  ¿la dictadura militar?, ¿el comunismo?,  ¿el narcotráfico? o ¿las pandillas armadas que amenazan con matarnos o secuestrarnos si no les damos el celular, el reloj o los zapatos de trotar? 
Es una percepción generalizada en muchos venezolanos y  constituyen la gran preocupación que nos invade en el día a día. Asimismo,  pensamos que todos esos componentes inducen muy variadas formas de temor y en cierto modo nos estamos acostumbrando a dejarlas pasar con la esperanza de no tener el ticket perdedor, campantes  ante la indefensión.  
Pero esto no es todo cuanto de malo sucede en el país.
Como si lo de arriba fuese poco, aquí se destila algo peor. Imperando en sumo grado, la corrupción se ha enraizado en todas las esferas de la sociedad venezolana -con honrosas excepciones. Refulge sin contención en instancias del poder, ejecutores de la ley, empresarios, tinterillos,  quienes requieren servicios y quienes los prestan se  esquilman entre sí según el caso y pare usted de contar porque la lista es abrumadoramente larga. En amplios términos es igualmente corrupto quien corrompe y quien se deja corromper. La corrupción en nuestro país es compuesta y general, presenta diferentes facetas y todas se nutren del cofre nacional por excelencia.  Muy notable y reciente es la campaña electoral de este año en la cual se dilapidaron enormes recursos para promover imágenes y engañar o corromper a los electores ante la realidad de las muchas deficiencias que sufren los venezolanos de a pie con respecto la carencia de una diligente atención médica, aceptable educación pública, infraestructura operativa y un extenso temario de otros descalabros componentes de la desidia oficial.  La corrupción es la raíz de casi todos los males que estremecen a una sociedad libre, provocando pobreza, desempleo, analfabetismo –no es suficiente saber leer y garabatear- y crímenes sociales.
En el 2011 Transparencia Internacional colocó a Venezuela en grado 2 de corrupción en una escala cuyo óptimo número es  10, y en cuanto  al orden mundial la ubica en el puesto 173 de 180 países, casi en el último puesto. Esto indica que vivimos en una de las naciones mas corruptas del orbe, donde aritméticamente el 80% de los habitantes mayores de edad esta viciado de crímenes contra la cosa pública y sólo un 20% esta libre  del estigma de robarse lo que pertenece a la Nación.
Para revertir los graves inconvenientes que causan la corrupción, primero debe existir su reconocimiento oficial, el deseo de combatirla y la búsqueda  de  eliminarla en lo posible de la sociedad, una tarea de inmensas proporciones. La educación completa y extendida, la estabilidad de las escalas de salarios, readmitir el mérito, promover las inversiones de capital y la creación de empleos, así como la autodisciplina de Timoteo, son elementos que conducen y arraigan el concepto de vivir en libertad, sin la sombra de este ruinoso malestar, supuestamente inducido a conciencia del poder en Venezuela.
jmpzc@yahoo.com

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