Nos quería mucho, nos amaba, era puro corazón
de la patria, pero sólo hasta el día de las elecciones. Me recuerda a los
gatos, que nos ronronean y hacen fiesta hasta que le damos comida. La verdad,
lo prefiero escondido y silencioso. Comienzo a olvidarlo.
El presidente comandante que llenaba la
televisión para informarnos de cuanto hacía –sin que eso se pueda considerar
campaña electoral- ahora no tiene nada que contarnos. Ya no inaugura un
Mercal, o coloca la primera piedra de
las obras que nunca saldrán adelante. Ganó las elecciones ¿para qué seguir en
campaña? Esa mentira que nos hacía ver que sus cadenas no eran campaña
electoral, no era verdad.
Ahora nos empujan el corazón de la patria en
cada candidato a Gobernador. Políticos y militares recalentados, provenientes
de fracasos, en camino a nuevos fracasos.
Las mismas caras con sombreros
nuevos, contando los mismos cuentos, bordados de nuevas promesas. Las promesas
de otros tiempos ya se olvidaron. Los incumplimientos de sus pasados mandatos
quedaron atrás, para ahora reverdecer con caras frescas a contarnos todo lo que
construirán si los elegimos de nuevo.
Saben algo, el corazón no alcanza para
todos. El corazón era de Chávez, no de sus candidatos.
Tamaña farsa la de un pueblo que gobierna, que
ni siquiera puede decidir por quién votar, pues el dedo de Chávez lo decide
todo. Esta, que cacarea ser la democracia perfecta, se llena la boca de pueblo,
mientras permite los desmanes que suceden en las cárceles de Venezuela, la
violencia de los barrios y la cara dura de unas autoridades electorales que
juegan pegado al gobierno, permitiendo que pisoteen las leyes y la
Constitución. El rostro de las mujeres de la revolución es un poema, cuando se
hacen las suecas ante las denuncias de la juez Afiuni. Para eso hace falta una
denuncia, para poner presa a la Doctora que operó –con muerte súbita- a una
revolucionaria, sólo hace falta la noticia.
No hay dólares, no hay viviendas para alquilar,
no hay harina de maíz, pero tampoco han resuelto el problema de la inseguridad.
Aceptan –al tiempo que voltean las caras- que los invasores acaben con la
esperanza del que tiene algo y se hacen la vista gorda ante los reclamos de un
pueblo que todos los días sale a protestar a lo largo y ancho de Venezuela.
Este próximo diez y seis de diciembre nos vamos
a sorprender nosotros mismos de los resultados electorales. Ese domingo
recuperaremos el ánimo y celebraremos una Navidad llena de esperanza. Las
grandes guerras se ganaron después de perder muchas batallas. Pregúntenle a
Bolivar cuantas veces regresó del terreno con más muertos que vivos y repasen
la historia de cualquier país, en su lucha por la libertad. La libertad se
construye con el largo plazo, pues se
logra para el largo plazo. La libertad que necesitamos, la luchamos para
nuestros hijos y nietos. Que nadie desmaye, ahora es cuando.
@pereiralibre
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