El territorio es un elemento primordial de los Estados, y el Esequibo representa la reivindicación más significativa aún pendiente en la geografía venezolana.
Lo
último que debe ocurrir en un país es que sus ciudadanos y gobierno olviden los
mandatos de su historia, desconozcan sus fronteras físicas, atenten contra sus
sagrados intereses, aquellos que son el fundamento mismo de la Nación. El
territorio es un elemento primordial de los Estados, y el Esequibo representa
la reivindicación más significativa aún pendiente en la geografía venezolana.
El 18 de noviembre de
1850 el Gobierno Británico, luego de sostenidas exigencias diplomáticas de
Venezuela, asumió formalmente el compromiso de “no ocupar ni usurpar el
territorio disputado”, lo cual impedía realizar nuevos avances, tal y como lo
ordenaba la buena fe, la amistad y el derecho internacional. Los ingleses
quebrantaron tal pacto y fueron despojando injustamente a Venezuela del
Esequibo.
Así como el
arbitrario poblamiento, la presencia de exploraciones, el trazado de líneas y
de mapas, la colocación de indebidas señales, el pronunciamiento de sentencias
viciadas fueron actos realizados en nuestra contra por el gobierno inglés,
igualmente lo constituyen el otorgamiento de concesiones y otros hechos
impropios ejecutados por Guyana, que el gobierno de Venezuela no debe tolerar.
La lucha contra
España para penetrar en el Caribe y en el norte del continente por parte de los
holandeses fue tenaz en el siglo XVII. Sin embargo, el Tratado de Extradición
entre España y Holanda de 1791 reconoció a la “colonia del Orinoco” como parte
del territorio hispánico que lindaba hasta el Esequibo.
Cuando la
Constitución de 1811 consagró como nuestro territorio el de la Capitanía
General de Venezuela (1777), que alcanzaba por el oriente el margen izquierdo
del río Esequibo, no hizo sino reconocer aquel derecho que España había creado
y sostenido. Juan de Guillelmi, Intendente de Caracas, informó sobre la
construcción de un fuerte y el establecimiento de una villa de españoles en la
confluencia de los ríos Curumo y Cuyuní, hasta los confines de la colonia
holandesa del Esequibo. Por su parte, don Vicente de Emparan informó a las
autoridades españolas los intentos ingleses de desestabilizar la isla de
Trinidad y las provincias de Cumana, Guayana, Barinas, Venezuela y Maracaibo
para controlar el comercio de estas regiones. Los ingleses desplazaron a
Holanda en sus intereses comerciales en el Caribe desde finales del siglo XVII
y afirmaron su dominio en la zona.
Miranda, en 1799,
publicó bajo el patrocinio inglés un mapa que incluía como nuestro el Esequibo.
En 1822, Pedro Gual instruyó a Revenga, por órdenes de Bolívar, denunciar ante
Inglaterra la usurpación de “colonos del Demerara y Berbice”. Igualmente, esa
Nación aceptó nuestro derecho sobre el Esequibo cuando reconoció a Colombia por
gestiones de Zea en 1825 y a Venezuela, gracias a Montilla, en 1834. Alejo
Fortique hizo retroceder la ambición británica sobre el territorio, e incluso
Lord Alberdem le ofreció “una línea desde el río Moroco”, pero la muerte
sorprendió a nuestro diplomático en Londres en el año de 1845.
Era la patria ilustre
opuesta al despojo colonial, que se debe resolver sin afectar los legítimos
intereses de Venezuela.
jose felix diaz bermudez
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