martes, 30 de octubre de 2012

(OLGA K), OLGA KRNJAJSKY, POR UN VOTICO, PARADOJA DEMOCRÁTICA,

Erase una vez una fina damisela cuyo carruaje perdió la ruta y se averió en el arrabal. Escandalizada, se hacía cruces porque había prostitutas (válgame Dios!), drogadictos tirados en la acera, niños hambrientos mendigando y ladrones jalándole la cartera, cloacas infectas salpicando sus delicadas zapatillas, ratas del tamaño de un gato y …para los que quieran abundar en la descripción, repasen a Víctor Hugo (el de “Los Miserables” porsia…no sea que alguno confunda Hugos). 
Volvamos a la damisela. 

Tan turbada estaba por la visión que, en lugar de buscar una salida se entregó al llanto desconsolado. 

¡Ay, ay! Ay de mi! Gimotea. Por qué a mí? 

Saca su pañuelito de encaje de Bruselas con enguantada mano…y sigue sollozando. 

Mientras solloza el delicado ruedo de su vestido se llena de lodo y orines, pierde la compostura, el peinado y le arrebatan la cartera. Se deja caer desfallecida en la acera inmunda. 

Su Cochero la insta con urgencia a caminar. 

-Vamos señorita…en dos cuadras salimos de aquí. Levántese y caminemos de prisa. Y le tiende la mano. 

Pero la damisela, tan fina ella, tan delicada ella, lo mira arrogante desde la altura de su condición (¡) y le espeta ruda negándole la mano 
- ¿No ves acaso que estoy llorando por mi inmerecida desgracia? Ocupa tu lugar Cochero, le grita a modo de insulto. Es tu culpa que el carruaje se haya averiado. 

El Cochero, ignorando la acusación injusta, insiste. 
-Son apenas 200 metros señorita. Póngase de pie. Yo la ayudo. Salgamos de aquí. Todavía estamos a tiempo antes de que nos rodeen. 

-¿Quien te has creído insensato? Replica la damisela enfurecida. Déjame llorar que es lo que exige la circunstancia y sobre todo mi condición. 

En señal de desprecio, deja al Cochero con la mano extendida y clama al cielo-eso sí, con finísima dicción- ¿Por qué? ¿Por qué a mí? Yo no merezco esto! Solloza y su llanto se pierde entre risas de borrachos, gritos de peleas y los ruidos del arrabal y sus alimañas que los van cercando. 

El proxeneta de la cuadra observa en silencio. Calcula, salivando de gusto, lo bien que cobrará por esa piel tan blanca, por ese cabello tan brillante, por ese cuerpito tan deseable… 

Las prostitutas, que saben que en el arrabal no existe la Piedad, calculan a su vez cuantos “clientes” tomará para que la deseable y tonta damisela accidentada se iguale a ellas y deje de ser competencia en el oficio. Redondeando el cuadro, surge de las sombras el truhan oportunista que ve la ocasión perfecta para medrar de todos. Con voz ronca anuncia su negocio 
_Cooooorran las apuestas! ¿Se rendirá el Cochero? ¿Entrará en razón la damisela? …Hagan sus apuestas! 

Arrugados billetes salen de los bolsillos cambiando de manos y el arrabal y sus alimañas se entregan a la distracción. 
-A que el Cochero la carga, grita una voz. 
-A que el Cochero la deja, apuesta otra. 
-A que la damisela se levanta. Se oyen pitas. 
-A que la damisela se muere. Suenan las rechiflas. 
-A que la damisela se jode por tonta. Y todos aclaman. 
-A que se joden los dos: el cochero y la damisela. Los aplausos se convierten en un rugido que hace recordar la espeluznante risa de las hienas. 

En medio de risotadas y bullicio todos la emprenden contra todos a codazos, empujones y zancadillas para llegarle al truhan con su billetico sucio y arrugado…a nadie importa ni el llanto de la dama, ni el noble apuro del Cochero por salvarla. Ahora solo importa la apuesta. Así sobreviven las alimañas. 

Una rata encuentra su camino entre las blondas y el grito de la damisela se perdió confundido entre risas de borrachos, gritos de peleas y los ruidos del arrabal. Alguien cobró la apuesta. 

La historia de la Damisela y el Cochero viene muy al caso. 
Venezuela es un coche averiado en un arrabal. 

El tema de las ilegales migraciones del CNE tiene mil aristas a cual más sórdida –cual corresponde al arrabal -. Pero les voy a hablar de una sola. La que da título a esta nota. 

¡Por un votico! 

Por un votico, uno solo, el oficialismo, tan dueño de los recursos, tan impúdico en el ventajismo, está dispuesto a hacer cualquier cosa para no perderlo. 

Para que Aristóbulo vote por Aristóbulo. 

Para que Rodríguez Chacín vote por sí mismo. 

Debería dejar una línea de silencio para que la idea cale en lo más profundo de vuestra psique: 

“Para que Aristóbulo vote por Aristóbulo” 

Pasada la indignación razonable, de seguro ninguno de mis lectores sostendrá hoy que esos 180 migrados variarán el resultado electoral. O si? ¿Creerá algún incauto que el voto de Aristóbulo, aun incluida su familia, busca voltear por su efecto individual el resultado en Anzoátegui el 16-D? 
Lo que sí variará el resultado electoral, no sólo en Anzoátegui sino en todo el territorio nacional, es el efecto damisela que procura y persigue el nuevo abuso, la nueva arbitrariedad, el nuevo ejercicio de ilegalidad. 
Eso y no la migración es el tema. 

Las alimañas de albañal jamás ayudarán a que nadie salga del arrabal, por el contrario atraparán a todo el que se deje para hundirlos en su misma miasma. Y la celebración será doble si además la víctima, como la damisela de la historia, coopera con su propia perdición. 

El 16-D quienes dejen de votar, sépanlo, serán las damiselas ridículas de la historia, sentadas en la acera infecta, cuyo grito al colarse la rata entre sus blondas, será ahogado por el festejo de las alimañas que apostaron a su torpeza. 

Por idea en contrario, cada voto que el 16-D impida la llegada de un Aristóbulo, un Rodriguez-Chacin o cualquiera de los truhanes del albañal es un paso hacia la salvación. La propia y la del terruño que amamos. 

Sépase, no se trata sólo de votar porque somos demócratas. El voto del 16-D es para impedir que lleguen los gobernadores rojos al poder. Si, dije im-pe-dir. La única ruta de escape del albañal en el que nos quieren mantener está en nuestras manos. El voto. Ahora te pregunto qué harás tu: llorar o votar? 

Es hora que las damiselas asuman que no estamos en un país. Estamos en el albañal del arrabal. 

… agazapados verán también a los truhanes que medrarán de la estupidez de todos. 

Pero hay 24 cocheros que nos están tendiendo la mano. 
Yo la tomo. Yo voto. 


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