Son tres palabras que cada una de ellas es de primordial
importancia en la vida de todos y cada uno de los venezolanos. Y que, como
frases, representan el único camino para los que habitan bajo el mismo techo de
Venezuela.
En este momento, la mitad de la población, según el resultado
electoral anunciado el 7-0 en horas de la noche, está apesadumbrado. Y somos
parte de los convencidos de que parte de la otra mitad, también está triste:
está cansada de tanta violencia, de tanto miedo, de tantas amenazas y, sobre
todo, por los resultados a la vista de esta gestión de casi 14 años.
Es verdad que una parte de la población votó por el candidato
que optó a la reelección. Pero lo hizo con base en una oferta de continuar
recibiendo algo regalado: una casa, un dinero, una lavadora, un televisor. En
fin, algo. ¡Qué triste que nos hagan esto¡. ¡Qué triste es el abuso que se
comete con unas personas que no se dan cuenta de que los están comprando, aunque
peor es ver que esas personas no se den cuenta que eso es sólo pan para hoy y
miseria para mañana¡.
Es importante acotar que en donde más votos obtuvo el
candidato a la reelección, fue en las zonas rurales y en las barriadas donde
hay más pobreza, violencia, ignorancia y necesidades. Es decir, donde habitan
las personas más fáciles de engañar. Esto no es un comentario peyorativo: es
sólo una realidad que denota que en las ciudades donde conviven lo ciudadanos
más preparados, donde son menos proclives al engaño y están más conscientes de la
realidad, de las necesidades y los peligros que les acechan y buscan mejores
opciones de vida, las respuestas obedecen a otros postulados; son, en fin, los que no
ocultan su cansancio ante tantos engaños y que apelan al derecho al voto, para
demostrar que no están dispuestos a continuar respaldando una gestión que
únicamente ha conducido al deterioro
galopante de la Nación.
Todo
esto nos conduce a pensar en que al obtener el voto de casi la mitad de los
votantes venezolanos -no obstante contar con el grotesco ventajismo en favor
del candidato a la reelección- y conscientes de que si las elecciones hubieran
sido apegadas al estricto cumplimiento de las leyes, de igual a igual, el
resultado hubiera sido distinto.
La
mayoría de los venezolanos quiere un
cambio, la UNION ,
en procura de la paz y de la seguridad. Y que ante esa necesidad que se expone
abiertamente, y cuando ahora más de 17 millones de ciudadanos se preparan para
la próxima contienda electoral, es indispensable hacer lo que sea en procura del
fortalecimiento de la unión, sin que ningún interés mezquino o particular prive
sobre el beneficio de los intereses nacionales.
A
los venezolanos, nos corresponde agotar toda nuestra capacidad a favor del
entendimiento, y eso comienza por ir al próximo evento con la tarjeta única,
sin ventajas para ningún partido político, compartiendo equitativamente todos
los recursos que estén a la disposición. De actuar con base en dicho propósito,
esto nos pondría, definitivamente, en la senda de un seguro triunfo electoral, y
con la alternativa bien fundamentada para encaminar a la nación rumbo a un
nuevo destino en beneficio de todos los venezolanos.
Es
cierto, entre quienes optamos y siempre optaremos por la alternativa democrática,
todavía existe una condición de desánimo provocada por la derrota del pasado
7-0 en una contienda desequilibrada, asimétrica en el cumplimiento de las
normas legales que la regían. Pero hoy no nos debe animar otro sentimiento que
no sea el de perseverar. Hay que analizar lo que dejamos de hacer; cuáles
fueron nuestros errores y nuestras debilidades. Hay que preparar mejor a
nuestra gente para defender el voto en las mesas. Nada de triunfalismo. Se debe
fortalecer el programa de padrinos de mesa; maximizar el uso de los recursos
disponibles. Cada partido debe mover su maquinaria eficiente y conjuntamente
como parte de un todo: somos un solo equipo y, además, somos la mayoría. Hay
que resistir y vencer la principal estrategia de quienes no descansan en su
propósito de dividirnos. No caigamos en ese juego. Se debe recordar, tener
presente el dicho de que " Divide y
Vencerás " . Eso es realmente cierto. Unidos seremos invencibles. No podemos
caer en el pesimismo; mucho menos, en la desesperanza. La PERSEVERANCIA es lo que
nos permitirá luchar y vencer. De no asumirlo así, es imposible lograr nada.
Han
transcurrido 13 difíciles años. Hemos vivido experiencias que nunca nos
hubiéramos imaginado. Pero resulta
inadmisible que un país que ha contado con tantos recursos financieros, con
ingentes recursos naturales, y que goza de la ventaja de que su principal -o
prácticamente único producto de exportación- el petróleo, pasara en un breve tiempo de venderse de $ 7 a $ 110 por barril, es decir,
que se incrementara en 15 veces su valor. Pero, además, que aun habiéndole
permitido a Venezuela acceder a cantidades de dinero mayores que la que se
requirió para reconstruir a Europa después de la segunda guerra mundial, el
país esté como está: en unas sorprendentes condiciones de destrucción. Pero hay
un futuro para todos, y él nos dice que tenemos que cambiar el rumbo; que
podemos reconstruir el país; que nuestro mayor enemigo y principal fantasma a
vencer es la pobreza, único sostén de este régimen. Mientras más pobres, más
ignorancia; más facilidad para engañar.
Dejar
de ser un país con aspecto de pobreza extrema y combatir las causas para que
más del 70% de la población siga siendo pobre, es el gran reto. Todo nuestro
mayor esfuerzo debemos ponerlo en una guerra contra la pobreza. Ser pobre es
malo y si prometemos y logramos el
bienestar de muchos, minamos las bases del actual régimen. Los recursos existen.
Contamos con una población capaz. Es verdad, en estos 13 años se nos fue mucha
gente a otros países, pero ellos se han preparado: muchos se quedaran en donde
hoy residen, pero, seguro, la gran mayoría regresará, motivada por el deseo de
formar parte de esa generación que nuevamente tendría la oportunidad de
trabajar y hacer futuro en la tierra de las oportunidades. Tengamos fe en que
esto es posible. Y que el gran secreto del triunfo está EN LA UNION , EN LA PERSEVERANCIA y EN LA FE.
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