lunes, 3 de septiembre de 2012

FERNANDO FACCHIN B., VENEZUELA: UNA TRAGEDIA

 “Si nuestra historia es nuestro infierno, no podemos apartar la vista de ella. Este horror no puede ser eludido sino asumido para superarlo, por los mismos que lo han vivido lúcidamente, no por los que, habiéndolo provocado, se creen con derecho a juzgarlo.” Albert Camus (El hombre rebelde).
Luego de la explosión de Amuay, la deshonestidad oficialista busca convencernos que ellos no son culpables de la tragedia que vive el país. Lo propio de esa tragedia es que el saliente se enfrenta a un destino inevitable, una anunciada tragedia política. 
El tiempo se le agotó y por delante lo único realmente relevante es la venganza contra el país por el resentimiento que le produce saber perdido el poder y será capaz de hacernos un enorme daño antes de entregar la presidencia. En el país todos los días suceden cosas que están ligadas con la tragedia y con la muerte, ya sea accidental o provocada. Amuay nos demuestra, una vez más que el país está en crisis, que requerimos un cambio político urgente o esperamos un nuevo Dante que narre nuestra tragedia.
El chavismo es una tragedia que carcome la moral y los principios básicos de la estabilidad, la convivencia y el bienestar social en su afán de mantenerse en el poder y para ello recicla sus mentiras, lo que sólo caracteriza a las dictaduras, un maquillaje ficticio para tratar de justificar sus errores, su incapacidad y su ignorancia audaz, con sus trampas y tramoyas pretende  introducir en nuestra sociedad sus pequeñeces humanas en perjuicio del colectivo, así “La función debe continuar.”
Desde tiempo atrás se viene observando la pérdida de respaldo de la mayoría del país al saliente, por ello, la táctica de destrucción y violencia obstruccionista desplegada por los oficialistas desde todas las instancias del poder, utilizando todos los recursos a su alcance, confirma de manera fehaciente que se le teme al pueblo, por cuanto saben perfectamente que solamente con la voluntad popular se deciden los destinos del país.
Los oficialistas piensan que se puede  ocultar indefinidamente la responsabilidad del gobierno ante la desgracia del país, pero está demostrado hasta la saciedad, que el gobierno no garantiza la supervivencia de los venezolanos, las transgresiones oficialistas llevan a la sociedad a su desintegración y ello constituye un acto inmoral violatorio de toda norma de convivencia pacífica.
Resquebrajada la viabilidad política del régimen por la sospecha, la impericia y falta de razones éticas para gobernar, el momento actual es, precisamente, la quiebra del régimen político y, posiblemente, del mismo Estado, el clima de tragedia es irreductible y el gobierno sólo busca llenar, de cualquier manera, su vacío político, las tendencias apuntan una grave crisis de desestabilización. De nosotros depende que el futuro del país no se ahogue en el aire viciado de nuestra propia tragedia, necesitamos una avalancha de votos a favor de Capriles.
ffacchinb@gmail.com

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