A ninguno se le ocurrió que los griegos habían votado por Grecia. Pues la verdad, cuando los ciudadanos votan, lo hacen antes que nada por su familia, por el lugar donde habitan, por su polis, por sus ideales y por sus intereses.
El Domingo 17 de Junio de 2012 tuvieron lugar las segundas
elecciones griegas en las cuales se impuso la posibilidad de una coalición de
centro-derecha. El Lunes 18 subieron las acciones en casi todos las bolsas del
mundo. El Martes 19 volvieron a bajar. Según los periódicos, después de la
euforia inicial, los accionistas “descubrieron” que el principal problema no
estaba en Grecia sino en España. No obstante -en eso están de acuerdo casi
todos los comentaristas- el principal problema político de Europa estaba en
Grecia.
Pocas veces ha quedado tan clara la compleja
inter-determinación que se da entre
economía y política. ¿Cuál determina a cual? ¿El huevo o la gallina? Dejemos que la vana discusión prosiga hasta
el cansancio. Por el momento vale la pena centrar la atención en el tema de las
elecciones griegas. Pues nunca imaginó Alexis Tsipras -el joven y simpático
líder de la “izquierda radical” (Syriza)- que de su, hasta hace poco casi
desconocido nombre, iba a depender el destino de la economía mundial.
No es necesario ser mago para saber lo que habría sucedido si
Tsipras hubiese obtenido un porcentaje mayor de votos. La UE habría negado el
rescate bancario. Grecia habría abandonado la zona del euro. El pánico habría
cundido como peste entre los inversionistas. Las bolsas se habrían transformado
en manicomios. Cientos de bancos, cuya vida pende de un hilo, habrían quebrado
de una sola vez. Y los chinos – ¡ah!, esos chinos- habrían desacelerado las
inversiones, desatando una catástrofe de dimensiones planetarias.
Mas, afortunadamente, los griegos son gente sabia. No por
casualidad inventaron la filosofía, la lógica, la dialéctica, la política y
unas cuantas cosas más. De modo muy civilizado asistieron a las urnas y quizás
sin saberlo, salvaron, por el momento, al mundo. “Por el momento”, repito con
aprendida cautela.
Al día siguiente, Lunes 18, los titulares de casi todos los
periódicos trascribían estupideces como las siguientes: “Grecia votó por el
Euro”, “Grecia votó por el rescate”. Y no faltó el iluminado que escribió:
“Grecia votó por Ángela Merkel”.
A ninguno se le ocurrió que los griegos habían
votado por Grecia. Pues la verdad, cuando los ciudadanos votan, lo hacen antes
que nada por su familia, por el lugar donde habitan, por su polis, por sus
ideales y por sus intereses. En ese sentido los griegos, como en toda elección,
enfrentaban una alternativa propia; y esa era: una nación mal gobernada o una
nación ingobernable.
Sin pasión ni entusiasmo los griegos eligieron la mala
gobernabilidad por sobre la ingobernabilidad e hicieron bien al optar por una
frágil coalición formada por los conservadores de Nueva Democracia (30%) el
PASOK (12,3%) y el “apoyo crítico” de Democracia de Izquierda (6,2%). El temido
Syriza, aunque perdió (27%), ganó. A partir de Junio es el principal partido de
oposición y, por lo mismo, sus posibilidades de seguir creciendo aumentarán
considerablemente.
¿Qué es Syriza? Antes que nada, no es un partido. Es un
conglomerado en donde tienen cabida los restos de una antigua izquierda cuyos
grupos (trotskistas, maoístas, eurocomunistas) se detestan mutuamente pero hoy,
gracias ese oscuro deseo de poder que habita en cada político, han decidido
unirse. A ellos se suma una multitud policlasista formada por “ecologistas”,
“feministas”, “antiglobalizadores”, “rabiosos” e “indignados”. En gran medida
toda esa multitud que ya no soportaba la ineficacia y corrupción del PASOK,
pero que tampoco quería ser gobernada por los banqueros de “Nueva Democracia”.
¿Virará la futura Grecia más hacia la izquierda? Probablemente
así será. En ese punto Grecia no se diferencia de la mayoría de los países de
Europa. Vaya usted adonde vaya, gana -no importando si es de derecha o de
izquierda- la oposición. Incluso los nazis griegos repitieron el mismo
porcentaje de la votación anterior (7%) sólo por estar en la oposición. Así,
estoy seguro que, si en cualquier país de Europa los monos estuvieran en la
oposición, la gente votaría por los monos.
Ni Rajoy en España, ni Samarás en Grecia, ganaron por ser
conservadores sino por ser de oposición. Hollande tampoco ganó por ser
socialista sino por ser de oposición. La altísima votación de Syriza fue
obtenida no por las ideas radicales del talentoso Tsipras sino por ser de
oposición. Y si la coalición roja-verde de Alemania gana las próximas
elecciones, no será por su política frente a la crisis –la verdad, no tiene
ninguna- sino por ser de oposición. En tiempos de aguda crisis financiera caen
gobiernos como peras de un peral.
En el caso de Grecia, la caída del PASOK fue aún más estruendosa
que la del PSOE. Probablemente el PASOK nunca volverá a ser lo que fue, toda
vez que Syriza emerge como sucesor del antiguo partido social-populista. En ese
caso, en medio de la tragedia, cabe una cierta alegría. El PASOK, que fuera una
vez el partido de los trabajadores griegos, debido a su larga permanencia en el
poder llegó a convertirse en un Partido-Estado al estilo de los “partidos
socialistas” del mundo árabe o del antiguo PRI mexicano o del peronismo
argentino. De este modo Syriza hereda del antiguo y corrupto PASOK un gran
capital político ¿Sabrá ponerse Syriza a esa altura?
Que el escepticismo –gracia divina- sea esta vez permitido.
Fernando.Mires@uni-oldenburg.de
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