miércoles, 20 de junio de 2012

SAÚL GODOY GÓMEZ , LA REVERSIÓN DEMOCRÁTICA EN VENEZUELA

Los procesos de reversión o degeneración son problemas de los sistemas evolutivos, sobre todo de aquellos marcados por la flecha del tiempo, siempre en ascenso, hacia el progreso.

Esta particular acepción del progreso y la evolución, como proceso constante de complejidad y orden hacia estadios superiores de organización, fueron cuestionados en el siglo XIX, entre otros, por T.H. Huxley, uno de los grandes zoólogos de su tiempo, quien vio en el darwinismo social, desarrollado posteriormente por Spencer, una errada interpretación de los nuevos postulados evolutivos al desarrollo del cuerpo social.

La afirmación de Spencer de que, mediante la lucha por la vida, la evolución "terminará necesariamente en el establecimiento de una perfección total y de una felicidad completa" contradecía los descubrimientos de Charles Darwin sobre el retroceso biológico observado en sus estudios, la degeneración de las especies y su extinción existía como posibilidad, el mismo Huxley escribiría sobre las "modificaciones regresivas... una serie de formas convergentes, de complejidad gradualmente menor".

El pensamiento político rápidamente adoptaría estos esquemas para explicar a la democracia como una forma de gobierno de relativa complejidad y evolucionada, de igual manera vieron al colectivismo y al totalitarismo como formas más simples y degeneradas de relación política.

Fue durante mi lectura de ese otro libro de Samuel Huntington La tercera ola, sobre los movimientos de democratización en el siglo XX, que me encontré con la teoría política que siguen estos procesos de degeneración democrática, en un enjundioso análisis, Huntington señala que ya en 1920 James Bryce llevaba el darwinismo social a su consolidación cuando analiza en su obra Democracias modernas la tendencia de los países del mundo hacia la democracia como una tendencia natural, producto de lo que él llama la Ley General del Progreso Social, siendo la democracia, el nivel superior de la organización socio-política de las naciones.

Pero era un hecho observable y constatable que una buena parte de estas democracias se retrotraían a niveles inferiores, involucionaban, cuando esto sucedía, la sociedad se desbancaba a las tradiciones formales de autoritarismo, por lo general con la introducción de nuevas formas de totalitarismo basadas en movimientos de masas y organizaciones fascistas, en figuras de "jefes" y partidos únicos, siendo los principales beneficiarios de este retroceso la institución militar.


En el caso venezolano (al que me niego a categorizar como "fenómeno", y para comprenderlo basta leer el artículo de Gustavo Coronel, Involución) es notorio que luego de 40 años de tradición democrática el país se encuentra en una ola de retroceso democrático, explicarlo va a tomar mucho estudio y análisis de los diversos factores que lo provocaron, aunque ya sabemos que algunos que han salido a la discusión pública, entre ellos: la preponderancia del personalismo y el centralismo de un Estado "fuerte", la poca o nula madurez de las instituciones, la falta de una educación cívica y democrática de la población, un Estado dueño de la riqueza petrolera en condición de monopolio, la carencia de una clase media proactiva, una institución militar divorciada del país y caldo de cultivo de conspiradores, y algunas otras que se estudiarán en su momento.

El asunto es que estamos ante un hecho contundente, el país ha retrocedido en su evolución democrática, el otro hecho es, que estamos a tiempo de revertir este retroceso, pero veinte años de involución nos han sembrado algunas trampas que debemos sortear para salir de este marasmo, y uno de los factores que harán difícil volver al sendero perdido, es el enorme desajuste que sufrimos con nuestro sistema electoral, que como todos sabemos, es esencial para la democracia.

Elecciones libres, abiertas y limpias, sin ventajismos groseros, sin castigos ni trucos para que la oposición pueda competir, sin amenazas ni sanciones para los electores que desean expresar su voluntad, sin acciones en contra de los medios de comunicación para que puedan informar adecuadamente, sin que medien obstáculos para la observación internacional del proceso electoral, pero por sobre todo, un grado mínimo de honestidad en todo el sistema para que no opere a favor de una tendencia, ni se parcialice con el partido de gobierno de turno es vital para poder recomenzar el regreso a la democracia.

Cuando unas autoridades electorales permiten propaganda donde un candidato se compara con Dios o con el padre de la patria, cuando los bienes de la nación, sus medios de comunicación públicos están comprometidos con el candidato del gobierno, que es el presidente de la República.

Cuando esas mismas autoridades, supuestamente un poder autónomo, se hacen cómplices de un fraude a la nación, al permitir que un candidato enfermo, se presente a la justa como si nada, sin exámenes médicos, sin evaluaciones que garanticen su permanencia en el cargo al cual se postula y permiten su inscripción como candidato para la Presidencia obviando olímpicamente el compromiso de la institución con el país y con la democracia... el proceso de degeneración es grave y el trabajo de rescate del país, una tarea de titanes.

saulgodoy@gmail.com

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