lunes, 25 de junio de 2012

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, APOLOGÍA DE UNA MENTIRA, PIDO LA PALABRA

INEPTITUD

No han bastado catorce años de revolución, para que el gobierno central siga demostrando su ineptitud. No sólo sigue equivocando decisiones en el campo de la economía. Igualmente, en el terreno de la seguridad con resultados francamente contradictorios. Más, tratándose de un flagelo social que grava el derecho más trascendente del hombre: la vida. Después de estos años, los logros son contrarios a los esperados. La improvisación asumida como criterio de gobierno, sigue mellando realidades que estimulan la impunidad en la cual se aloja la criminalidad.
Hasta este momento van dieciocho planes de seguridad con resultados totalmente alejados de lo que recita el discurso presidencial. Todo ello ha sucedido en el marco de una praxis de gobierno cuyo recorrido ha dejado ver una fatal ausencia de políticas públicas. Más aún, en el contexto de tan grave problema asoman marcados rastros de una atroz ineficacia cuyos consecuencias resquebrajaron drásticamente la funcionalidad gubernamental. De tal magnitud ha sido este problema, que sus incidencias ocasionaron hondas fisuras en la estructura de gobierno por donde se colaron retorcidos intereses que finalmente se convirtieron en las razones que incitaron la debacle política que pervirtió la gestión pública y malogró la institucionalidad democrática.
La creación de un nuevo parapeto, al mejor estilo de una vulgarizada misión, acuñada “A Toda Vida”, supuestamente dirigida a resolver el problema de la creciente inseguridad, augura -según Murphy- que “todo lo malo se repite”. No sólo porque representa un reacomodo de factores políticos que se valen de cualquier excusa, infundada o no, para abochornar en contra de valores morales y actitudes éticas intoleradas por el modelo de revolución que paradójicamente se declara “pacífica, pero armada”. Asimismo, porque esta “Gran Misión” arrojará pérdidas patrimoniales para el país. Particularmente por cuanto entre las decisiones que estas organizaciones populistas incitan, están aquellas que hacen análisis de lo absurdo para llegar a respuestas ilógicas que sólo acentúan problemas de pretendida solución. Tanto ha sido éste el patrón seguido, que actualmente la tasa de homicidios en Venezuela supera con creces realidades anteriores. Incluso, de países con tradiciones de violencia como es el caso de Colombia o México.
Cabe preguntarse lo siguiente: si después de 18 planes que, al igual que este último, prometían resolver el problema de la inseguridad, que además como propósito animó un importante caudal de votos en las elecciones que ganó el chavismo hasta el año 2006, entonces ¿por qué no pensar que el plan recién promulgado va a resultar tan infructuoso como cualquiera de los anteriores? Luce difícil esperar que antes del 7-O la situación cambie cuando las realidades anuncian el acecho de situaciones críticas que seguirán avivando la delincuencia en el espacio de la violencia en todos sus ámbitos. Y es que por desgracia, todo lo malo se repite pues no hay duda, como asegura Edgard A. Murphy, que la fatalidad ayuda a los defectos, por muy ocultos que estén. Y el actual régimen, ha perfeccionado el método de encubrirlos que mejor complica las tendencias y hace fracasar las buenas intenciones.
Sobraron razones a Luís Miquelena para apuntar que el des-gobierno nacional “(…) no ha hecho otra cosa más que ir a los basureros a pretender reencauchar todo lo malo de la historia para presentárselo a Venezuela con el infame nombre de socialismo del siglo XXI”. La gestión gubernamental ha pretendido asirse sobre futilidades, disparates y ambigüedades que, aunque confunden al país con maquillados discursos y obras chucutas, asoman la idea de un populismo de nuevo cuño como muestra de una alabanza al engaño. Todo termina siendo la apología de una mentira.

VENTANA DE PAPEL

DESVERGÜENZA TOTAL
En esta Venezuela descompuesta por la acción de un mal gobierno que no entiende de valores ni principios de justicia social, siguen viéndose hechos al mejor estilo vaquero.  Como si se vivera en el Lejano Oeste. Recientemente, la ciudad de Mérida fue terreno para que pistoleros acompañados de funcionarios policiales y militares sometidos, pisotearan el legado de buenas costumbres y actitudes de respeto que han distinguido a Mérida por su abolengo cultural. Ahora se estila que las diferencias políticas se salden a pistoletazo limpio, chabacanerías y bravuconadas revolucionarias. La rivalidad entre el gobernador y el alcalde de Mérida, ha devenido en eventos que no se compaginan con la Universidad que congrega a una ciudad. A decir del problema de la basura, indistintamente de quien tiene mayor  o menor culpa, no debió dirimirse secuestrando de camiones compactadores de basura que fueron conseguidos por el alcalde, Lester Rodríguez, luego de complicadas negociaciones en beneficio de la salud del pueblo merideño y la imagen citadina.
Aprovechándose de la fuerza y del abuso de poder político, el gobernador ordenó a subalternos confiscar, contra todo principio de legalidad, legitimidad y constitucionalidad, los camiones que serían utilizados para recolección de desechos sólidos lo que lejos de remontar el problema de la basura en la ciudad, logró urdir un hecho que exacerbó dicha situación. Aunque lo más grave ha sido la complicidad de instancias judiciales, justificando así el perverso cometido gubernamental sin que la ciudad haya podido verse nuevamente exenta de basura. Y es que sin sentido de ciudadanía, las realidades se enturbian. Pareciera que todo es resultado de una desvergüenza total.

¿SI VENEZUELA FUERA PARAGUAY?
Si Venezuela fuera Paraguay, otro “gallo cantaría”. El país se habría dado otro presidente, otros gobernadores, otros legisladores, otros alcaldes que no obrarían a hurtadilla de preceptos constitucionales. Que atendieran valores de respeto, tolerancia y pluralismo. Que combatieran la corrupción sin importar de donde viniera. Que reconocieran ideas de otros aunque no comulguen la ideología gubernamental. No hubiera gente de la calaña de funcionarios mentirosos y deshonestos como en efecto los hay en altos y medianos cargos. Si Venezuela fuera Paraguay, funcionaría la justicia y las instituciones públicas. Pero sobre todo, una administración responsable de manejar la economía y las finanzas con transparencia.
Sería una profunda lección política que el ejemplo que ha dado el país sureño, fuera emulado en Venezuela pues son reiteradas las causas por las cuales muchos de los actuales gobernantes merecen un juicio de tal naturaleza por el pésimo desempeño de sus funciones. En Paraguay funcionó la justicia de manera efectiva cuando un total de 39 de los 43 senadores, entendieron que el mandatario era culpable de las acusaciones imputadas. Esto condujo a que fuera inmediatamente destituido de su cargo mediante una sentencia del Congreso de la República. A pesar de las protestas de países que obviaron las razones que llevaron a defenestrarlo, el presidente Fernando Lugo reconoció la potestad del Poder Legislativo aceptando la decisión sin que la situación deviniera en mayores problemas civiles y políticos. ¿Cómo serían las realidades nacionales si Venezuela fuera Paraguay?
PULSANDO LA CALLE
Mientras el candidato del oficialismo, desde una cómoda silla palaciega, se aprovecha de los medios para convencer al país político del “paraíso que construirá” jugando con la miseria del venezolano, el candidato de la alternativa democrática recorre el país dejando ver no sólo juventud. También voluntad, ideas y capacidad. Sobre todo, afecto y respeto hacia propios y extraños a la causa que exhorta. Mientras el candidato del oficialismo continúa vociferando amenazas contra quienes no lo apoyan, el candidato de la alternativa democrática hace un discurso esperanzador a pesar de los problemas que significará volver el país al carril del desarrollo. Mientras el candidato del oficialismo vuelve a ofrecer metas que no cumplirá como en efecto ha sucedido en catorce años en la presidencia de la República, el candidato de la alternativa democrática, ofrece un futuro razonable que bien encaja con las potencialidades y capacidades nacionales. Mientras el candidato del oficialismo ve mermar la gente que lo apoya, el candidato de la alternativa democrática, ve crecido el número de seguidores que día a día se incrementa llenando calles y avenidas para escuchar sus palabras y saludar su valiente entrega.
El actual presidente mantiene un sermón que refleja resentimiento. El próximo presidente, se expresa con la dignidad de quien reconoce el sentido de la benevolencia. El actual presidente ha gobernado permitiendo que la corrupción cabalgue el devenir administrativo. El próximo presidente, sabrá actuar con la experiencia de quien ha combatido la incidencia de tan grave problema en cada rincón gubernamental. Es lo que políticamente se deduce, pulsando la calle.

amonagas@cantv.net
@ajmonagas

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