¿Y SI NO QUIEREN?
Como ustedes saben hay un sector del
régimen emperrado en no entregar el poder a como dé lugar. Está constituido por
aquellos que siguen el consejo del venerable Fidel, según el cual las
revoluciones solo hacen elecciones que ganen, como en su momento se lo
manifestó al tarambana D. Ortega en la elección que le ganó Violeta Chamorro.
Más adelante, el entonces anciano en ciernes lo repitió en Venezuela.
La lógica es simple: una revolución no
puede entregarse al vaivén de las masas, las que son influenciadas por partidos
burgueses e imperialistas. El Stalin que todo jefe chavista lleva en el alma
determina que sólo hay dos tipos de seres humanos: los míos y los agentes de la
CIA, conscientes o no; en consecuencia, ¡cómo se va a poner la revolución en
las mentes nubladas y manos horribles del enemigo!
Los métodos para resistir la voluntad
popular son variados. En tiempos de Pérez Jiménez cuando la oposición ganó las
elecciones en 1952, sencillamente los mandos militares decidieron no reconocer
los resultados e instalaron al coronel en la presidencia y se acabó. Pero ahora
no se puede hacer eso. Ahora hay que ganar las elecciones o, al menos, parecer
que se ganan.
No es real el escenario de un CNE que
certifique abiertamente que Henrique Capriles ganó las elecciones y que
posteriormente los jefes chavistas se alcen con un grupo de militares y de
civiles armados. Si el CNE dice que Chávez perdió le ocurrirá como a Pinochet
con el referéndum de 1988, que cuando quiso alzarse era tarde porque ya varios
líderes militares sabían que había perdido y así lo expresaron a la prensa
antes de reunirse con el Comandante en Jefe chileno.
No existiendo posibilidad real de que
el CNE diga una cosa y que Chávez y su grupo pretenda contradecirla, es obvio
que la estrategia del régimen está dirigida a impedir que el CNE diga algo
diferente a que Chávez ganó. Por lo tanto, la oposición está en la obligación
de resolver dos problemas en vez de uno: tener los votos e impedir que por los
caminos verdes desaparezcan, no se cuenten o les sean añadidos al caudillo por
obra y gracia de la mano virtual.
SOBRE EL RECONOCIMIENTO DEL RESULTADO.
Dicho que no es viable alzarse frente
a un resultado emitido por el CNE, el Gobierno se ha propuesto que no haya
dudas de cuál será. Es oportuno decir que lo que el régimen quiera no es inevitable
que ocurra, pero es bueno estar advertido del sentido de su trabajo.
Chávez una y otra vez le reclama la
oposición que manifieste su voluntad de acatar el resultado electoral y ésta,
remolona, no lo dice con claridad. ¿Por qué? Claro como el agua: lo que se le
pide a la oposición es que acepte la victoria del Presidente que eventualmente
se produciría en el marco del ventajismo, el Registro Electoral manoseado y
fraudulento, las reubicaciones inconsultas de electores e intencionalmente
disruptivas, creación de centros electorales con escaso acceso opositor y otras
lindezas. En síntesis, el gobierno le dice a la oposición que acepte de
antemano el resultado electoral enmarcado en el ventajismo y el fraude. De lo
que recuerde este narrador, solo Ramón G. Aveledo ha dicho que si Chávez quiere
ese compromiso también él debe comprometerse a que cese el ventajismo abusivo
sin precedentes y la manipulación. No hay respuesta oficial.
Si la oposición encabezada por el
candidato se planta en la idea de que se reconocerá cualquier resultado siempre
y cuando las elecciones sean libres y limpias se podría meter en una apuesta
elevada, históricamente majestuosa y definitiva. Sería decir: te reconozco si
ganas elecciones limpias, pero no te reconozco si ganas elecciones
fraudulentas.
La mayor parte de las encuestas dice
que Chávez está por arriba, pero lo sorprendente es que hay un porcentaje de
indecisos que puede llegar hasta un tercio de los electores. Sin convertir
estos instrumentos en los oráculos que han pretendido ser, hay una realidad y
es que la polarización produce bandos opuestos radicales pero también hay
electores que por temor, hastío, prudencia o cualquier otra motivación no
revela sus preferencias. Allí tendría Capriles amplias posibilidades de
capturar un tajo mayoritario de indecisos como para ganar. Es decir, su victoria
es posible aunque no inevitable.
EL TEMA ESENCIAL DEL GOBIERNO ES EL CNE
Si Chávez ganara con los votos, en un
marco de ventajismo radical aceptado por la oposición, ningún pataleo creíble
cabría el 7 de octubre. En otro contexto, si ganara con votos producto del
fraude, del ventajismo, del abusivo uso de los recursos del Estado lo cual
incluye el aparato comunicacional público, y con las maquinaciones del sistema
electoral, la única forma de enfrentar una falsa victoria es mediante la
denuncia orgánica desde ya, del escamoteo en marcha. No se trataría, entonces,
de denunciar esta o aquella irregularidad -cosa que hacen cada vez más los
opositores- sino de denunciar cómo esas irregularidades forman parte de un plan
para impedir, ilegalmente, la posible victoria opositora, lo cual le daría
autoridad política y moral a Capriles para denunciar todo el proceso y
solicitar activo respaldo popular.
Por cierto, en este punto cabe un
inciso. La idea de que hay que quedarse quietos porque se van a ganar las elecciones
pero que si el 7-O las pillan entonces se llamará al pueblo a la calle, es
totalmente irreal. A una sociedad que se le anuncia una victoria segura no se
la llama en un día para que se enfrente a un fraude; lo más probable es que no
salga, pero si sale a la calle -en esas condiciones de improvisación- los
mismos que han robado las elecciones no tendrán remilgos a la hora de reprimir
con todo; una dirección responsable no someterá a la sociedad a ese albur.
La otra opción es que Capriles gane y
que en el tejemaneje dentro del CNE alguien pretenda que los datos se cambien
al estilo del plebiscito de Pérez Jiménez en diciembre de 1957. En ese caso, la
oposición ya tendría toda la información, lo mismo que los militares
institucionalistas y las fuerzas organizadas, y se podría producir la situación
del referéndum constitucional de 2007 cuando el régimen de Chávez fue
paralizado por la combinación de la actitud decidida y planificada de los
partidos en el CNE, el movimiento estudiantil y los militares, estimulados por
quien había sido hasta hace poco su jefe, el general Baduel.
CONCLUSIÓN.
La única forma de que la oposición
cuaje la posibilidad real de victoria es con una denuncia política del plan del
Gobierno, no sólo ni tanto de desconocer un resultado electoral favorable a
Capriles, sino de la voluntad oficial de impedir, por la vía del CNE, del RE,
de las mesas, de la intimidación de miembros del Plan República, de grupos
paramilitares, de las mesas para "espacios chavistas", que se materialice
una votación efectiva, mayoritariamente dirigida a Capriles.
Twitter @carlosblancog
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