«Nunca vi tanta e inmensa ignorancia enquistada
en seres insólita e incondicionalmente sumisos a cualquiera enfermo de codicia
que irrumpa para destruir, y decirnos que, en el Mundo, nada que sea sano
permanecerá inmune ante su infecta presencia: nunca vi tan prolija e
inconmensurable petulancia en quienes sólo son imprescindibles y pródigos para
la praxis de la instigación e imponer la mediocridad»
En tiempos de una Venezuela víctima de la
«Infausta Comunista», donde el «Funcionariado Mayor de Gobierno Despótico»
justifica la entrega del Tesoro Público del país y la explotación del petróleo
a franquicias foráneas en «Concierto Ávidas para Enriquecerse», fundamentándose en la mohosa tesis de la
«Internacionalización del Socialismo», nadie imaginó que los inaptos con poder
de mando serían explícitamente ridiculizados por reos llamados «pranes»:
vocablo torcido de «pravo», obviamente (del Lat. «pravus»: perverso, alguien de
costumbres corrompidas).
Tras desasistir a los ciudadanos venezolanos,
la «Infausta Comunista» dieciochesca se apertrechó de armas de guerra para
presuntamente defender a la República de «potenciales invasores imperiales»:
empero, sus tropas no pueden con los «pravos» que conducen los destinos de los
confinados en las penitenciarías. Los «inaptos» que, luego de más de una
década, pretenden proseguir en funciones de mando nacional, no pueden
protegernos de los desalmados que logran escapes espectaculares para proseguir
en la praxis del crimen. Qué no decir de la expresa incapacidad del gobierno
confiscador de empresas y tierras para garantizar el «abastecimiento de
alimentos» y la oferta de servicios como la «electricidad», vías para el
desplazamiento de vehículos, agua potable, atención sanitaria, etc.
La falta de experticia, honestidad y
patriotismo de los «inaptos» del «Funcionariado Mayor de Gobierno Despótico» ha
convertido al país en una especie de territorio de postguerra: donde nada
funciona y en el cual ningún ciudadano puede contar con poderes públicos, como
el «Judicial» para que se le vindique. Para mantener sus trabajos, bienes y
hasta su dignidad. Es decir: para que, ulterior a tanta arbitrariedad y
vandalismo de comandancia, se le repare su existencia.
Fue previsible que la «Infausta Comunista» se
dedicaría a la persecución y criminalización de los productores, empresarios y
comunicadores sociales: a quienes amenazaría y sometería a toda clase de
terrores. Lo fue, previsible, que impondría el desabastecimiento de alimentos y
quebraría financieramente al país. También lo fue, previsible, que se
enemistaría con los obreros e intelectuales: con maestros, médicos, enfermeras
y universitarios. La Historia dicta que la «Infausta Comunista» deviene en
miseria, en caos y pauperismo judicial. Ningún socialista anhela el mando para «edificar», sino para «cometer».
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