domingo, 8 de abril de 2012

RONNY PADRÓN / TRAS UN SENTIDO FÁCTICO DE LA SEMANA MAYOR.

¨Nos encontramos en la Semana Santa, días en los que veneramos el misterio de la cruz. La Iglesia proclama con profunda emoción ese antiguo himno litúrgico, transmitido de generación en generación, y repetido a lo largo de los siglos por los creyentes. La Semana Santa, centro del Año litúrgico, nos hace revivir los acontecimientos fundamentales de la Redención relacionados con la muerte y la resurrección de Jesús. Se trata de días conmovedores, llenos de un clima especial que envuelve a todos los cristianos; días de silencio interior, de oración intensa y de profunda meditación sobre los eventos extraordinarios que cambiaron la historia de la humanidad y dan valor auténtico a nuestra vida¨. JUAN PABLO II AUDIENCIA GENERAL miércoles 26 de marzo de 1997.
Quisimos iniciar el presente escrito con las referidas  palabras de quien el pasado 1ro de mayo fue elevado a los altares como beato de la Santa Iglesia Católica Apostólica-Romana, primeramente en razón de la proverbial sencillez pedagógica de su verbo escrito, pero fundamentalmente por su referencia final al valor de la Semana Santa como vía adecuada para el cambio auténtico en la vida de las personas.
Ello viene al caso, por cuanto aún con la asistencia a las celebraciones litúrgicas de rigor, podríamos quedarnos en lo anecdótico, dejando pasar tan importante ocasión de hacer más coherente nuestra vida diaria en relación a la fe que decimos profesar, coherencia ésta cuyos frutos deben traducirse en conductas ordenadas a la ética cristiana y sus valores de: verdad, honradez, solidaridad, justicia, trabajo.
Es la unidad de vida que nos exige esforzarnos por imitar al Maestro. Calumnias, disgustos, problemas familiares, dificultades económicas y todos los contratiempos que se nos presentan a diario, servirán para identificarnos con el sufrimiento del Señor en la Pasión. La Muerte de Cristo, nos invita igualmente a morir, no físicamente, sino luchando por alejar de nuestra alma los antivalores del egoísmo, la avaricia, la soberbia, es decir a la muerte del pecado. Así, mediante la contemplación del misterio pascual y la concreción de propósitos hacia una vida integral como verdaderos católicos, nos llevará en un futuro, a gozar de la presencia de Cristo resucitado por toda la eternidad.
De tal manera que, la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret, es decir la Semana Santa, puede adquirir si así lo decidimos, un sentido nuevo, profundo y trascendente, que nos invita individual y colectivamente a la construcción de un mundo mejor, dirigiendo todo nuestro accionar humano, sea político, económico, social, artístico, hacia el cumplimiento debido de la verdad evangélica. En esa misma medida estaríamos conmemorando adecuadamente la Semana Mayor. ORA y LABORA.
caballeropercival@hotmail.com
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