lunes, 9 de abril de 2012

LUIS CARVAJAL BASTO / GAITÁN Y EL SIGLO 21

Ahora, cuando vamos a resucitar el tranvía destruido el 9 de abril de 1948, ¿Cuál podría ser la actualización, si ello es posible, del discurso del caudillo Liberal que se mantiene vivo en el imaginario colectivo?
Redención de los débiles, reforma agraria, prestación de servicios a la población por parte del Estado y otras del mismo corte, pueden ser consignas universales que, perfectamente, se acomodarían a diferentes circunstancias, épocas y países. La particularidad de Gaitán quizá se refiera a su independencia y capacidad de interpretar a una población para la que no era suficiente el discurso del establecimiento de entonces, en el ocaso de los gobiernos Liberales de Olaya Herrera, López y Eduardo Santos. Fundó la UNIR haciendo demostración de ese talante, con el que se apropió de las mayorías en las elecciones de 1947, un año antes de su muerte.
Gaitán asistió a un periodo de cambios institucionales, muchos de los cuales vieron la luz en el gobierno de la revolución en marcha liderado por el presidente Alfonso López  Pumarejo. Colombia, entonces, era un país fundamentalmente rural con formas de producción pre capitalistas que se correspondían con un régimen político en formación. Para entonces, vale recordar, las mujeres no podían votar, se usaban más  alpargatas que  zapatos y era casi exclusivo el uso de papel higiénico. El desarrollo industrial era una quimera y en el campo existían formas feudales de propiedad.
En los tiempos en que le correspondió vivir, las diferencias teóricas y filosóficas de Liberales y Conservadores, reeditaban las que se produjeron en el parlamento inglés entre  propietarios de la tierra e industriales emergentes, como David Ricardo. Con una diferencia fundamental en el caso del Liberalismo colombiano: la que se refiere al papel del Estado para equilibrar las diferencias, redistribuir los ingresos y promover el progreso social, en que creyó Gaitán, como regla y no como excepción, tal como aparece en el concepto Ricardiano y en el de Adam Smith, retomado años después por lo que conocemos como neoliberalismo.
Con una infancia y juventud contemporáneas con el ascenso del Marxismo y la revolución Rusa, Gaitán no fue indiferente a su influencia, como lo describe el maestro Gerardo Molina en su “Historia de las ideas Liberales en Colombia”. Optó por el Liberalismo, en una discusión interna que cuatro décadas después de su muerte resolvió la historia, después de la caída del muro de Berlín y lo que el mundo ha visto, al proscribir todas las formas de dictadura.
Gaitán se convierte en la expresión frustrada de los anhelos de grandes sectores de la población. El “pueblo”, Liberal y Conservador. En el imaginario popular es el “pudo ser y no fue”. El episodio de su muerte, pone al desnudo las limitaciones del caudillismo tanto como la vocación institucionalista de la dirigencia Liberal que siente temor de quebrantarla, con una razón más que suficiente: la construcción  de las Instituciones en Colombia ha sido su propia contribución: desde las luchas que desembocaron en la Constitución de 1886 y la abolición de la esclavitud, hasta los derechos sociales y la dignificación del trabajo. Ese respeto por el andamiaje Institucional se puede sintetizar en la conocida frase “y el poder ¿para qué?, en la conocida expresión del maestro Darío Echandía.
La violencia que se desató luego de la muerte de Gaitán resulta emparentada con la que hemos conocido después del narcotráfico, pero es bien diferente: las guerrillas Liberales no se relacionaban con el narcotráfico, ni atentaban contra la población civil y tampoco secuestraban. Aunque en ambas está en el medio la propiedad de la tierra tanto como su adecuada explotación, ni Colombia, y quizá ningún otro país, había sido víctima de las peores ambiciones, poderosas, enriquecidas, armadas y opresoras de los derechos civiles, como las que hemos visto y Gaitán no pudo presentir.
Nuestro país ha sido uno antes y otro después del narcotráfico. Hasta ahora estamos conociendo los alcances de su impacto. ¿Podría permanecer inmutable el discurso de Gaitán? Si se comparan las cifras sociales entonces y ahora, encontramos que las coberturas en educación y salud, a pesar de lo que falta, han progresado significativamente; tenemos una Constitución garantista que recoge, en democracia, mucho de su discurso, al punto que a veces es desbordada por la realidad de  violencia y corrupción; Tenemos, entre muchas, tareas pendientes como  una reforma agraria que soñó Gaitán y que consiga productividad y empleo.
Pero lo que no se puede poner en duda en el discurso Liberal de Jorge Eliecer Gaitán es el alcance de la Libertad y el sentido de dignidad de los seres humanos, como valores fundamentales. Por eso, luego de observar lo que ocurrió con ellos en los regímenes estalinistas, fascistas y populistas, que azotaron el mundo y la violencia de los narcos que hemos padecido, no hay duda de que hoy persistiría en la utopía del Estado Liberal y desataría su oratoria para que, conforme a reglas que reconozcan los derechos ciudadanos, el Estado les respetara y protegiera, haciendo uso de la autoridad legítima que, luego de 200 años de violencia estéril, necesitamos consolidar hoy, más que nunca, los colombianos.Tarea por ejecutar y en las manos de quienes no le conocieron.
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