martes, 28 de febrero de 2012

ISABEL PEREIRA PIZANI : CUBAVENE


Es el mejor momento para detener el proceso que nos convertirá en los nuevos mendigos del mundo

La Habana, jueves 13 de octubre de 1960. Fidel promulga la Ley 890 que expropia todas las empresas industriales, comerciales, fábricas, almacenes, depósitos y demás bienes y derechos integrantes de las mismas. Esta ley incluyó bancos, centrales azucareros, y también fábricas de peines y coloretes. Castro se apoderó de todo el aparato productivo, tiró un manotazo a empleos y salarios; pero sobre todo, a la calidad de vida de la gente. La población comenzó a empobrecerse, a perder su patrimonio: viviendas, trabajos y ahorros. A partir de ese día los cubanos se convirtieron en miserables empleados sin derechos del Estado castrista.

MAYOR ABUSO
La destrucción de la economía cubana desatada por esta expropiación forzada, fue encubierta por la ayuda soviética, que entre 1960 y 1990 suministró cerca de 5.000 millones de dólares anuales, cuyo total acumulado algunos han estimado en más de 100.000 millones de dólares. Esta transfusión financiera es suplida ahora por Venezuela con una cantidad anual parecida y, cruelmente, por las remesas de los exilados cubanos en EEUU, que llegan a más de 1.100 millones de dólares al año. Tremendo fracaso el de Fidel que convirtió a sus ciudadanos en mendigos del mundo.

Hoy, 2012, podemos hacer un crudo balance: ¿cuánto ganaron y perdieron los cubanos con la destrucción de la propiedad privada? La economía cubana jamás se recuperó, es más dependiente que nunca, el desabastecimiento, las menguadas cartillas de racionamiento regulan el consumo de las familias y la crisis de servicios públicos es total.

Cincuenta y cuatro años después, Raúl Castro inicia la lenta reversión del gran robo cometido al pueblo cubano, cuyo único fin fue destruir la propiedad privada. Un millón de trabajadores son botados a la calle en un país donde no existe empleo privado, salvo el informal, y donde la gente solo sabe servir al Estado. Se restituye la propiedad de la vivienda familiar cuando ya las casas se caen a pedazos. Razón tenía Fidel al confesar que el socialismo no servía ni siquiera en Cuba. Esta pesadilla se ha devorado a más de una generación. Los músicos cubanos tragados por la revolución, reaparecen por iniciativa de Ray Coder ¡un músico del imperio! El mundo entero vio emerger estas envejecidas figuras: Ibrahím Ferrer, Compay Segundo, Omara Portuondo y Rubén González, empobrecidos, llenos de talento y nostalgia por el mundo y la vida perdida en nombre de una revolución que hoy naufraga lastimosamente.

Los cubanos fueron robados. Hoy se intenta copiar lo mismo con los venezolanos -Cubavene-. Las leyes contra la propiedad recientemente promulgadas, no son más que una violación de la Constitución y de nuestros derechos humanos: Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, 2005; Decreto-Ley Defensa de las Personas en el Acceso a Bienes y Servicios, 2010; Ley Orgánica del Poder Popular, 2010; Ley Orgánica de las Comunas, 2010; Ley Orgánica del Sistema Económico Comunal, 2010; Ley Especial para la Entrega de la Propiedad de la Tierra en Barrios y Urbanizaciones Populares, 2010; Ley para la Regularización y Control de Arrendamientos de Viviendas, 2011.

Toda esta normativa, al igual que la Ley 890 promulgada en la Cuba de 1960, encubre el gran asalto a nuestro patrimonio. Ambas perpetran un robo, aunque se pague, porque no las mueve el interés colectivo general. Son apropiaciones forzadas con el fin de destruir la propiedad privada e imponer el comunismo.

Doce años después de haber comenzado el régimen chavista, el fracaso de las expropiaciones socialistas es inocultable. Una muestra es el plan Guayana Socialista. Los trabajadores denuncian el fiasco del colectivismo y el control obrero: "No hay una política, no hay voluntad de ejecutar el Plan Guayana socialista", apuntan los dirigentes sindicales, que ya sufren en sus salarios y beneficios, la ruina e inviabilidad del socialismo.

Hoy son 2.530 actos violatorios cometidos por el Estado. En contrapartida no existe ni un solo título de propiedad otorgado a los ciudadanos. Las expropiaciones lo único que han producido es la desmesura de la propiedad del Estado totalitario, una deuda pública triplicada, dependencia de las importaciones de alimentos y una inflación que destruye 30% del valor de los salarios, sobre todo en los hogares más pobres. Estamos en nuestro mejor momento para detener el proceso que irremediablemente nos convertirá en los nuevos mendigos del mundo, una triste parodia de la tragedia cubana ¡No a Cubavene!

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