“Los líderes
populistas invocan a Dios y al poder popular, para imponer sus políticas
suicidas y accionares engañosos que arrastran a sus pueblos al infierno de la
pobreza y la emigración”
CANTOS DE SIRENAS |
En la novela de Homero La Odisea, Ulises para escapar de
los alucinantes cantos de sirenas, se hizo encadenar al mástil principal de su
navío y ordenó taponear con cera los oídos de sus marinos. Ahora estos cantos
son difíciles de ignorar, no provienen de aquellas fascinantes ninfas marinas
con bustos de mujer, sino de politiqueros con muchas ansias
de poder, muy astutos y de lengua ligera que empujan hacia la destrucción
económica, política y social a nuestros pueblos latinoamericanos.
Los populistas tanto de izquierda como de derecha,
discursean y conceden a sus pueblos, lo que éstos desean escuchar y recibir, un
mundo de bienestar social sin esfuerzos, disciplina y trabajo productivo. Los
populistas dilapidan los recursos del Estado con políticas asistencialistas,
subsidios y mendrugos que a la postre se devuelven contra el pueblo con elevada
inflación y mayor pobreza.
Bouquet de flores envenenadas con apariencia inofensiva
que roban la dignidad del individuo, menoscaban su integridad moral y ahogan su
espíritu de independencia. El líder populista es una especie de Robín Hood
moderno que conserva las mismas mañas del pasado: “proteger” a los pobres
saqueando y arruinando a los “ricos”, obviando que éstos son los generadores de
trabajo y de la renta que sustenta al Estado. Politiquero y absurdo afán
milenario, de matar a la gallina de los huevos de oro, mientras condenan al
pueblo a la más absoluta miseria.
Los ricos son mostrados por los populistas como una casta
de impresentables haraganes sin méritos, que viven cómo sanguijuelas chupando
la sangre de los trabajadores. Pocos o ninguno son capaces de ver a sus
alrededores objetivamente, como para notar, que quienes han logrado prosperar
en nuestras sociedades son individuos innovadores, creativos, proactivos y
formados profesional e intelectualmente para triunfar.
Cada año miles y miles de personas empobrecidas y
desesperadas huyen de los sistemas populistas plagados de pobreza, hambre y
violencia, arriesgan sus vidas viajando como polizones dentro del tren de
aterrizaje de un avión, desafiando mares en barcazas improvisadas o a través de
desiertos, víctimas de “coyotes” y acechados por criminales. Estos sacrificios
no lo hacen para recibir beneficios de algún Estado benefactor que los humille
y menosprecie como les ocurre en sus países de origen, sino para trabajar duro,
esforzarse para ser cada día mejores ciudadanos y alcanzar niveles de vida
decorosos para ellos y sus familiares.
Los emigrantes son una fuente importante de inspiración
en la lucha por la dignidad de nuestros pueblos. Ellos son sobrevivientes de
esos cantos de sirenas populistas, recibieron sus dosis venenosas y saben que
el populismo es el camino al infierno.
aserne2004@gmail.com
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