miércoles, 16 de noviembre de 2011

RAUL AMIEL: VENEZUELA 8 DE OCTUBRE DE 2012

Maria Corina, al finalizar este primer debate, dio un paso al frente y tomo de la mano a los otros candidatos en un símbolo inequívoco de unidad

Los cinco candidatos opositores a medirse con el presidente venezolano, Hugo Chávez, en las elecciones de 2012 celebraron este lunes un debate televisado centrado en las principales preocupaciones de la juventud, una rareza en la cultura política venezolana reciente.

Los gobernadores Pablo Pérez  y Henrique Capriles, la diputada María Corina Machado, el ex alcalde Leopoldo López y el diplomático Diego Arria tomaron la palabra en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en Caracas, Venezuela, en un evento organizado vía  ‘Twitter’  por un sector del movimiento estudiantil.

"Me gusta que estas actividades se hagan. No es algo propio de la cultura política venezolana, es bastante innovador que se hagan este tipo de cosas", dijo el joven politólogo Omar España, tras el evento.

"Me parece una gran propuesta. Es el primer debate que ha pasado en Venezuela desde hace 12 años", expresó la estudiante de Comunicación Social Brigitte Loaiza, recordando los debates a la carrera presidencial de 1998, uno de ellos con un entonces casi desconocido Hugo Chávez, quien ganó sus primeros comicios.

Durante más de una hora, los aspirantes a la Presidencia de Venezuela respondieron preguntas formuladas por los estudiantes sobre temas como educación, sistema económico, empleo, narcotráfico e inseguridad ciudadana, el principal problema que perturba a los venezolanos, según los sondeos.

Provenientes de distintos sectores de la oposición al gobierno del presidente Chávez, los dirigentes mostraron apenas matices en sus intervenciones y en algunos casos debieron coincidir con sus adversarios. Venezuela celebrará elecciones presidenciales el 7 de octubre de 2012.

"Los temas de las preguntas terminaron siendo muy repetitivos y muchos candidatos tenían que repetir las cosas", señaló España.

La transmisión en directo del debate a través de los medios nacionales de radio y televisión estuvo en vilo hasta unos minutos antes, debido a que el Presidente Chávez se encontraba en un acto que era difundido en cadena a través de todos los canales.

Los cinco precandidatos se medirán el 12 de febrero de 2012 en unas primarias organizadas por la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática,  que definirá el contrincante unitario para enfrentar a Chávez,  quien aspira a conseguir la reelección por un tercer periodo de seis años.

Cinco visiones del país

El evento de la UCAB se convirtió en un interrogatorio a cinco aspirantes presidenciales que presentan nuevas alternativas para una población ávida de esperanzas.

Los precandidatos Diego Arria (Ind),  Henrique Capriles Radonski (PJ),  Pablo Pérez (UNT),  María Corina Machado (Ind)  y Leopoldo López (VP),  expusieron en TV,  en un minuto cada vez, sus visiones sobre seguridad, empleo y educación.

Diego Arria amenazó al Presidente Chávez cuando le aseguró, que el 21 de noviembre presentará en la Corte de La Haya una acusación en su contra por los crímenes cometidos "contra tanta gente buena".  "El final de todos los que abusan de sus pueblos es La Haya.  No es retaliación ni venganza,  es justicia", dijo.

El formato permitió un par de minutos para la presentación y la despedida de cada uno, en la que redondearon su visión y expresaron cómo querían ser percibidos.

Hubo momentos de lucimiento para todos. 

Diego Arria,  primero en abrir los fuegos,  dijo querer llegar a la Presidencia porque sabe las consecuencias que en un país tiene el miedo y él sabe cómo devolver la paz en el curso de tres años.

Henrique Capriles dijo ser un "venezolano,  servidor público", que todos sus cargos los ha logrado por el voto.  "Espero ser el mejor Presidente para todos". Prometió  "acceso a educación, salud  y  empleos dignos".

Pablo Pérez dijo ser  "un venezolano que se preocupa  y  se ocupa".  "Quiero darle a Venezuela más de lo que ella me ha dado"  y  crear 1.136.000 empleos seguros.

María Corina Machado  dijo desear  "unir a un país profundamente dividido entre los que tienen y no tienen dinero". Habló de su determinación para derrotar a Hugo Chávez.

Leopoldo López dijo ser un venezolano con la convicción de que "Venezuela está a las puertas de un cambio".

Al final,  le correspondió el turno a López,  quien enfatizó su llamado a la esperanza.  "Todos podemos consolidar una Venezuela de paz, bienestar y progreso.  Los invito a que sueñen despiertos, vamos a construir la mejor Venezuela…  la que nos merecemos".

Capriles tuvo la ventaja de estar en un escenario afín, ya que la UCAB fue su casa de estudios, donde algunos asistentes no se reprimieron para aplaudirlo fuera del momento previsto para ello.

"En Miranda  -recordó-  he demostrado que puedo gobernar para todos.  No aspiro a ser el Presidente de un grupo, de un sector, aspiro a ser el mejor presidente para todos los venezolanos. A lo único que podemos tener miedo es al atraso. La esperanza siempre vence el miedo. ¡Arriba Venezuela!".

Pablo Pérez en su despedida se dirigió por separado a las mujeres,  a los estudiantes,  los perseguidos políticos,  los exilados,  los mineros de La Paragua,  los despedidos petroleros, a los tachirense que hacen cola,  a los indígenas,  a los desempleados,  a los trabajadores informales,  a los médicos,  a los maestros,  "les digo que vamos a crear nuevas oportunidades para ustedes".

María Corina,  la que cerró el programa,  invitó a proyectarse al 8 de octubre de 2012:  "Hoy comienza una nueva Venezuela,  sin odios.  Es el momento de la justicia y del perdón, se acabó el odio desde el Gobierno, la persecución y el miedo" . Pidió al país que “se atreviera” a elegir un candidato distinto a los que han gobernado el último medio siglo  “independiente y mujer”.

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ENRIQUE PEREIRA: SÓBATE CHÁVEZ, TE DIERON EN LA HERIDA.

Sí Chávez, aunque te duela reconocerlo. Anoche le salió una gran roncha a tú revolución.
Altura política, decencia, profesionalismo, civismo del más puro e inteligencia soportada en un  pensamiento racional. Nadie necesitó ofenderte para explicarnos lo que aspira para la nueva Venezuela. Nadie te tildó de premajunche. Todos pudieron expresar sus ideas, en el tiempo estipulado, sin gritos, sin descalificaciones.
Lo cierto es que tú no estabas allí, porque tú sólo sabes hablar sin que te contrasten. Nos aburre tú monologo, lleno de logros futuros y errores pasados. Anoche pudimos entender la diferencia. Anoche Venezuela se levantó del piso y puso su mirada en el futuro. Anoche despegó el tren que nos conduce a la Venezuela que aspiramos y anoche también –aunque te duela- nos dimos cuenta que tu noción equivocada de país, dejó de cautivarnos.
El tema de fondo no es quién ganó el debate. El verdadero tema de fondo es qué los venezolanos escuchamos unas voces frescas, plurales, contrastando con el “yoismo” inclemente de Chávez que llenó las pantallas y los micrófonos durante las dos horas previas, para hacerse las preguntas y contestárselas.
Anoche escuchamos al país, representado en cinco figuras contrastantes, llenas de ideas, compromiso de cambio y voluntad de salirle al paso a esta maraña de incongruencias que tiene a Venezuela por el piso. Anoche también, los estudiantes alzaron su voz, de la manera más limpia y sana que se podía aspirar, con la inteligencia que los caracteriza, llevaron a su terreno, la posibilidad de refrescar nuestras esperanzas y hacernos entender que “Hay un camino” para una “Mejor Venezuela” llena de “Capitalistas populares” construyendo el país que todos soñamos.
Vienen más debates Chávez, seguirán exponiendo sus ideas acerca del manejo de la industria petrolera, la salud y el resto de los temas en los que has fracasado por más de una docena de años. El país seguirá escuchando a los cinco precandidatos, con visiones parecidas y puntos de vista diferentes. Prepárate Chávez, te hará falta tener fortaleza para gobernar un país que se te viene abajo, al tiempo que dedicas tú esfuerzo a tratar de parar el tren que se te viene encima. No será fácil, los errores acumulados no se revierten en el corto plazo y un pueblo entero reclama lo suyo en cada esquina, en cada autopista y en cada uno de los lugares donde tu revolución causó un desastre.
Sería muy interesante que aceptaras ir a un debate, con esos mismos personajes que desmeritas a cada instante, pero que son lo suficientemente importantes para llenar la agenda tuya y la de tus seguidores. Hoy los tuyos llenarán la prensa de descalificaciones, pero ya el daño está hecho.
Sóbate sin pena, que entendemos tú dolor.
vienegrande@yahoo.es
 @pereiralibre
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FERNANDO MIRES: VENEZUELA: HACIA UN NUEVO COMIENZO

“El mejor candidato de la oposición será aquel que logre simbolizar el signo de un nuevo comienzo”.
Para casi nadie fue una sorpresa el retiro de Antonio Ledezma de las lista de candidatos a primarias desde donde surgirá la persona que competirá frente a frente con el Presidente Chávez quien, vivo o semivivo, será siempre un hipercandidato. Tarde o temprano iba a tener que hacerlo. No sólo por no recibir el apoyo de Acción Democrática, como quizás esperaba, sino simplemente por el hecho de que su figura no concuerda con los signos que marcarán las próximas luchas electorales.
Durante mi visita a Caracas (Octubre 2011) tuve oportunidad de conversar con diversas personas ligadas a la política de la nación. Naturalmente, divergían en diversos puntos. Pero con relación a Ledezma –antes de que tuviera a bien retirarse- todos estaban de acuerdo: “Se trata de un luchador político avezado, un hombre de principios, un demócrata a toda prueba, excelente expositor de ideas, en fin, una persona que en cualquiera parte sería un candidato presidencial de lujo, pero lamentablemente, va a tener que retirar su postulación a primarias”. ¿Por qué? – pregunté. La respuesta fue siempre unánime: “Ledezma está demasiado vinculado al pasado pre-chavista”. “¿Y qué tiene eso de malo? Ledezma tiene un pasado limpio” -aduje-.La respuesta fue, otra vez, unánime: “No se trata de la persona, sino del símbolo”. Mucho más clara quedó la idea cuando una profesora de la UCV me dijo: “En las próximas elecciones presidenciales se abrirá en Venezuela la posibilidad de un nuevo comienzo”. Esa frase me convenció. Entonces anoté dos conceptos en mi libreta: El primer concepto es: “símbolo”. El segundo es: “nuevo comienzo”. Con esos dos conceptos ya tenía configurado un artículo, y es el que ahora estoy escribiendo. La tesis central de este artículo dice: “El mejor candidato de la oposición será aquel que logre simbolizar el signo de un nuevo comienzo”.
Por cierto, no todas las elecciones decisivas abrigan la esperanza de un nuevo comienzo. Para remitirme a un hecho histórico que conozco bien, recuerdo que en las primeras elecciones que tuvieron lugar en Chile después de la abdicación de Pinochet (Diciembre de 1989), el signo predominante era el de “la estauración de la democracia”. De acuerdo a ese signo el primer presidente post-dictadura tenía que ser, por lo tanto, un hombre del pasado pre-pinochetista. Patricio Alwyn no sólo por sus virtudes sino también por sus defectos simbolizaba mejor que nadie ese pasado. Con Alwyn comenzó la restauración pues, para quienes no lo recuerdan, hay que decirles que esa y no otra fue la tarea encomendada a la concertación, hoy tan denostada en Chile.
Quiero remarcar, en consecuencias, lo siguiente: el mejor candidato político no siempre es el más idóneo, tampoco el más competente, pero sí es, y tiene que ser, el más representativo. La razón es obvia: política es representación, toda representación contiene un significado (signo) y todo significado se expresa en un símbolo, el que en la política sólo puede ser un símbolo antropomórfico..
La política, sobre todo en momentos cruciales –y Venezuela comienza a vivir uno- es antes que nada, lucha simbólica. Eso lo sabe quizás mejor que nadie el Presidente Chávez quien tendrá muchos defectos, pero que es un excelente manejador de símbolos, nadie lo puede negar.
Queda quizás responder la pregunta del porqué las próximas elecciones venezolanas estarán marcadas por el signo del “nuevo comienzo”.  La verdad es que ese signo político no lo impuso la oposición sino el propio Chávez. Desde el momento en que ganó las primeras elecciones, Chávez ha buscado erigirse como “el representante del futuro” en contra de la oposición, a la que Chávez adjudicaba el rol de representar un pasado, según él, oprobioso (“cúpulas podridas”). Aún hoy, después de tantos años, Chávez insiste en adjudicarse los símbolos de un futuro promisorio. Pero a diferencias del primer Chávez, el de 1998, el Chávez del 2012 tiene detrás de sí un largo pasado presidencial. De tal modo que, quiera o no, él deberá dar cuenta a los votantes no sólo de las obras que hará en el futuro sino de las que no ha hecho en el pasado (y son muchas). En fin, aparecerá en un rol que no es el que más le acomoda: como representante del pasado. Los candidatos de la oposición, por el contrario, tienen vía libre hacia el futuro.
Pero hay, además, otras respuestas a la pregunta relativa a la razón de un “nuevo comienzo”. Una de ellas es que durante el pasado chavista emergieron a la escena pública nuevas formaciones políticas las que, aún manteniendo débiles conexiones con el pasado pre-chavista, apuntan hacia la reconstrucción de un futuro post-chavista.
Nuevo Tiempo, Primero Justicia, Voluntad Popular, son partidos políticos nacidos bajo las condiciones impuestas por el chavismo. Si a ellos agregamos los partidos disidentes Podemos y Patria Para Todos, emergidos desde el propio chavismo, advertiremos que Venezuela ya cuenta con una estructura política de reemplazo, presta para asumir tareas de gobierno en cualquier momento.
Chávez insistirá sin duda en su conocido “después de mí el diluvio”. Pero frente a una oposición políticamente estructurada esa consigna perderá credibilidad. En otras palabras, Chávez no enfrentará esta vez al pasado pre-chavista, sino a un conglomerado anti-chavista surgido y estructurado bajo su actual mandato. Si a esos partidos sumamos los clásicos del pasado, como son COPEI y Acción Democrática, hemos de convenir en que uno de los éxitos involuntarios de Chávez ha sido el de haber posibilitado la regeneración de la estructura política venezolana, aunque por supuesto, en contra suya.
Recordemos simplemente que cuando Chávez accedió al gobierno, la oposición era una ruina. Hoy la oposición venezolana  -si la comparamos con la de los países del ALBA, o con la desastrosa oposición argentina, e incluso con la que intenta ejercer la desvencijada izquierda chilena en contra de Piñera-  es una de las mejores constituidas de América Latina.
Las condiciones para un cambio de gobierno en Venezuela están dadas. Después de Chávez no habrá diluvio ni abismo. La política continuará bajo otras formas. En fin, lo más probable es que emergerá la posibilidad de un nuevo comienzo.
A las razones señaladas hay que sumar otra de mucha validez. Durante el largo mandato de Chávez ha surgido una nueva generación de electores que no recuerdan haber visto otro Presidente que no sea Chávez, ni otro gobierno que no sea el chavista. Esa nueva generación no tiene como referencia al pasado y los ataques del chavismo a la “cuarta república” no les interesa. El socialismo del siglo XXl, no pasa de ser para esos jóvenes una frase, y si van a votar, lo harán más por un  futuro que cada vez  menos representa Chávez, y cada vez más los cuatro candidatos opositores.
Tanto Pablo Pérez, como Henrique Capriles, María Corina Machado y Leopoldo López, son candidatos jóvenes (para la política; como futbolistas serían ancianos). Los cuatro tienen apostura política. Hay dos que no son grandes oradores, pero tienen obras públicas y mucho trabajo social que mostrar. María Corina destaca por su coraje ciudadano y podría concitar más voto femenino que sus competidores. Leopoldo López destaca por su tesón; además tiene mucha empatía entre la juventud, sobre todo universitaria, y Chávez, sin duda, le teme. Los principales partidos de oposición ya están alineándose alrededor de Henrique Capriles y de Pablo Pérez, pero en las primarias no sólo participarán militantes disciplinados. Hay quienes dicen que Capriles tiene más entrada entre los “indecisos” que Pérez, pero también hay otros que opinan que Pérez tiene más sintonía con el pueblo que Capriles, incluyendo sectores que hasta ahora han sido clientes tradicionales del chavismo.
En fin, cada uno de los cuatro candidatos a las primarias tiene lo suyo, y lo que le falta a uno lo tiene el otro. Razón de más para pensar que las primarias de Febrero serán muy disputadas. Tanto mejor. Cuando aparezca el representante del “nuevo comienzo”, la calle ya estará calentada por la oposición. Y si después los tres perdedores cierran filas alrededor de la figura vencedora en las primarias, la oposición tendrá muy buenas cartas para librar en Octubre del 2012 “la madre de todas las elecciones”. Ese será entonces “el comienzo del nuevo comienzo”
La noción del nuevo comienzo tiene su fundamento en la propia condición humana, y por ende, en la condición política. El ser humano es transitorio y luego la política también lo es. La inmortalidad no se hizo para nosotros y por esas misma razón nos vemos obligados a comenzar de nuevo cada cierto tiempo. Porque no sólo somos mortales: además somos natales. Cada nacimiento significa un nuevo comienzo. Esa es –ya se adivina- una de las formulaciones más caras al pensamiento político de Hannah Arendt quien, a diferencia de la mayoría de los filósofos existencialistas -tradición a la que Arendt pertenece sólo en parte- puso el acento no en la mortalidad sino en la natalidad de la condición humana.
El nacimiento, no la inmortalidad, es la alternativa que tenemos para oponer a la mortalidad. El totalitarismo, las dictaduras, y no por último, los gobiernos autoritarios, basan su existencia en la noción de inmortalidad. No hay ningún déspota o dictador que no haya creído en su inmortalidad, si no en la biológica, en la de sus ideologías. De ahí que el principio del nuevo comienzo forma parte de la lucha por la libertad del ser. Ese principio nos dice que, aún en las peores condiciones, siempre existirá la posibilidad de comenzar de nuevo. No hay al fin ninguna ley histórica que lo impida. Así ha sido, así es y así será.


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ANÍBAL ROMERO; ITALIA: ¿TEATRO INMÓVIL?

De Leonardo a Maquiavelo.

No debe extrañarnos que Leonardo Da Vinci y Maquiavelo hayan sido italianos. Cada uno encarna de manera relevante ciertos rasgos de este pueblo singular. Leonardo representa la creatividad, el cultivo de la belleza y la minuciosa laboriosidad en las tareas que se impuso. Maquiavelo --y me refiero exclusivamente al Maquiavelo de El Príncipe--, asume el individualismo cínico combinado con el mesianismo político. No olvidemos que el último capítulo de El Príncipe constituye un emotivo alegato a favor de la unidad de Italia, y expresa una inocultable esperanza en la aparición de un líder, un jefe, un legítimo condottiere, que expulse a los invasores extranjeros e integre a las diversas regiones y ciudades italianas en una sola nación.

Los observadores atentos de la actual realidad italiana, y aún los visitantes que vienen al país ocasionalmente y prestan cierta atención a lo que ocurre más allá de los sitios turísticos, se sorprenden ante el evidente contraste entre, de un lado, la extraordinaria creatividad y gusto por la vida de los italianos, y del otro el cinismo que caracteriza la vida pública y corroe a los gobiernos. Este es un hecho clave de Italia: la contradicción entre una sociedad con una base industrial y agrícola extraordinarias, capaz de innovar en el campo del arte y de la técnica, heredera de una maravillosa tradición de creatividad estética y depositaria de una parte fundamental de la herencia cultural de Occidente; una sociedad, por otra parte, que es no obstante conducida por una verdadera casta política, ineficiente y corrupta, que se sirve a sí misma, se auto-reproduce, casi no cambia y escenifica un permanente teatro inmóvil, pues sus decisiones se desvanecen, sus proyectos se diluyen, sus palabras vuelan con el viento y sus propósitos de enmienda son tan reiterados como efímeros.

Nada de lo mencionado es nuevo, y no perdamos de vista que Italia, como nación unida e independiente, apenas cumplió hace poco 150 años de existencia. Es decir, menos tiempo aún que, por ejemplo, Venezuela, que llega a doscientos años de vida como país unido y autónomo. 

Históricamente Italia es vieja; políticamente es joven, y la clase dirigente que ha conducido sus destinos desde mediados del siglo XIX hasta el presente ofrece un palpable y doloroso contraste, por sus evidentes fallas y errores, con la sociedad civil en general y sus empeños creativos. Los desastres de la Primera y Segunda Guerras Mundiales, el ascenso del fascismo, y el colapso brutal y patético de la República de partidos que de hecho abrió las puertas a Berlusconi, constituyen un catálogo ilustrativo de la persistencia de un liderazgo deficiente, que ha degradado el servicio público y sembrado por doquier el cinismo hacia la política.

La clase dirigente italiana, en particular la casta política que se enquistó luego del fin de la Segunda Guerra Mundial hasta hoy, lleva sobre sus hombros el peso principal de la responsabilidad por el estado de postración nacional en que están desembocando este pueblo y este país en tantos sentidos admirables. Ahora bien, la sociedad civil en general no puede desembarazarse de su propia cuota de responsabilidad por lo ocurrido: la escasa participación política, el individualismo estéril hacia lo público y las divisiones históricas entre regiones, han contribuido a generar una especie de círculo vicioso de la decadencia: mientras más tropelías comete la casta política más cunde el desaliento en la sociedad.

Los orígenes de Berlusconi.

La llamada “centro-izquierda” italiana de nuestros días, que es una especie de minestrone que incluye a buena parte de los ex-partidos comunista, socialista y demócrata-cristiano, se atribuye la dimisión y salida de Berlusconi del gobierno, acaecidas hace pocos días. La verdad, no obstante, es muy distinta. Para empezar, cabe traer a la memoria que fue el colapso de dichos partidos, hundidos en un foso de dificultades económicas, incompetencia, corrupción, conspiraciones mafiosas y absoluto desprestigio, lo que originó el vacío político que durante diecisiete años, en el poder o fuera del mismo, ha ocupado Silvio Berlusconi, un condottiere de show televisivo con el perfil que reclama una sociedad a la vez opulenta y atemorizada. Y es que para entender a Berlusconi y su lugar en la Italia de estos tiempos debemos comprender a los italianos. Italia no siempre fue rica y opulenta. El “milagro económico” de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, que sentó las bases de lo que vemos hoy, es percibido por muchos italianos como una etapa idílica pero a la vez frágil. Ciertamente, las generaciones jóvenes ni se preocupan sobre los orígenes de su bienestar, pero los más viejos saben que las bondades de la vida son precarias, que hay que luchar por su sobrevivencia, y que el pasado no está enterrado definitivamente.

Berlusconi le ofreció a Italia tres cosas: optimismo, distracción y evasión. No pertenecía originalmente a la casta política pero al final devino en otro más del grupo, a su manera. Cabe no obstante comparar las apariciones de Il Cavaliere y su discurso público con los de personajes tan sombríos y siniestros como Romano Prodi (demócrata-cristiano), Bersani (excomunista y ahora jefe del denominado –con ironía no intencional-- “Partido Democrático”), o Di Pietro (ex-socialcristiano), para captar cuál ha sido la “magia” de Silvio. Lo cierto es que Berlusconi ha durado tanto porque la oposición italiana no sirve, no tiene ideas ni proyectos alternativos, no ha logrado en diecisiete años producir un programa capaz de suscitar el interés y la adhesión de la mayoría, y es además profundamente melancólica y tediosa. La “centro-izquierda” no sacó a Berlusconi: lo sacaron los mercados financieros, Merkel y Sarkozy, además de sus propios errores; pero el hecho de que Berlusconi haya sido electo varias veces por una mayoría de los italianos, y que su salida del poder no haya tenido lugar mediante una nueva elección, debería encender las alarmas sobre lo que podría pasar en Italia en un futuro no lejano.

No pocas de las críticas que hacen la prensa inglesa, francesa y española con respecto a Berlusconi, pecan de condescendencia y de miopía. Berlusconi es ciertamente un showman, que haría mucho menos daño si se dedicase a animar los programas burlescos de sus canales de TV, programas repletos de vulgaridad, de bellas jóvenes con escasa ropa encima, de gritos y humillaciones. No obstante, Berlusconi ha expresado a través de su teatralidad sarcástica un aspecto central de una sociedad que teme por su futuro y a la vez ansía aferrarse a una esperanza. Al final de diecisiete años, por desgracia, lo que queda en muchos es un sabor amargo, pues el teatro inmóvil prosiguió durante ese tiempo, la derecha y la izquierda continuaron su representación llena de frases huecas y objetivos etéreos, en tanto que el electorado italiano, sumido en una opulencia que día a día disminuye y en una frivolidad que se desgasta, caminaba junto con la casta al lugar en que ahora se encuentran: puestos de rodillas por el peso de deudas contraídas con tanta irresponsabilidad como jolgorio.

El golpe de los banqueros.

Aunque no sea grato decirlo, la dura verdad es que el electorado italiano ha tolerado la casta en la medida que esta última le ha posibilitado vivir bien. La excepción a esa tolerancia cómplice se presentó hace casi dos décadas, con el estrepitoso derrumbe de la República de partidos en medio del fango del crimen y la corrupción. Aquél fue un momento estelar de la vida pública de la postguerra italiana; surgió el movimiento de opinión mani puliti o “manos limpias”, y el colapso de los partidos tradicionales, de derecha, centro e izquierda, pareció anunciar una etapa diferente para el sistema político del país.

Silvio Berlusconi emergió como una opción frente al vacío que dejaron los viejos partidos y sus desacreditados dirigentes. Como vimos, Berlusconi dio continuidad al teatro del inmovilismo, pero en distintas condiciones económicas. El ingreso a la zona Euro a partir de 1999 generó en Italia iguales resultados que en países como Grecia, Irlanda, España y Portugal. Con bajas tasas de interés y una moneda única valorada al nivel del marco alemán, el endeudamiento se acentuó y los costos de producción se multiplicaron. En 1999, una hora de trabajo en Italia o España era entre 15 y 20% más barata que en Alemania. Berlín usó la moneda única para potenciar sus exportaciones y reducir sus costos de producción, en tanto que los países mediterráneos igualaban sus salarios y niveles de vida con el promedio de Alemania y otras naciones del “centro” de la zona Euro. El resultado de todo ello es que ¡ya en 2010 una hora de trabajo en países como Italia y España costaba 15 a 20% más que en Alemania! Tales cambios y desniveles convirtieron a Italia, con sus elevados costos de producción, su inflexible mercado laboral y su política patológica, en un país que importa cada vez más y depende de los préstamos para pagar no poco de lo que consume.

Llegó la hora de la austeridad, la contracción y las penurias para buena parte de Europa. El cada día más evidente desastre del Euro --un proyecto mal concebido desde su propio inicio y sometido a la desmesura de las élites franco-alemanas y la tecnocracia europeísta en Bruselas--, ha suscitado un terremoto en los mercados financieros, con hondas repercusiones políticas.  En Grecia y en Italia ya han caídos dos gobiernos electos democráticamente, sin que mediasen nuevas elecciones en el proceso de su salida del poder. El nuevo Primer Ministro griego fue en su momento empleado del Federal Reserve de Boston y también Vice-Presidente del Banco Central Europeo. De modo que los políticos de Europa están siendo sustituidos por banqueros.

En Italia, una amplia coalición y un intenso movimiento de opinión se aliaron para sacar del poder a Berlusconi, y la centro-izquierda se regocija pues logró su objetivo de despedir a Il Cavaliere y al mismo tiempo dar cabida a un “gobierno técnico”, que presuntamente cumplirá la labor del sheriff en el salvaje oeste estadounidense, poniendo orden pero sin que la oposición pague los costos políticos de la severa crisis interna que se avecina. Considero que tales cálculos son simplistas y temerarios y pronto se verán superados por la realidad  de una sociedad en rebelión. Puedo desde luego equivocarme, pero un “gobierno técnico” me resulta una contradicción en sus propios términos. La tecnocracia no es sustituto para la política, y lo que queda demostrado con todo esto es que la oposición italiana no sirve, no tiene siquiera el coraje de asumir las consecuencias de sus actos y pagar los costos, además de explorar las oportunidades de decir a los italianos la verdad: llegó la hora de apretarse los cinturones y el ajuste será muchísimo más duro y prolongado de lo que imaginan.

La legitimidad democrática ha sufrido serios reveses en Europa estas pasadas semanas, sujeta a las presiones de los mercados así como de los verdaderos amos del patio: Alemania y Francia, a los que se suma el Fondo Monetario Internacional. Tales eventos no pasarán bajo la mesa y acarrearán severas turbulencias. La política, parafraseando a Clemenceauemplead, es demasiado importante para dejarla en manos de los tecnócratas, y en cuestión de semanas o pocos meses se reimpondrá la dinámica de sociedades que aún no alcanzan a medir en toda su dimensión lo que se les viene encima, pero que una vez lo experimenten reaccionarán, como es natural, mediante tomas de posición política y no a través de discusiones meramente técnicas. En tal sentido, considero un serio error suponer que Berlusconi es un cadáver. Si bien en este instante lo parece, no hay que perder de vista que no salió mediante elecciones, que conserva numerosos recursos mediáticos para seguir en la pelea, que no ha aparecido un líder alternativo de la centro-derecha italiana, y que más adelante, cuando el pueblo de Italia perciba en sus bolsillos el cataclismo de nuevos impuestos, menores salarios, menos vacaciones, más horas de trabajo  y más tardías jubilaciones que le espera, el terreno de la demagogia estará fértil para un diestro y astuto demagogo. No dudo que Il Cavaliere –a menos que la salud o la prisión se lo impidan—se prepara para el retorno.

Y si no es él, entonces vendrá otro condottiere, el hombre salvador, el líder, el Duce al que con frecuencia se aferran sociedades frustradas y desorientadas; pues sin un consenso democrático labrado mediante la convicción y la persuasión –tareas que nadie está dispuesto a llevar a cabo en Italia por los momentos--, la austeridad que viene será profundamente resentida por un electorado apegado a su todavía robusto nivel de vida, que resiente lo que considera el maltrato de los mercados, y que puede ser presa fácil de una cruzada nacionalista en contra de la Europa franco-germana y el crecientemente aborrecido Euro.

Piacenza, Italia, Noviembre 2011
aromeroarticulos1@yahoo.com

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RAFAEL BELLO: FINAL EN PUERTAS

La cordura se resiente ante lo inconcebible y acciones desenfrenadas de tal magnitud que podría desembocar en situaciones impredecibles en Venezuela. Se busca crear un cuadro de impaciencia social con propósitos fuera de todo sentido racional. Estado insano que ha ido destruyendo mucho de lo que hizo posible la capacidad creadora y el buen juicio en la conducción de los destinos públicos. Frente a este estado de desequilibrio estructural, la cordura juega un papel de invalorable importancia en estos momentos aciagos de la República.
 El buen juicio toma cuerpo y desequilibra las provocaciones de la desesperación. Ante la actitud de proverbial racionalidad de diversos sectores de la nación, políticos y no políticos pero imbuidos de la necesidad imperativa del cambio, se opone la mentalidad del atraso alzado con el poder y el fracaso a cuestas. Por eso Venezuela quiere cambio. Y la actitud de las personas lo evidencia en todos los lugares sin temor alguno.
 No hay vuelta atrás y la democracia toma cuerpo en todas las regiones del país. Es un estado de conciencia colectiva que abraza un sentimiento más allá de las necesidades de subsistencia. Y ese sentimiento cobra cada día la fuerza del descontento ya indetenible –la respuesta- sin distingos de ninguna índole. La muestra evidente del aventurerismo político en sus bajas pasiones: iniquidad a densos sectores de la población.
 Esta situación que envuelve al país no deja lugar a equívocos de la marcha ascendente de la unidad nacional a la toma del poder para el saneamiento de la administración pública y la armonía social. Reconstrucción de Venezuela ante el estado de quiebra y atraso que la ignorancia alzada ha hecho posible durante estos años sombríos.
 La unidad nacional se encamina al predominio del civilismo en la sustentación de un gobierno legítimo y conducta intachable en el manejo de los fondos públicos. 
bello.rafael@yahoo.es

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PACIANO JOSÉ PADRÓN VALLADARES: DOS VECES POR QUÉ

         Dos preguntas, dos por qué: ¿por qué secuestran al grandeliga Wilson Ramos?, ¿por qué la eficiencia de las policías para liberarlo? Las respuestas son obvias. Wilson es un objetivo por su condición de grandeliga, se supone tiene dinero; pero hay mucho más, el secuestro del beisbolista es uno más en un país donde la vida y la propiedad están cada vez más disminuidas. De otro lado, la eficiencia policial en este caso está vinculada al escándalo internacional que surgió, el mundo miró hacia Venezuela con ojos escrutadores y críticas lacerantes. El régimen movió sus recursos, y lo logró; eso no ocurre con el ciudadano común, quien no encuentra respaldo alguno en los cuerpos policiales del régimen.  Me alegro por el rescate de Wilson Ramos, alegría que comparto con todos los venezolanos y con muchos más allá de nuestras fronteras.

         En el rescate operan todos los cuerpos policiales del régimen y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. La pesquisa movió a centenares de efectivos, y el operativo concluyó con una toma aérea y terrestre del lugar donde se hallaba el secuestrado. Hizo bien el gobierno al procurar y lograr el rescate. Lo criticable es que ésta sea una excepción; la norma es no hacer nada o muy poco; es como quien busca para no encontrar.

He llegado a la conclusión de que el régimen saca provecho de la delincuencia desatada, tal vez pretende amedrentar a los ciudadanos, someternos por terror. De lo contrario, es casi impensable tanta ineficiencia policial, tanta desidia y podredumbre en los cuerpos de seguridad. Es notorio que el tema de la delincuencia no está en la agenda del Presidente, eso no le preocupa, de eso no habla en sus interminables peroratas. Desde hace muchos años los venezolanos señalamos al crimen -robo, asesinatos y secuestros- como el más grave flagelo social, el que más afecta nuestra calidad de vida; así lo revela el 100 % de las encuestas.  No obstante, el silencio del amo del poder es evidente. En la campaña electoral hay que moverlo a debatir el tema, empujarlo al escenario de la confrontación sobre este asunto tan notable.

La corrupción policial ha llegado a tales niveles, que los ciudadanos tememos a los policías. En ellos no vemos al protector, al funcionario honesto y valiente que lo dará todo por nosotros, incluso jugarse la vida. Vemos en los policías otros delincuentes, del mismo o mayor peligro que los criminales comunes. Es impresionante y sin precedente el altísimo número de policías involucrados en delitos y asesinatos. En cada atraco de importancia, mediana o grande, hay uno o varios policías implicados. Aprovechan su posición privilegiada de autoridad, su arma y la información a la que tienen acceso, para delinquir con mayor facilidad y protección. Todos sabemos de la matraca y el chantaje. Los agentes policiales, en general, no son respetados, son temidos, como se le teme al delincuente.

Somos el país más violento de América, con la más alta tasa de homicidios. Somos el país de los secuestros y el paraíso del narcotráfico. Éramos, a escondidas, un país puente hacia Europa y América. Hoy somos un país consumidor y territorio libre de persecución a los traficantes, nos califican como narco-país. El régimen no hace nada contra el tráfico, menos aún la FAN y la policía. Lo podrido de los militares y de la fuerza del orden está al servicio de este abominable delito.

Si el único mal que tuviera el país fuese ésta desbordada y trágica delincuencia, tendríamos razón suficiente para decirle al Presidente ya basta, se le acabó el tiempo, Tte. Coronel Chávez.  Desgraciadamente hay más, mucho más. No lo podemos pelar. El 7 de octubre es el día.

PACIANO PADRÓN
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