A pesar de que los “Indignados” se presentan como un conglomerado espontáneo de elementos apolíticos y sin ideología determinada, todo indica que su aparición es una maniobra más de la izquierda internacional; un nuevo intento de levantar cabeza, después del desplome del comunismo y la Teología de la Liberación, de las pesadas derrotas electorales sufridas por los partidos socialistas en los últimos 20 años, y del fracaso de las tentativas más recientes para relanzar la ideología de Marx, como los “Foros Sociales Mundiales” realizados en varios países desde el año 2000.
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“Indignados” y lucha de clases: En la leyenda de la pinta, “Cómase al rico”, el logo comunista adaptado sugiere: mátelo con la hoz, cómalo con el tenedor que sustituye el martillo. |
Las artificiales crisis financieras y distorsiones económicas que desde 2008 mantienen en vilo a los países desarrollados, ofrecen el pretexto ideal para ensayar una nueva y diferente aventura izquierdista. Es en ese contexto que surgen los “indignados”, con fuertes indicios de que en ellos se funden la izquierda clásica y la revolución cultural neomarxista (neotribal, homosexual, femino-abortista, etc.).
¿Los salvadores del comunismo?
Ya su primera aparición en la Puerta del Sol de Madrid, en mayo pasado, fue saludada por el ex secretario general del Partido Comunista Español, Julio Anguita, con un artículo cuyo título lo dice todo: “Son los nuestros”. Afirmando que los “Indignados” le dan “la gratificante sensación de que volvemos de nuevo a galopar hacia Utopía” (ya sabemos de qué utopía se trata…), el veterano dirigente rojo convocó a sus raleados camaradas a sumarse a la protesta y “engrosar sus filas”, en nombre de “nuestra militancia comunista” [1].
Es obvio que existe una mano dirigiendo por detrás, pues esa “espontaneidad” está muy bien organizada… y muy bien financiada, como lo reveló —tal vez sin querer— Vanessa Zettler, joven manifestante brasileña del movimiento Ocupe Wall Street en Nueva York: “El comité de comida ofrece alimentación gratis”, declaró. “Las personas que donan alimento y dinero son las que (…) no pueden estar aquí” [2]. Curioso, en verdad: ¿por qué no pueden “estar aquí”? ¿Por qué no pueden aparecer? ¿Qué nos está siendo escondido en esas manifestaciones?
De hecho el rompecabezas de la protesta es complejo, por falta de información sobre su origen e inspiración ideológica. Sin embargo algunos datos comienzan ahora a aparecer, como los proporcionados por el destacado historiador y sociólogo italiano, Prof. Massimo Introvigne, en un artículo titulado Indignados, la Cuarta Revolución [3]. Y son bastante reveladores:
Raíces socialistas en una aparente vaguedad
El nombre “indignados” fue tomado de un pequeño libro publicado en Francia el año pasado. Su autor, Stéphane Hessel, de 93 años, es un veterano socialista vinculado al ex director del FMI Dominique Strauss-Kahn, personaje más conocido por su depravación moral que por su actuación pública.
El librito en cuestión se llama Indignez-vous! Pour une insurrection pacifique. (“¡Indígnense! – Por una insurreción pacífica”). Sus pocas páginas, dice Introvigne, son “de una pobreza desoladora”. Citando al periodista Pierre Marcelle, del diario ultraizquierdista “Libération”, que califica a Hessel de “un Papá Noel de la buena conciencia”, Introvigne muestra que el supuesto anticonformismo de “¡Indígnense!” no es más que “anticuado conformismo politicamente correcto, y deja la impresión de que para superar la crisis actual no hay necesidad de hacer sacrificios. Bastaría que los ‘malos’ que se han apoderado de la política y de la economía sean substituídos por ‘buenos’ de características muy vagas: leales, generosos, un poco antinorteamericanos y antiisraelíes, … y capaces de emocionarse por los ‘nuevos derechos’ revindicados por las feministas y los homosexuales” [4].
De Madrid a Roma, odio anticatólico
En esta aparente vaguedad ideológica, hay algo bien definido que diferencia a los “indignados” de otros movimientos de protesta anteriores: es su odio antirreligioso, sobre todo anticatólico: Introvigne recuerda que el teólogo español Javier Prades-López había advertido, en un reciente encuentro eclesiástico en Italia, que “desde el comienzo los “indignados” se las han tomado con la Iglesia y han terminado por contestar al Papa y a la Jornada Mundial de la Juventud”.
Ese odio se manifestó ahora, ¡y de qué manera!, en la publicitada jornada de protesta del día 15 de octubre. Ese día, en Roma, “indignados” asaltaron la iglesia de San Marcelino y San Pedro, destrozaron un crucifijo y una imagen de Nuestra Señora en tamaño natural, aparte de otros actos de vandalismo sacrílego. Con la participación de cientos de elementos del grupo anarquista “Black Bloc”, incendiaron también edificios públicos y vehículos, destrozaron comercios, etc., en una verdadera batalla campal contra la Policía, que conmocionó la ciudad y a todo el país, dejando decenas de heridos, y que fue descrita por el Vicario papal para Roma, Cardenal Agostino Vallini, como “escenas de guerrilla”.
Instrumentos de la “Cuarta Revolución”
Por lo mostrado hasta este momento, ¿qué opinión podemos formarnos del fenómeno “indignados”? Massimo Introvigne nos da un elemento clave de respuesta, al señalar con justeza que “para comprender a los “indignados” no bastan los analistas políticos. Hace falta una teología de la historia”. Y se remite a Plinio Corrêa de Oliveira, que “en su gran cuadro de la descristianización del Occidente, ‘Revolución y Contra-Revolución’ … veía a la Revolución (con ‘R’ mayúscula) como un proceso de progresiva destrucción de los lazos sociales que habían hecho cristiano a Occidente”.
Primero fueron destruidos “los lazos religiosos, con la ruptura del protestantismo con Roma; luego los lazos políticos orgánicos fundados sobre la riqueza de los cuerpos intermedios, sustituidos por una fría relación entre el ciudadano y el Estado moderno, con la Revolución francesa; por fin los lazos económicos, con el comunismo y la absorción de toda la vida económica por el Estado”. Y ahora le llega el turno a los lazos sociales y familares, y hasta a “los lazos del hombre consigo mismo, con la droga, la ideología de género, la eutanasia”. Es la revolución del caos, o “Cuarta Revolución”. “Los ‘indignados’ parecen ser al mismo tiempo la causa y el efecto de una Cuarta Revolución que ha llevado a sus últimas consecuencias la disgregación del cuerpo social, el aislamiento de todos de todos, y contra todos, el rechazo de toda responsabilidad, … la falta absoluta de perspectivas y, en el fondo, también de esperanza”.
O sea, los “indignados” son la versión más reciente de un proceso de deterioro moral y social iniciado con la decadencia de la Cristiandad medieval: la Revolución anticristiana, cuya meta es ni más ni menos que la destrucción de la sociedad civilizada, para implantar la anarquía. Y sólo una auténtica Contra-Revolución podrá atajarla. Cualquier interpretación del fenómeno fuera de esta perspectiva, estará necesariamente mutilada en su aspecto más esencial.
Notas
[1] “El Mundo”, 20-5-2011.
[2] “Folha de S. Paulo”, 12-10-2011.
[3] Cfr. La Bussola Quotidiana, 14-10-2011, http://www.labussolaquotidiana.it/ita/articoli-indignados-la-quarta-rivoluzione-3323.htm.
[4] Idem, ibid.
Fuente: Tradicion y Accion (Peru)
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