Un dato que se les escapa a la mayoría de los opinadores que ha comentado la reciente reunión en Caracas es que la fecha original de la convocatoria era para el julio pasado. Y que la programación hubo de ser pospuesta porque Esteban estaba malito en la Cuba de sus amores. Ya nada más que este indicio señalaba cuál es la verdadera razón del llamamiento: el afán de protagonismo del narcisista convocante, quien necesita ser el foco de la atención en todo momento. Toda la altisonante fronda verbal emitida durante la preparación y desarrollo del fasto no era sino el mascarón de proa. En verdad, otro tema se percibía como justificación: la tirria contra el imperio meeejmo que muestra. Pero solo de bemba para afuera. ¡Ni de vainas que va a antagonizar de veras al único cliente que le paga el petróleo en moneda dura!
La aproximación indirecta marcó el paso en esta ocasión. No se atacó directamente a la OEA —excepto por algo que dijo el modosito del Chaderton, tan obsecuente siempre— pero se dio los pasos para reemplazarla. Porque “ni los Estados Unidos ni Canadá son como nosotros; no hablan nuestra lengua”. De seguro que los surinameses y los barbadenses sí son igualitos y sí manejan el español. Es verdad que la OEA no es un dechado de eficiencia —sobre todo desde que Insulsa está al frente— pero buscar reemplazarla por algo que ni siquiera tiene reglas para la toma de decisiones es como mucho. ¡Pero hay que acabarla! Porque tiene unas instituciones que le estorban a esos arquetipos de demócratas que se han hecho con el poder en algunos países. Es que tanto a Elke Tekonté como a Ortega, Correa y Evo —para mencionar a unos pocos— la existencia de una Comisión de Derechos Humanos y de un tribunal internacional que atienda esa materia son un obstáculo para sus anhelos de acabar con la libertad de prensa, sus pretensiones de no responder por los desmanes que cometen contra sus conciudadanos y sus apetencias de poder omnímodo.
Esos y los demás presidentes que vinieron al festín. ¡Claro, ni bolsas que fueran! Unos vinieron con facturas por delante, o a defender los intereses de sus empresarios (México, Brasil, Uruguay, Colombia, Chile, Argentina); la mayoría, como chulos de Venezuela que son, con las manos extendidas de siempre. Tanto los “tírame-algo” de siempre (Cuba, Bolivia, Nicaragua) como los eventuales de las mininaciones del Caribe angloparlante consiguieron sus migajas. Que era lo que les interesaba. Todos se fueron con plata nuestra en sus maletines, porque saben que dentro de poco se les acaba la manguangua. Sea que el enfermito pele gajo, sea que alguien más capaz, más patriota y más honrado lo reemplace en Miraflores. Vilma y Cristina fueron tan descaradas que apenas logrado su cometido agarraron sus aviones y se fueron. No esperaron la foto final.
Mientras los cubiches y los nicas se iban buchones y con compromisos de hacerles refinerías ¡otras más para sobrepasar las veintena de las que ha ofrecido el Fementido!, las nuestras están trabajando a media máquina, o paradas, por esa mezcla insalubre de incapacidad de los “técnicos” y la desviación hacia bolsillos boliburgueses de dineros requeridos para el mantenimiento. Mientras colombianos y mexicanos celebran que sus mandatarios consiguieron que se les pagara parte de lo que alegremente incautó o compró Esteban, los venezolanos que han sufrido inicuas confiscaciones disfrazadas de “nacionalizaciones” y los empresarios nativos que dan viajes y más viajes a las oficinas gubernamentales para tratar de cobrar las deudas de años lo que consiguen son humillaciones.Caracas está empapelada con avisos donde Risarrita quiere hacernos creer que “Caracas siente la solidaridad” y que “Caracas celebra la paz”. Pero, es que el verbo “sentir” no implica solamente: “percibir sensaciones”, también tiene una acepción de: “padecer un dolor”, “sufrir un daño”. Sinceramente, creo que el caraqueño (y todos los venezolanos) entendemos esos carteles como que esa solidaridad, cuando nos la imponen a juro, cuando significa luz para la calle y oscuridad en la casa, ya no es tan virtud y amargamente se intuye más como resentimiento, como agravio. Y lo de celebrar…
¿A qué paz se refiere? Porque el montón de muertos todos los días, la gente tomándose la justicia por propia mano, el desgobierno imperando no son signos de paz propiamente. A menos que, como es frecuente en las comunicaciones y propagandas del régimen, hayan escrito mal. Que lo que intentaron fue explicar que “Caracas celebra a La Paz”. Era un tributo a Evo por su discurso acusando a los Estados Unidos por la contaminación; sin decir ni una palabra de la que generan los chinos. Pero es que a estos, ni con el pétalo de una rosa. Por órdenes de Suco Mandante…
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