Ya nadie en el mundo desconoce el éxito económico logrado tras las reformas del excepcional período 1975-81: el crecimiento acelerado y el incremento del standard de vida de todos los chilenos que ocurrió una vez que, a partir de 1975, los economistas liberales chilenos ganaron el dificilísimo combate contra la hiperinflación heredada del gobierno de Allende y realizaron, contra viento y marea, trascendentales reformas estructurales.
Como lo ha demostrado el economista Alvaro Donoso, al elevar la tasa de crecimiento del PIB per cápita desde 0,9% anual (1810-1983) a 4,3% anual (1984-2004), "el modelo chileno lleva a que los nietos puedan aspirar a ser 8,2 veces más ricos que sus abuelos".
Sin embargo, algunos economistas liberales fuimos también capaces de impulsar un original proceso de "democratización desde adentro". Fueron dos desafíos simultáneos:
a) convencer a un gobierno de emergencia, y legítimo de origen, a entregar el poder político, algo único en la Historia, y más aún hacerlo en el climax de su éxito económico,
b) construir una democracia con poderes limitados (la "democracia limitada" que consagró la Constitución de Estados Unidos, y que James Madison explicó brillantemente en El Federalista).
Los cuatro puntos de inflexión de esta epopeya fueron:
1. El modelo económico iniciado en 1975. La fuerza objetiva más potente detrás de la dinámica del retorno a la democracia fue el modelo económico de libre mercado y apertura al exterior que amplió los espacios de libertad individual, descentralizó el poder económico y social como no lo había hecho antes ningún gobierno, y finalmente creó una clase media propietaria que fue una aliada crucial en la transición hacia un estado de derecho y elecciones políticas.
2. La democracia laboral ya en 1979. El primer paso efectivo hacia la democracia se dio en 1979 con las elecciones sindicales que permitió el Plan Laboral. En efecto, la ley de organizaciones sindicales de junio de ese año estableció en Chile el sindicalismo libre y restauró la plena democracia laboral. En esos días William Thayer, ex Ministro del Presidente Eduardo Frei Montalva, denominó a la elección libre de miles de dirigentes sindicales "un ensayo general para el retorno a la democracia". Un año después, el mismo Thayer afirmó en una entrevista: "El Plan Laboral ha creado una total democracia sindical en un país que está todavía en una situación de emergencia. Es notable que haya sido en el área laboral donde la democracia haya sido primero restablecida". (Revista Qué Pasa, 24.7.80).
3. La Constitución aprobada en 1980. Los economistas liberales fueron miembros claves del "equipo civil" (así llamado por el historiador Gonzalo Vial C.) que logró la aprobación de la Constitución de 1980. Ella no sólo introdujo innovaciones que explican la estabilidad actual (segunda vuelta presidencial, iniciativa excluyente del Ejecutivo en materias de gastos e ingresos, protección efectiva del derecho de propiedad, libertad de trabajo sin restricciones gremiales, etc.), sino que contenía en sus disposiciones transitorias un cronograma detallado de retorno a la democracia, el cual se cumplió estrictamente. Tengo ante mí "copia fiel" del original del decreto ley No 3.464 firmado en la sesión de gabinete extraordinaria del viernes 8 de agosto de 1980 en que se selló el retorno a la democracia. Se titula "Constitución Política de la República", y lleva la firma de tres economistas liberales. Las incoherencias puntuales de ese texto con la concepción liberal (como senadores designados y comandantes en jefe votando con sus superiores civiles en un consejo de seguridad nacional) fueron modificadas consensualmente en la reforma del 2005, como era esperable y deseable.
4. Las "instituciones de la libertad" construidas durante la transición 1981-90. Fareed Zakaria en su libro "El Futuro de la Libertad" argumenta a favor de crear estas instituciones antes de llamar a elecciones de autoridades. Sin ellas sólo se tiene una "democracia iliberal", como aquellas que han jalonado la historia de América Latina y del Tercer Mundo. Pues bien, durante el período de transición (1981-1990), los economistas liberales lograron, entre otros avances de esta naturaleza, la libre creación de universidades privadas, la puesta en marcha del Banco Central autónomo (que ya había sido incorporado a la Carta Fundamental), la apertura a la televisión privada, y la Ley Constitucional Minera.
Todo lo anterior no fue un mero documento con ideas o un plan de acción, sino que algo que se hizo, y que se hizo en muy difíciles circunstancias internas y externas.
El proceso chileno constituye la experiencia más exitosa de "redemocratización desde adentro" del siglo XX.
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