Las cadenas de la esclavitud solamente atan las manos: es la mente lo que hace al hombre libre o esclavo. Franz Grillparzer
1.- EL BARBUDO EMBLEMA DEL PASADO. PEDRO BENÍTEZ
2.- PASO A PASO, MANUAL PARA EL FIN DE UNA DICTADURA. MOISES NAIM
3.- MÍSTER VENEZUELA 2012. LUIS HOMES JIMÉNEZ
La Fuerza de la esperanza se mueve. Esfuérzate, anímate y trabaja. Solo faltan 688 días. Artículo 231. Constitución de 1999. El nuevo Presidente tomará posesión el 10/01 del primer año de su período constitucional.- @raulamiel
EL BARBUDO EMBLEMA DEL PASADO. PEDRO BENÍTEZ
Incapaz de asumir por lo menos algunas de las reformas políticas y económicas que demanda el mundo moderno, Cuba se exhibe como un Jurassic Park poco menos cruel que el otro que queda del mundo bipolar: Corea del Norte.
En enero de 1959 Fidel Castro afirmó en una entrevista para la televisión norteamericana que se afeitaría la barba cuando cumpliera con la promesa de un buen gobierno para Cuba.
Como vemos nunca se la afeitó.
La barba de los guerrilleros que bajaron de la Sierra Maestra para tomar el poder en Cuba fue un símbolo, un gesto de rebeldía, un emblema de lucha, y poco después una moda. Como sabemos, los símbolos y las imágenes son muy poderosos en la psicología humana.
Ha pasado más de medio siglo desde la entrada de Fidel y sus barbudos en La Habana. Castro no sigue exhibiendo la misma barba.
Encanecida y desgastada, todavía es un símbolo, pero del pasado. La figura del revolucionario y dictador es de otra época, anclada en 1961, al igual que su país.
En su momento, casi toda una generación de cubanos se entusiasmó con la esperanza de crear una nueva sociedad. Pero como otros déspotas, Fidel Castro se aprovechó de las circunstancias para supeditar el destino de su pueblo, al suyo propio, aun después que todas las evidencias demostraron que el proyecto socialista cubano no iba a ninguna parte.
Fidel Castro, que encarna en él mismo al régimen cubano, nunca entendió (o no quiso entender) que el mundo cambió porque permanentemente está cambiando.
Su actitud ante la invasión soviética a Checoslovaquia puso de manifiesto la verdadera naturaleza de sus intenciones. No quiso entender las causas y consecuencias de las reformas económicas que emprendieron los gobiernos comunistas de China y Vietnam en los ochenta.
No atendió a los argumentos de Gorvachov en favor de la Perestroika para la propia Cuba. Ni la decisión de los sandinistas de convenir a unos resultados electorales en 1990.
La mayoría de los presidentes norteamericanos que Fidel Castró enfrentó ya dejaron este mundo.
Obama ni siquiera había nacido cuando la invasión a Playa Girón.
Y así, ha sacrificado terrible, cruel e innecesariamente a la sociedad cubana luego del colapso del bloque soviético y el fin de la Guerra Fría. La ayuda venezolana desde 1999 no ha hecho más que extender la agonía.
Incapaz de asumir por lo menos algunas de las reformas políticas y económicas que demanda el mundo moderno, Cuba se exhibe como un Jurassic Park poco menos cruel que el otro que queda del mundo bipolar: Corea del Norte.
No es aventurado especular que varios de los delegados al VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, a realizarse el próximo abril, son concientes de que el cambio es inevitable.
PASO A PASO, MANUAL PARA EL FIN DE UNA DICTADURA. MOISES NAIM
¿Por qué Egipto y no Marruecos? ¿Por qué en China sigue mandando el Partido Comunista pero se hundió la Unión Soviética? ¿Por qué Fidel Castro ha sobrevivido en el poder y Augusto Pinochet no?
En fin, ¿qué determina que algunas dictaduras sean depuestas y otras se perpetúen? Las razones son tan variadas como la naturaleza misma de estos regímenes. Hay dictaduras que son totalitarias y brutalmente represivas. Otras son "dictablandas" que intentan hacerse pasar por democracias: organizan elecciones que nunca pierden, toleran una oposición anémica y permiten periódicos "libres" que pocos leen. Muchas necesitan del sostén de potencias extranjeras.
Arabia Saudita depende de Estados Unidos; Belarús, de Rusia, y Corea del Norte, de China. Y, claro está, la historia, la cultura y la religión fortalecen ciertas monarquías despóticas. Aunque cuando un pueblo se harta y sale a la calle dispuesto a morir por la libertad -y el ejército no lo masacra- no hay cultura, historia, religión ni potencia extranjera que salve a un déspota. Pero ¿qué hace que esto ocurra?
Los militares son siempre el actor determinante. Todas las tiranías dependen de ellos.
El cambio. Los cambios económicos, sociales o internacionales pueden disparar procesos "matadictaduras". Los autócratas no conviven bien con las reformas. Incluso los gobiernos revolucionarios que inicialmente promueven grandes transformaciones terminan manejando mal los cambios.
En la Unión Soviética, la liberalización económica, que comenzó siendo gradual, escaló hasta desbordar al régimen. El sha de Irán pagó las consecuencias de una modernización que resultó demasiado acelerada para su pueblo. En contraste, en la China de hoy un súbito freno a su veloz crecimiento económico es la principal amenaza al régimen.
La vejez. Los gobiernos también envejecen. Ver y oír a Hosni Mubarak pronunciando discursos totalmente desconectados de lo que estaba pasando en las calles es el más reciente ejemplo de una dictadura aislada de su pueblo y del mundo, lenta en reaccionar y que, a pesar de sus costosos servicios de inteligencia, estaba patéticamente mal informada. Hay dictaduras que fallecen por "viejas", no sólo debido a la avanzada edad o a la muerte de sus líderes, sino por la esclerosis de sus vetustas estructuras de gobierno.
La pelea por el botín. A veces la caída de un régimen se produce por peleas entre las elites en el poder y no entre el pueblo y su gobierno. Las dictaduras habitan en un ecosistema de privilegios, alianzas y codependencias con los más variados actores: los militares, líderes regionales, grupos económicos y políticos, medios de comunicación, líderes religiosos, aliados extranjeros, etcétera. A veces este delicado equilibrio de poderes se rompe, lo que desencadena enfrentamientos que pueden llevar al fin del régimen. Algo de esto pasó recientemente en Túnez.
Errores mortales. Las autocracias pocas veces pagan altos precios por sus equivocaciones. Esto, en combinación con la propensión de los dictadores a rodearse de ayudantes que temen criticarlos o expresar desacuerdos, crea un ambiente donde los errores son frecuentes. Y alguno puede llegar a acabar con el régimen. Saddam Hussein es un buen ejemplo de esto. O el general Leopoldo Galtieri, que en 1982 decidió que era una buena idea invadir las islas Malvinas.
El contagio. La democratización de Portugal y la de España vinieron muy juntas. También la de los países del Cono Sur de América. Y la de Europa central. Ahora, después de Túnez, vino Egipto. No hay duda de que la muerte de una tiranía irradia esperanzas en otros países gobernados por dictadores y sirve de ejemplo y estímulo para quienes se oponen al régimen. La libertad es contagiosa.
La información. Un pueblo mejor informado de los abusos y la corrupción de sus autoridades, enterado de cómo se vive y se gobierna en otros países y que, además, se puede conectar y coordinar fácilmente con otras personas que, en su misma ciudad o en el otro lado del mundo, piensan igual, es un pueblo peligroso para una dictadura. Está claro que las tecnologías que informan y conectan a la población son un nuevo dolor de cabeza para los autócratas.
Esta lista no es exhaustiva y además siempre hay más de uno de estos factores en juego. También es cierto que estos elementos a veces no bastan y hay dictaduras que, a pesar de todo lo anterior, sobreviven. Pero siempre el actor determinante -y poco predecible- son los militares. Todas las tiranías dependen de ellos. A veces los militares están exclusivamente al servicio del tirano. En otros casos, cambian de parecer y deciden defender a su patria y no al régimen.
Al final, lo único que cuenta es si los militares están dispuestos a disparar contra sus compatriotas. Cuando se niegan a hacerlo, nace la libertad.
MÍSTER VENEZUELA 2012. LUIS HOMES JIMÉNEZ
En la preparación del escenario político para el año electoral 2012, la oposición y alternativa democrática debe ser muy seria y responsable, evitando caer en simplismos y banalidades que la alejen del deseo estructural de cambio que, a mi juicio, está reclamando desde muy profundo la sociedad venezolana.
Por ahora ha existido un deseo de centrar el tema del año 2012 en la elección de un candidato presidencial único, cuestión importante pero no esencial ni definitivo para poder estructurar una alternativa de cambio. La elección de un candidato debe ser parte de una estrategia unificadora global que permita salir del Presidente de una manera democrática y civilizada, aun con todas las variables en contra del abuso del poder del gobierno. Y de unas instituciones complacientes, interesadas en una actitud servilista orientadas a la perpetuidad de Hugo Chávez en el poder.
Esa estrategia global unificadora 2012 debe pasar por: ( i) un programa efectivo de gobierno en las alcaldias y gobernaciones donde la oposición ejerce funciones ejecutivas (ii) un plan motivador a las clases afines al chavismo, que tenga como fin descubrir las mentiras del gobierno sobre la atención a las necesidades básicas de la población (iii) un plan de realista de reconstrucción en todos los ámbitos de la vida nacional que comprenda el corto, mediano y largo plazo y que indique los sacrificios y beneficios a los que sería sometido la población en ese necesario plan de ajuste (iv) el compromiso de trabajo sostenido de todos los partidos políticos de apoyar las iniciativas anteriores y el diseño de iniciativas concretas, por partido políticos y por regiones, para que esto puede llevarse a cabo en los próximos dos años ; y, (v) por último, la necesaria realización de unas primarias para la selección del candidato unitario.
Si nosotros nos centramos en discutir solo nombres (por cierto todos los mencionados hasta ahora muy validos y con el perfil necesario para liderar este proceso) desconociendo la importancia que pueden jugar otros elementos y variables como los mencionados, la elección de un candidato opositor puede parecer similar a la elección de un Míster Venezuela y convertirse, para jolgorio y festín del oficialismo, en una banalidad política que consolidaría el poder hegemónico por mucho más tiempo.
Así que, estimados amigos y compatriotas de la Mesa de Unidad Democrática y de la oposición en general: Aportemos las ideas que sean necesarias y a trabajar con ahínco y seriedad por la tarea que ya nos parece encomendada. Sin poses ni show.
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