En los triunfos electorales de José Mujica en Uruguay, Sebastián Piñera en Chile, Laura Chinchilla en Costa Rica, Juan Manuel Santos en Colombia y Dilma Rousseff en Brasil, podemos observar un estadio superior de desarrollo político con respecto a nuestro país. Desde luego son obvias las diferencias entre uno y otro caso. Aunque Piñera haya dicho que la “idea de derecha e izquierda pierde vigencia” a ojos de la opinión el sistema político de Uruguay y Brasil se mueve más hacia la izquierda y el de Colombia, Chile y Costa Rica más hacia la derecha, pero en todos está presente el sistema político que se fundamenta en el imperio de la ley, la capacidad republicana de la democracia y las tradiciones de tolerancia y pluralismo.
Es innegable que los diferentes resultados alcanzados han dependido de factores políticos referidos a la estabilidad de la vida pública en esos países y a la calidad democrática con que han ejercido el poder los ex-presidentes: Tabaré Vázquez, Uruguay; Álvaro Uribe Vélez, Colombia; Michelle Bachelet, Chile; Oscar Arias, Costa Rica y Luis Inacio Lula da Silva, Brasil, quienes demostraron con avances democráticos capacidad y eficacia para sortear los difíciles problemas económicos y sociales por la crisis, y en algunos casos para superarlos. Todos ellos ejercieron el gobierno como expresión del poder, en el marco de la Constitución y la ley; guardaron los principios de las libertades públicas con jerarquía institucional; respetaron la independencia de las funciones judiciales y legislativas, y al cumplir su mandato, dentro de la legalidad, realizaron elecciones libres enmarcadas en un paisaje cívico vertebrado.
En estos años el fenómeno democrático sigue siendo la nota dominante de la política latinoamericana. Se está imponiendo la cultura de la negociación política el respeto a las discrepancias, en la tolerancia de las ideas ajenas y en la disposición de la parte de la verdad que pudieran tener.
Es necesario mencionar nuestro caso que constituye una excepción a lo antes señalado, pues, Venezuela no sólo continua inmersa en la crisis económica, si no que sufre un retroceso y un grave deterioro político a pesar de haber sido una república que contaba con una democracia institucionalizada. Hoy es el único país del continente que intenta reeditar el régimen comunista de Cuba o la desparecida Unión Soviética.
El proceso que viene desarrollando en Venezuela el gobierno de Hugo Chávez para suprimir las libertades civiles y políticas, así como los derechos de expresión e información, registra acciones, amenazas e incidencias cada vez más graves y desafiantes. Todo cuanto se pueda decir en torno a la realidad venezolana en los últimos doce años es poco. El nuestro es un país donde la Constitución se somete al poder y el poder a los intereses privados de quien lo detenta. Hoy se destaca en la gestión del actual gobierno el objetivo preeminente de establecer un régimen dictatorial, ya que no solo ha aprobado leyes que violan el espíritu y la letra de la Constitución, sino también vacía a la Asamblea Nacional de su función legislativa y fiscalizadora de la actuación del presidente.
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