miércoles, 19 de enero de 2011

OPINIONES DE LUDWIG VON MISES y VIRGINIA TUCKEY EN TRIBUNA LIBERTARIA. COMPENDIO OPINÁTICO. RAUL AMIEL. 19/01/11.

"Ocurra lo que ocurra, aun en el día mas borrascoso, las horas y el tiempo pasan." William Shakespeare

*LA INTOLERANCIA DE LOS INTELECTUALES. LUDWIG VON MISES (·)
* ¡DEMAGOGOS!- VIRGINIA TUCKEY

Esfuérzate, anímate y trabaja. Solo faltan 721 días. Artículo 231. Constitución de 1999. El nuevo Presidente tomará posesión el 10/01 del primer año de su período constitucional.- @raulamiel

LA INTOLERANCIA DE LOS INTELECTUALES. LUDWIG VON MISES (·)

Un observador superficial de las ideologías actuales podría fácilmente dejar de apreciar la predominante intolerancia de los formadores de la opinión pública y las maquinaciones que hacen inaudibles las voces de los disidentes.

Parece haber desacuerdo en relación con asuntos considerados como importantes. Comunistas, socialistas e intervencionistas y las distintas sectas y escuelas de estos partidos están luchando entre sí con tanto celo que se distrae la atención de los dogmas fundamentales con respecto a los cuales hay un acuerdo total entre ellos.

Por otro lado, los pocos pensadores independientes que tienen el coraje de cuestionar estos dogmas están prácticamente fuera de la ley y sus ideas no pueden llegar al público lector. La tremenda máquina de la propaganda y el adoctrinamiento “progresistas” han tenido mucho éxito en imponer sus tabúes. La intolerante ortodoxia de las autocalificadas como escuelas “no ortodoxas” domina el panorama.

Este dogmatismo “no ortodoxo” es una mezcla contradictoria y confusa de distintas doctrinas incompatibles entre sí. Es el peor de los eclecticismos, una ristra confusa de conjeturas tomada de mentiras y errores explotada desde hace mucho. Incluye cosas de muchos autores socialistas, tanto “utópicos” como “marxistas científicos”, de la Escuela Histórica Alemana, de los fabianos, de los institucionalistas estadounidenses, de los sindicalistas franceses y de los tecnócratas. Repite errores de Godwin, Carlyle, Ruskin, Bismarck, Sorel, Veblen y una serie de hombres menos conocidos.

El dogma esencial de este credo declara que la pobreza es el resultado de instituciones sociales inicuas. El pecado original que privó a la humanidad de la vida feliz del Jardín del Edén fue el establecimiento de la propiedad y la empresa privadas. El capitalismo sirve solo a los intereses egoístas de los duros explotadores. Condena a masas de hombres honrados a un progresivo empobrecimiento y degradación.
Lo que se necesita para hacer próspera a toda la gente es controlar a los avariciosos explotadores por medio del buen dios llamado Estado. La búsqueda del “servicio” debe sustituir a la búsqueda del “beneficio”. Por suerte, dicen, ni la intriga ni la brutalidad por parte de los infernales “realistas económicos” puede sofocar el movimiento de la reforma. La llegada de una era de planificación centralizada es inevitable. Entonces habrá abundancia para todos.

Quienes ansían acelerar esta gran transformación se llaman a sí mismos progresistas, precisamente porque pretenden estar trabajando para la realización de algo que a la vez es deseable y está de acuerdo con las leyes inexorables de la evolución histórica. Menosprecian como reaccionarios a todos los que se comprometen en el vano esfuerzo de detener lo que ellos llaman progreso.

Desde el punto de vista de estos dogmas, los progresistas defienden ciertas políticas que, según dicen, podrían aliviar inmediatamente a la mayoría de las masas sufrientes. Por ejemplo recomiendan la expansión del crédito y aumentar la cantidad de dinero en circulación, salarios mínimos decretados e impuestos por el gobierno o por la presión y la violencia de los sindicatos, el control de los precios de productos y rentas y otras medidas intervencionistas.

Pero los economistas han demostrado que todos esos remedios no consiguen alcanzar esos resultados que sus defensores quieren obtener. Su resultado es, desde el mismo punto de vista de quienes los recomiendan y recurren a su ejecución, incluso menos satisfactorio que el estado de cosas previo que se pretende alterar. La expansión del crédito genera la recurrencia de crisis económicas y periodos de depresión. La inflación hace que aumenten los precios de todos los productos y servicios. Los intentos de forzar al alza los salarios respecto del mercado no intervenido habrían resultado producir un desempleo masivo prolongado año a año. Los límites de precios generan una caída en la oferta de productos afectados. Los economistas han probado estos teoremas de una forma irrefutable. Ningún pseudoeconomista “progresista” ha tratado nunca de refutarlos.

La acusación esencial de los progresistas contra el capitalismo es que la recurrencia de crisis y depresiones y desempleo masivo es una característica esencial de éste. La demostración de que estos fenómenos, por el contrario, son el resultado de los intentos intervencionistas de regular el capitalismo y mejorar las condiciones del hombre común da a la ideología progresista el golpe de gracia.

Como los progresistas no están en disposición de presentar ninguna objeción sostenible a las enseñanzas de los economistas, tratan de ocultarlas de la gente y especialmente de los intelectuales y los estudiantes universitarios. Cualquier mención de estas herejías está estrictamente prohibida. Sus autores son insultados y se disuade a los estudiantes de que lean sus “locuras”.

Tal y como ven las cosas los dogmáticos progresistas, hay dos grupos de hombres diputándose qué parte de la “renta nacionales” deben apropiarse. La clase los propietarios (los empresarios y los capitalistas a los que se refieren a menudo como “directores”) no está dispuesta a dejar al “trabajo” (es decir, salariados y empleados) más que un mínimo, solo poco más que la mera subsistencia. El trabajo, como puede entenderse fácilmente, ante la avaricia de los directores, se inclina a escuchar a los radicales, a los comunistas, que quieren expropiar completamente a aquéllos.

Sin embargo la mayoría de la clase trabajadora es lo suficientemente moderada como para no caer en un excesivo radicalismo. Rechazan el comunismo y están dispuestos a contentarse con algo menos que la confiscación total de las rentas “no ganadas”. Buscan la solución intermedia en la planificación, el estado de bienestar, el socialismo.

En esta polémica, los intelectuales que supuestamente no pertenecen a ninguno de los dos bandos opuestos se dice que actúan como árbitros. Ellos (los profesores, los representantes de la ciencia, y los escritores, los representantes de la literatura) deben rechazar a los extremistas de cada grupo, tanto a aquéllos que recomiendan el capitalismo como a quines apoyan el comunismo. Debemos alinearnos con los moderados. Debemos estar con la planificación, el estado de bienestar, el socialismo; y ellos deben apoyar todas las medidas pensadas para acabar con la avaricia de los directores e impedir que abusen de su poder económico.
No hay necesidad de entrar de nuevo en un análisis detallado de todas las falacias y contradicciones implícitas en esta forma de pensar. Baste con señalar tres errores fundamentales.

El gran conflicto ideológico de nuestro tiempo no es una lucha acerca de la distribución de la “renta nacional”. No es una disputa entre dos clases, cada una de las cuales está ansiosa por apropiarse de la mayor parte posible de una suma total disponible para distribuir. Es una disputa respecto de la elección del sistema más adecuado de organización económica de la sociedad.

La cuestión es cuál de los dos sistemas, el capitalismo o el socialismo, proporciona una mayor productividad al trabajo humano por mejorar el nivel de vida de la gente. La cuestión es asimismo si el socialismo puede considerarse como un sustitutivo del capitalismo, si cualquier gestión racional de las actividades de producción, es decir, gestión basada en el cálculo económico, puede realizarse bajo condiciones socialistas.

La intolerancia y el dogmatismo de los socialistas se manifiestan en el hecho de que se niegan tercamente a entrar a examinar estos problemas. Para ellos que el capitalismo es el mayor de todos los males y el socialismo la encarnación de todo lo bueno es una conclusión decidida de antemano. Cualquier intento de analizar los problemas económicos de una comunidad socialista se considera un crimen de lesa majestad. Como las condiciones de los países occidentales no permiten aún la liquidación de esos delincuentes al estilo ruso, les insultan y vivifican, generan sospechas sobre sus motivos y les boicotean.

No hay diferencia económica entre socialismo y comunismo. Ambos términos, socialismo y comunismo, denotan el mismo sistema de organización económica de la sociedad, es decir, el control público de los medios de producción frente al control privado de los medios de producción, el capitalismo. Los dos términos, socialismo y comunismo, son sinónimos. El documento que todos los socialistas marxistas consideran como el fundamento inamovible de su credo se llama el Manifiesto Comunista. Por otro lado, el nombre oficial del imperio comunista ruso es la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

El antagonismo entre los actuales partidos comunistas y socialistas no afecta al objetivo último de sus políticas. Se refiere principalmente a la actitud de los dictadores rusos de subyugar tantos países como les sea posible, en primer lugar Estados Unidos. Se refiere además a la cuestión de si la consecución del control público de los medios de producción debería alcanzarse por métodos constitucionales o por un derrocamiento violento del gobierno en el poder.

Tampoco los términos “planificación” y “estado de bienestar” tal y como se usan en el leguaje de economistas, estadistas, políticos y otra gente significan algo distinto del objetivo final del socialismo y el comunismo. Planificación significa que el plan del gobierno debería sustituir a los planes de los ciudadanos individuales. Significa que debería privarse a los empresarios de la capacidad de emplear su capital de acuerdo con sus propios designios y debería obligárseles a cumplir incondicionalmente las órdenes emitidas por una oficina central de planificación. A esto se suma la transferencia del control de empresarios y capitalistas al gobierno.

Por tanto, es un grave error considerar al socialismo, la planificación o el estado de bienestar como soluciones al problema de la organización económica de la sociedad que diferiría de la del comunismo y tendría que estimarse como “menos absoluta” o “menos radical”. El socialismo y la planificación no son antídotos para el comunismo, como mucha gente parece creer. Un socialista es más moderado que un comunista en la medida en que no entrega a agentes rusos documentos secretos de su propio país y no planea asesinar a burgueses anticomunistas. Por supuesto, es una diferencia importante. Pero no tiene ninguna relación en absoluto con el objetivo final de la acción política.

El capitalismo y el socialismo son dos patrones distintos de organización social. El control privado y el control público de los medios de producción son ideas contradictorias y no simplemente ideas contrarias. No existe una economía mixta, un sistema que pueda estar a medio camino entre el capitalismo y el socialismo.

Quienes defienden lo que se cree erróneamente una solución intermedia no recomiendan un compromiso entre capitalismo y socialismo sino un tercer patrón que tiene sus propias características particulares y debe ser juzgado de acuerdo con sus propios méritos. Este tercer sistema que los economistas llaman intervencionismo no combina, como dicen sus defensores, algunas de las características del capitalismo con algunas del socialismo. Es algo completamente distinto de ambos.

Los economistas que declaran que el intervencionismo no consigue esos fines que sus defensores quieren alcanzar sino que empeoran las cosas (no desde el propio punto de vista de los economistas, sino desde el mismo punto de vista de los defensores del intervencionismo) no son intransigentes ni extremistas. Simplemente describen las consecuencias inevitables del intervencionismo.

Cuando Marx y Engels defendían en el Manifiesto Comunista medidas intervencionistas concretas, no querían recomendar un compromiso entre socialismo y capitalismo. Consideraban esas medidas (por cierto, las mismas medidas que hoy son la esencia del New Deal y el Fair Deal) como primeros pasos en el camino hacia el establecimiento de comunismo completo. Ellos mismos describían estas medidas como “económicamente insuficientes y no sostenibles” y las pedían solo porque “en el curso del movimiento se sobrepasan, exigen más avances al viejo orden social y son inevitables como medio de revolucionar completamente el modo de producción”.

Por tanto la filosofía social y económica de los progresistas es un alegato a favor del socialismo y el comunismo.

(·) Ludwig von Mises es reconocido como el líder de la Escuela Austriaca de pensamiento económico, prodigioso autor de teorías económicas y un escritor prolífico. Los escritos y lecciones de Mises abarcan teoría económica, historia, epistemología, gobierno y filosofía política. Sus contribuciones a la teoría económica incluyen importantes aclaraciones a la teoría cuantitativa del dinero, la teoría del ciclo económico, la integración de la teoría monetaria con la teoría económica general y la demostración de que el socialismo debe fracasar porque no puede resolver el problema del cálculo económico. Mises fue el primer estudioso en reconocer que la economía es parte de una ciencia superior sobre la acción humana, ciencia a la que llamó “praxeología”.
Nota de TL.-  Extraído de The Anti-Capitalistic Mentality (1954).- 57 años de publicado y sigue más vigente que nunca.


¡DEMAGOGOS!- VIRGINIA TUCKEY

El 8 de enero pasado, en la ciudad de Tucson, estado de Arizona, Jared Lee Loughner hirió a trece personas y mató a otras seis. Entre los heridos se encuentra la congresista demócrata Gabrielle Giffords; y entre los muertos, el juez federal John Roll, quién fuera nominado en su momento por el ex presidente republicano George W. Bush.

Minutos después de la masacre, la noticia empezó a correr por todos los medios. Lo primero que se supo es que la congresista estaba muerta, que el autor del hecho era miembro del Tea Party y ex combatiente en Afganistán (esto último expresado por la senadora demócrata Linda López). Lo que se supo más tarde, es que toda esa información era FALSA.

Los datos concretos y verdaderos son los siguientes: Jared L. Loughner es oriundo del Condado de Pima, Arizona. Tiene 22 años. Consumidor de drogas alucinógenas, y dueño de un récord de denuncias en su contra. Entre su literatura favorita destaca “El Manifiesto Comunista” de Karl Marx, y “Mi Lucha” de Adolf Hitler. Quienes lo conocen manifestaron que este personaje siempre presentó signos de inestabilidad emocional y comportamientos extraños. Hace unos meses atrás, compró un Glock 9mm, arma que usó para el crimen. No es miembro del movimiento Tea Party. Fue rechazado cuando intentó alistarse en la milicia de su país. Su víctima más resonante, la congresista Gifford, no está muerta.

Cuando toda la información errónea fue desechada; el periodismo, los medios y algunos políticos demócratas se dieron cuenta que fue poco inteligente la intentona de crear un perfil falso de Loughner para hacerlo pasar por un ultra conservador. Por lo tanto, después del tropiezo, se apeló al uso del arma que la izquierda mejor sabe usar, la demagogia.

La frase que se instaló de modo masivo fue “Heated Speech” o “Heated Rhetoric” (discurso acalorado – retórica acalorada). Con estos “slogans” conectaron inmediatamente a los miembros del Tea Party, acusándolos de hablar demasiado, de manera odiosa (léase “desenmascarar los planes socialistas de Obama y defender la constitución”), incitando así a la violencia. Por lo tanto (según la “lógica” demócrata), el culpable de la masacre no era el inestable Loughner, sino las figuras más representativas del movimiento conservador; Sarah Palin, Glenn Beck y Rush Limbaugh.

Como prueba contundente para sostener las acusaciones, se refirieron a un mapa de Estados Unidos que fue colgado en el sitio www.sarahpac.com. En el mismo se podían ver varios estados apuntados como blancos u objetivos. Esto hacía referencia a los lugares dónde el poder recaía en manos demócratas, y dónde había que trabajar en la difusión del mensaje conservador para conseguir más cantidad de votos que los contrincantes. No es un chiste, esa fue la prueba.

A pesar de todo, una vez más, la hipocresía de los demagogos saldría a la luz. Condenados por la verdad y los archivos, pudimos enterarnos, que tiempo atrás, el hoy presidente Barack Obama había dicho (refiriéndose a los republicanos) "If they bring a knife to the fight, we bring a gun." (si ellos traen un cuchillo, nosotros traeremos un arma (de fuego)”. Tampoco quedó atrás el vicepresidente Biden cuando expresó “"If I hear one more Republican tell me about balancing the budget, I am going to strangle them." (Si escucho a un republicano más hablarme de equilibrar el presupuesto, lo estrangulo).

También quedaron al descubierto cuando se supo que los círculos usados en el mapa de Palin, no hacían referencia a la mira telescópica de un rifle, sino que es un símbolo estándar usado por el “US Geological Survey” para indicar un punto principal. De hecho, el dibujo que sí usó símbolos que hacían referencia al tiro al blanco, fue un mapa diseñado por los mismos demócratas, en el cuál, al pie del mismo, se podía leer la leyenda “detrás de las líneas enemigas”. Datos estos, lo suficientemente candentes, como para que ningún periodista de la “mass media” acusadora se hiciera eco del “heated speech” de la izquierda.

Todo este aparato difamador, llevó a Palin a expresarse públicamente acerca de lo sucedido y de las acusaciones que recaían sobre ella y el movimiento que lidera. Manifestó su total repudio hacia el hecho violento sucedido en Tucson. 

Llamó a la reflexión sobre la paranoia instalada, citando una expresión de Reagan que dice “debemos objetar la idea que cada vez que la ley se rompe, la culpable es la sociedad y no el criminal”. Hizo manifiesta su indignación con aquellos que quieren endilgarle un crimen que no cometió, para lo cual usó la expresión “blood libel” (libelos o calumnias de sangre). Por esta enunciación, Palin fue acusada nuevamente de expresarse mal y faltar el respeto a la comunidad judía. La respuesta en defensa de la ex gobernadora de Alaska fue hecha por el profesor de Harvard Alan Dershowitz, explicando que “el uso de esta expresión forma parte de la lengua inglesa para referirse a falsas acusaciones que recaen sobre alguien”, y que por lo tanto, Palin la uso del “modo correcto”. También, miembros de la comunidad judía americana, seguidores de la líder conservadora, expresaron su apoyo a la misma y rechazaron la idea que la connotación de la frase ‘blood libel’ responda a fines anti semitas en el contexto en que Palin lo expresó.

Todas estas idas y venidas, ataques y defensas, acusaciones y contestaciones, fue lo que ocupó la atención de los americanos durante la última semana. El resto del mundo, por supuesto, se enteró de los hechos y del debate que se generó. Como no podía ser de otra manera, al cruzar la frontera, la información llegó a medias. Tal es el caso, de la nota escrita por Andy Judd para el diario argentino Perfil, publicada el día 14 de enero. El título dice: “Sarah Palin no vio el borde del precipicio”. 

En el mismo, asegura que Palin DENOSTÓ a sus ENEMIGOS. Asegura que “los analistas de los medios de comunicación, vieron en Palin nuevamente una figura desentonada”; y reclama furioso y sorprendido que “para colmo llegó a decir en el video que ‘si los hombres y mujeres fueran ángeles, no habría necesidad de gobernarlos’”. Para demostrarles a sus lectores que el peso de la razón recae sobre su análisis afirmó que “los críticos norteamericanos en general rechazaron su explicación (la de Palin) mencionando que apenas se acordó del sufrimiento de las victimas en su larga alocución”.

Lo curioso de la nota de Judd, es que nunca aclara quienes fueron los analistas espantados con los discursos de Palin, tampoco habla de cuál es la reacción de la mayoría de los norteamericanos ante el comportamiento de los medios. Otra cosa para destacar, es que este individuo pareciera desconocer que hoy en día existe internet, lo que nos da acceso directo al discurso de Sarah Palin y refuta de manera contundente sus afirmaciones y percepciones sobre la figura desentonada de la líder conservadora, y sobre su denostador discurso. Quién entienda inglés y esté interesado en ver el video, se dará cuenta que Judd se equivocó de canal.

Lo más aberrante de esta nota, es el espanto con el autor cual se expresa ante la frase “si los hombres y mujeres fueran ángeles, no habría necesidad de gobernarlos”. Para empezar, la traducción que se hizo no fue exacta, lo que Sarah Palin dijo fue “Si los hombres y mujeres fueran ángeles, no habría necesidad de tener un gobierno”. Hay una gran diferencia entre tener un gobierno que está destinado a proteger el sistema institucional republicano a tener un sistema que gobierna directamente a los hombres.

De todos modos, no es la traducción lo controversial, sino la percepción de alarma que tuvo el redactor sobre la frase misma. Este enunciado es original de James Madison, a quien se lo recuerda como el “Padre de la Constitución de los Estados Unidos de América”. Fue publicada en el paper número 51 del Federalista cuando se debatía el sistema por el cual se iban a regir los estados, y es una de las más recordadas ya que la filosofía que nace a partir de ese pensamiento está directamente relacionada con la formación del sistema que rige en Estados Unidos, y que –no nos olvidemos- tantos beneficios trajo al mundo entero. Cuando Palin lo parafrasea no lo hace fuera de contexto, sino que lo expresa luego de poner de ejemplo el legado de los Padres Fundadores.

Afortunadamente, los americanos ya no escuchan solo las voces de los analistas políticos que intentan embaucar la república norteamericana y al resto del mundo. Ellos aprendieron que Obama fue un error, que llegó al poder por el uso de la demagogia, y por un pueblo que se rindió a los pies de lo políticamente correcto.

Dieron un paso atrás, pero lo supieron remediar agrupándose y creando un movimiento espontáneo que revivió los valores de los Padres Fundadores. Las artimañas del pasado, ya no obtienen el resultado esperado. El último estudio de Gallup, demostró que sólo el 35% cree que hay conexión entre la retórica conservadora y el crimen de Arizona, mientras que un 53% rechaza ese vínculo. Una encuesta llevada a cabo por CBS News, expresó que el 57% de los encuestados rechazan la idea sobre la responsabilidad política.

El Tea Party está cambiando Washington. Los progresistas americanos están molestos y libraron, una vez más, la batalla mediática, sin importarles siquiera tomar ventaja de una tragedia. No funcionó antes, no va a funcionar ahora. La revolución conservadora ya comenzó, ya se instaló, y es, arrolladoramente, imparable.

raulamiel@gmail.com
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