GLOBOVISIÓN AL REVÉS. RAFAEL GROOSCORS CABALLERO

Cuando Alberto Federico nos llamó, comenzando el año 98, en los albores de la campaña electoral de entonces, no pensamos en lo que estaríamos en capacidad de afirmar hoy. Globovisión, contradictoriamente, fue el primer medio televisivo que le dio acceso a Hugo Chávez Frías para exponer, públicamente, sus ideas “revolucionarias”. Nuestro amigo nos llamó, en aquel momento, para pedirnos una opinión sobre un debate que iba a transmitir, en el Canal que dirigía –Globovisión— en el cual se enfrentaría la meridiana claridad democrática del pensamiento de Claudio Fermín, frente a las sospechosas propuestas de un golpista, reivindicado legalmente por el régimen del Dr. Caldera, de extracción militar y considerado por todos como un desestabilizador convicto y confeso: el Teniente Coronel Hugo Chávez, candidato presidencial de una extraña minoría.

El interés de Ravell era, fundamentalmente, darle cabida en su medio comunicacional, a un personaje distante de gozar del aprecio de los otros canales y de los diarios de mayor circulación en el país, dada la naturaleza insurreccional de sus antecedentes. Un golpista, por más que se estuviese presentando, en aquellos instantes, como de izquierda, no podía ser un defensor sincero del sistema democrático y más bien debería proponer, en el orden de las suposiciones, un retraimiento a prácticas ya superadas para siempre en la Venezuela que iba a entrar al Siglo 21.
Tenemos que convenir en que para el 98, Globovisión era, simplemente, uno más de los tantos pequeños canales, sin mayor penetración, que la progresión liberalizadora de las nuevas políticas comunicacionales había abierto al público nacional, fundamentalmente en Caracas. Pocos receptores de TV tenían incorporada la banda UHF adonde habían ubicado esas nuevas concesiones. Los de los primeros dígitos, en la llamada banda VHF, “arropaban” la audiencia y ni siquiera el Canal del Estado les restaba su inmenso poder de penetración e influencia.

Pero Globovisión tenía una gerencia acertada, colocada en las manos de un “as” de la comunicación pública –Alberto Federico Ravell-- y podía leer el futuro, previendo los movimientos más convenientes para alcanzarlo. Así, aquel debate, --importantísimo para todos, si se diera hoy-- desdeñado por los medios sobresaturadores de la opinión, en su momento, no sólo le serviría al nuevo pequeño Canal para acercar su señal a un movimiento en crecimiento, liderado por el golpista, sino que, a la postre, como puede muy bien señalarse ahora, le colocaba en promisoras condiciones de interpretar a cabalidad el espíritu de la democracia, como baluarte de la libre expresión del pensamiento y del pluralismo militante, en las comunicaciones sociales.

Y el debate organizado por AFR, no solo se dio y se transmitió por el Canal 33, sino que --¡vaya, por Dios, que contradicción!— “empujó” a la oferta electoral a quien sólo era conocido por su golpe y por su rendición –su “por ahora”-- al entramar sus ideas, “revolucionario democráticas”, con las muy bien estudiadas de su contendor, el querido Profesor Claudio Fermín, quien siempre fue visto, con aliento de esperanzas, por las grandes mayorías nacionales. Así que Globovisión, el Profesor Fermín y Alberto Federico fueron los primeros factores de poder político-comunicacionales en promover al autócrata que hoy persigue, con tanto afán y despropósito, a los instrumentos recurrentes, de defensa democrática, de la opinión pública nacional, entre ellos a Globovisión.

¿Cuál es la lección de esta incidencia que recordamos? Pues, la que hoy nos hace imprescindible la audiencia diaria de Globovisión. Canal que cumple 16 años, este Primero de Diciembre, de estar con nosotros, en el espectro radio-eléctrico nacional y quien ha contribuido, desde los albores de su nacimiento, a dar sentido real a la más grande de las virtudes de la democracia: la irrestricta libertad de expresión. Lección que deberían entender mejor quienes hoy, desde el poder, le niegan a este Canal, incluso, la posibilidad de “cubrir” directamente los eventos oficiales, porque el Primer Mandatario lo estima como un peligro, de distracción y diversificación de la noticia, dentro de un proceso que clama por la llamada “hegemonía comunicacional”. O sea, por la negación de aquella virtud esencial del sistema.

No somos agoreros, ni pronosticadores de oficio, pero si se profundizara la evidente acción de persecución, adelantada por el actual régimen, contra Globovisión y se le diera al fin el destino destructor que ya dieron a otros medios radio-televisivos, clausurados, podría confirmarse, plenamente, que habremos llegado a la supresión definitiva del pluralismo democrático y que, como en Cuba, si no nos resistimos, habremos entrado en la penumbra gris del totalitarismo decadente. De allí que, por convicción democrática, más que por cualquiera otra de las valederas razones posibles de argumentar, tenemos todos que desear, en este nuevo aniversario, salud milenaria, vida eterna, al canal que si es verdad que es “el de todos los venezolanos, sin excepción”, a Globovisión.

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