Hay regímenes comunistas de economía capitalista, no porque todavía no han logrado eliminarla, sino porque la promueven con todas sus fuerzas desde el Estado.
China va delante y por ahí viene Vietnam.
A raíz de nuestro artículo "¿Capitalismo antihumano?" y nuestras declaraciones sobre la inutilidad de las palabras "capitalismo" o "socialismo" para definir sociedades o encrucijadas de caminos, nos preguntan si capitalismo y socialismo no son claramente contradictorios. Respondemos: una cosa es la economía y otra más amplia la sociedad, que incluye instituciones y valores de la política y de las relaciones sociales.
La economía lo condiciona todo, pero no lo determina y hay muy diversas combinaciones del capitalismo con los modelos sociales y políticos.
Hoy toda economía exitosa es capitalista. Los intentos comunistas de construir economías anticapitalistas fracasaron y sus hijos refuerzan el capitalismo económico para lograr crecimiento y desarrollo. Éste convive con una variedad de sociedades muy distintas e incluso contrapuestas: el capitalismo chileno prácticamente es el mismo con el dictador Pinochet y con la socialista Bachelet. Sin embargo, aquella sociedad chilena y ésta son contrapuestas porque la gente y las instituciones políticas y sociales enfrentaron la dictadura con valores democráticos.
Arabia Saudita, Noruega, España y China son economías capitalistas, pero sociedades contrastantes en lo político y en lo social. Si Arabia Saudita, de monarquía hereditaria e islamismo obligatorio, con consagradas divisiones sociales, rígidas barreras para las mujeres y sin democracia, quisiera implantar el modelo democrático y social noruego, necesitaría una revolución muy profunda, aun sin salir del capitalismo económico.
En este cuadro quedan a la orilla de la marcha histórica sociedades como Cuba y Corea del Norte, en las que un omnipotente señor con total control del poder decide la "felicidad" de los súbditos. Con economía estatista, sin libertad de opinión, ni libre iniciativa, ni mercado, todo lo controla un único partido, con pensamiento, escuela, información, producción y creencia única...
El año 1967, lleno de curiosidad atravesé por primera vez los controles del Muro de Berlín. En la gris ciudad comunista vi varios edificios oficiales y alguna fábrica con un gran letrero en lo alto: "El futuro nos pertenece". Igual que hoy en Venezuela: ante la inminencia del irremediable hundimiento del capitalismo mundial, se nos promete que aquí florecerán los fundos zamoranos con amor, las comunas sin ganancia, las empresas colectivas con su cosecha de felicidad. ¡Quien quiera creer que crea! ¡Quien quiera ver los resultados que vea! Marx decía que el Estado burgués debía ser destruido por el Estado proletario y desde éste acabar con las instituciones, valores y propiedad, burguesas. Pero el socialismo cabalgaría hegelianamente sobre el caballo prestado del desarrollo capitalista de las fuerzas productivas.
Los venezolanos no estamos en una sociedad socialista, apenas en un sermón comunista (aunque ocultando esta palabra). Avanza el esfuerzo para destruir la economía capitalista y espantar las inversiones (en todo menos en el petróleo, es decir, en todo menos en todo) y vamos hacia el desastre, la inflación y el desabastecimiento sin productividad; pero no se han cosechado éxitos en la construcción de la alternativa economía estatista propia de los regímenes comunistas reales.
Cuando las sociedades de economías capitalistas son guiadas por sólidos principios democráticos, respeto absoluto a los derechos individuales de cada persona, Constitución con principios de solidaridad y oportunidades para toda la sociedad y la siembra de valores, tenemos una democracia social. Con problemas pero con instituciones democráticas para resolverlos con valores humanos de solidaridad, tolerancia y cuidado del otro; también de la tierra y del hábitat que nos acoge y debe ser defendido de una economía salvaje y sin principios ni normas.
¿Comunismo capitalista? ¿Comunismo colectivista? ¿Comunismo de sobrevivencia sin acumulación, ni revolución de las fuerzas productivas? No, gracias: los mesías Stalin, Mao y Castro demostraron que tras sus ilusiones y costos humanos sólo queda un régimen cruel de atraso y de opresión.
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