Esta semana hay muchos temas para comentar. El problema es tanto o más serio que cuando nos sentamos a teclear sin rumbo definido, aunque el puerto de llegada esté a la vista. Ya habrá tiempo para comentar el resultado de las elecciones colombianos y la consolidación de la política de seguridad democrática de la llave Uribe-Santos, el desvanecimiento de la narcoguerrilla y sus aliados internos y externos, las sanciones de la ONU al gobierno iraní y el impacto en sus socios de aquí, las aventuras de los venezolanos “lavadores” de Andorra y cualquier otra cantidad de obscuras situaciones que hoy atraviesan algunos prevalidos del régimen, como los de la podredumbre importadora del alto gobierno. Los asesinatos se multiplican, la impunidad campea y la fastidiosa verborrea revolucionaria, indecente y amoral, fatiga e indigna a una población harta del fraude en que se ha convertido el régimen actual.
Pero más allá de todo eso, hablaremos con el corazón en la mano para respaldar a los dueños, directores, principales, periodistas y trabajadores de Globovisiòn. Lo hacemos por amor a Venezuela. En reconocimiento al honor que han mantenido intacto desde su fundación, al inicio del gobierno de Caldera II, hasta el día de hoy cuando resisten heroicamente las arremetidas inconstitucionales, ilegales y cobardonas de un régimen que olvidó las más elementales normas de convivencia en una República democrática. Mejor dicho, en cualquier sociedad civilizada, porque eso de democrática pertenece al pasado.
Globovisiòn ha sido, junto a nuestra inolvidable RCTV que volverá algún día cercano, uno de los mejores instrumentos para el ejercicio de los derechos humanos y el mantenimiento de la dignidad ciudadana. Nunca se ha refugiado en el oportunismo de un falso equilibrio entre la razón y el atropello. La línea editorial siempre a favor de quien ha considerado que la tiene y en defensa permanente de la verdad, de la ley y del interés nacional. Asumiendo los riesgos, enfrentado los peligros derivados de la represión, de la violencia física e institucional de quienes cobardemente abusan del poder. Los ataques se multiplican en todos los terrenos. En lo personal y familiar en contra de los Zuloaga y de Mezerhane, afectando bienes y propiedades privadas. Pero también, amenazando a centenares de trabajadores que no se rinden, defienden la empresa como propia porque efectivamente Globovisiòn es de todos ellos y de la Venezuela decente y libertaria.
Pertenezco al gremio de los agredidos por Chávez, sometidos a restricciones indebidas de la libertad y a procesos penales sin fundamento jurídico alguno. Como muchos otros casos, está presente el soporte de Globovisiòn. Sumo mi voz a la enorme solidaridad interna y externa que recibe el canal. La presidenta del Tribunal Supremo, Luisa Estela Morales, declaró recientemente que “los órganos internacionales deben respetar el derecho interno”. Que bueno sería, señora presidenta, que los nacionales dieran el ejemplo.
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