El Editor del Wall Street Journal, Robert Bartley, anuncia su retiro después de haber ocupado tan importante posición durante los últimos 30 años. Desde el inicio de su comisión, este hombre se convirtió en una leyenda que fue creciendo y, desde su tribuna, dio vida a un importante movimiento intelectual cuajado de ideas liberales y su filosofía Suppy Side que dejan profunda huella.
Hace unos días los directivos del diario lo despidieron en un emotivo evento en el cual se dio cita la crema nata del mundo intelectual. Pero Bartley se robó la noche con una brillante pieza de oratoria plasmada en un documento histórico en el que hace un resumen de los eventos más importantes que han afectado al mundo durante esas tres décadas, ubicado en una de las posiciones más importantes del mundo de la comunicación.
Abrió su mensaje afirmando lo difícil de los tiempos que estamos viviendo, para luego, de forma genial, cambiar el canal e iniciar una comparación con los que a él lo habían recibido en 1971, pero más impresionante, el camino recorrido en esos años y su impacto en el cincelado del presente y la forma que sus editoriales participaron en la obra.
Me parece interesante el sumarnos al análisis de esta brillante mente incluyendo a nuestro país en esta yunta, y así tener un amplio panorama que nos pueda dar pistas del por qué se nos considera a estas dos naciones: “Vecinos tan distantes.”
Al tomar Bartley la batuta en 1971, EU se encontraba ya en el centro de una grave crisis económica, social y moral; la política le pisaba los talones. El país estaba sumergido en la guerra de Viet Nam que desangraba a sus jóvenes, sus arcas y enfrentaba violentamente a sus ciudadanos. Nixon se daba a la destrucción de los acuerdos de Bretón Woods, para así enviar al mundo en una espiral de inflaciones con recesiones.
En México Echeverría iniciaba el mandato de un país que recibiera con una admirable estabilidad financiera: La economía en 1968 había crecido a un increíble 8%; la inflación en 1969 había sido menor al 1%; la deuda pública y privada del gobierno era insignificante. México portaba ya el escenario ideal para dar el siguiente paso en dirección del mundo desarrollado que tanto lo había evadido; ese mundo de prosperidad que solo construyen la democracia liberal y los mercados libres.
La década de los 70 para los EU sería el paso acelerado de un doloroso calvario. Nixon era expulsado de la Casa Blanca después de que desesperado gritando, “ahora todos somos Keynesianos,” estableciera controles de precios y salarios y, sobre todo, cuando se descubrieran su red de espionaje en Watergate. El ejército más poderoso del mundo regresaba de Asia derrotado; los problemas sociales y raciales arreciarían después del asesinato de Martin Luther King; el país se hundiría luego en la Malasie de Carter y el embargo de la OPEP.
Pero en 1974 brillaría una luz de esperanza cuando un viejo economista austriaco; F. Hayek—fuera galardonado con el premio Nobel.
En México los años 70 se convertirían en la base del edificio para sustentar la docena trágica que hipotecara el país a las futuras generaciones. Cuando en 1982 López Portillo con cinismo llorando gritaba: “Nos saquearon pero ya no nos volverán a saquear;” en los EU un vigorizado Ronald Reagan gritaba: “Es tiempo de nuevamente soñar y hacer de nuestros sueños realidades,” iniciando una de las transformaciones más dramáticas de la historia americana.
A partir de esos momentos nuestras veredas y destinos se apartan aun más. Reagan activaba el freno de mano a una furiosa economía completamente desbocada. En México Miguel de la Madrid nos sumergía en la vorágine de ese ciclo fatal; inflaciones—devaluaciones. Art Laffer sorprendía al mundo demostrando cómo recortes de impuestos provocan más ingresos y, separando las políticas monetarias y fiscales, se vencía la stagflación. México penetraba aun más las negras profundidades del océano del sosiego y desesperación de las naciones en quiebra.
Los años 90 encuentran a los dos países estrenando jóvenes presidentes. Pero a diferencia de Zedillo, Clinton heredaba una economía que emergía rugiente luego de una leve recesión arrojando un crecimiento de casi un 6% durante el último trimestre de la administración de Bush I.
Bartley hace luego una fuerte crítica del Presidente Clinton a quien compara con Nixon; ambos mentirosos. “La irresponsabilidad que dibujó a Clinton en sus aventuras sexuales, las demostró igual en su política exterior por lo cual ahora estamos pagando” afirma Bartley. En esta parte tan emotiva de su mensaje subraya con franqueza impresionante la importancia del carácter de los líderes. Expone luego cómo las grietas de carácter de Kennedy llevaron a los EU a promover el asesinato de Ngo Dinh en Viet Nam, para dar inicio a ese infierno.
En México, a Zedillo le explotaba una de las crisis económicas más graves de la historia. El novel presidente luego de sacudirse los escombros del terremoto que lo había arropado, se incorpora para convertirse en el mejor Secretario de Hacienda que el país haya tenido y, emergiendo como un gran liberal, utiliza los 6 años de su mandato para enderezar el barco y entregarlo a un Capitán de otra armada, quien ahora no sabe hacia dónde apuntar la proa.
“No seamos cautivos de la nostalgia pensando los tiempos pasados fueron mejores” cierra Bartley. “En 1971 los problemas eran peores. EU sobrevivió Malasie, Stagflación, la guerra fría, Watergate, Viet Nam, la OPEP. La Unión Soviética se derrumbó; la democracia liberal se expande a lugares que nos parecía imposible. El modelo de mercados libres se identifica ante los países racionales como única ruta hacia la prosperidad.”
Con una economía de 15 Trillones de dólares, los problemas actuales son sólo pequeños baches. Termina: “He aprendido en estos 30 años que en la sociedad finalmente la racionalidad gana, el progreso llega y los problemas tienen soluciones. Pero esto sucede sólo cuando la sociedad incorpora el credo de nuestros editoriales; mercados libres y gente libre. Solamente en esa clase de sociedad el optimismo paga con realidades de triunfos.”
El mundo ya no se divide entre Capitalismo y Comunismo; oriente y occidente; ahora se divide entre los que han aprendido de estos últimos 40 años y los que añoran el pasado. En el primer grupo están los políticos pragmáticos que entienden la grandeza del individuo liberado. En el otro los Chávez y demás gorilas que de nuevo se apoderan de América Latina. Para el primero, el futuro sonríe y será mejor. Pero para que ello suceda, también deben entender que…el optimismo paga.
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Hace unos días los directivos del diario lo despidieron en un emotivo evento en el cual se dio cita la crema nata del mundo intelectual. Pero Bartley se robó la noche con una brillante pieza de oratoria plasmada en un documento histórico en el que hace un resumen de los eventos más importantes que han afectado al mundo durante esas tres décadas, ubicado en una de las posiciones más importantes del mundo de la comunicación.
Abrió su mensaje afirmando lo difícil de los tiempos que estamos viviendo, para luego, de forma genial, cambiar el canal e iniciar una comparación con los que a él lo habían recibido en 1971, pero más impresionante, el camino recorrido en esos años y su impacto en el cincelado del presente y la forma que sus editoriales participaron en la obra.
Me parece interesante el sumarnos al análisis de esta brillante mente incluyendo a nuestro país en esta yunta, y así tener un amplio panorama que nos pueda dar pistas del por qué se nos considera a estas dos naciones: “Vecinos tan distantes.”
Al tomar Bartley la batuta en 1971, EU se encontraba ya en el centro de una grave crisis económica, social y moral; la política le pisaba los talones. El país estaba sumergido en la guerra de Viet Nam que desangraba a sus jóvenes, sus arcas y enfrentaba violentamente a sus ciudadanos. Nixon se daba a la destrucción de los acuerdos de Bretón Woods, para así enviar al mundo en una espiral de inflaciones con recesiones.
En México Echeverría iniciaba el mandato de un país que recibiera con una admirable estabilidad financiera: La economía en 1968 había crecido a un increíble 8%; la inflación en 1969 había sido menor al 1%; la deuda pública y privada del gobierno era insignificante. México portaba ya el escenario ideal para dar el siguiente paso en dirección del mundo desarrollado que tanto lo había evadido; ese mundo de prosperidad que solo construyen la democracia liberal y los mercados libres.
La década de los 70 para los EU sería el paso acelerado de un doloroso calvario. Nixon era expulsado de la Casa Blanca después de que desesperado gritando, “ahora todos somos Keynesianos,” estableciera controles de precios y salarios y, sobre todo, cuando se descubrieran su red de espionaje en Watergate. El ejército más poderoso del mundo regresaba de Asia derrotado; los problemas sociales y raciales arreciarían después del asesinato de Martin Luther King; el país se hundiría luego en la Malasie de Carter y el embargo de la OPEP.
Pero en 1974 brillaría una luz de esperanza cuando un viejo economista austriaco; F. Hayek—fuera galardonado con el premio Nobel.
En México los años 70 se convertirían en la base del edificio para sustentar la docena trágica que hipotecara el país a las futuras generaciones. Cuando en 1982 López Portillo con cinismo llorando gritaba: “Nos saquearon pero ya no nos volverán a saquear;” en los EU un vigorizado Ronald Reagan gritaba: “Es tiempo de nuevamente soñar y hacer de nuestros sueños realidades,” iniciando una de las transformaciones más dramáticas de la historia americana.
A partir de esos momentos nuestras veredas y destinos se apartan aun más. Reagan activaba el freno de mano a una furiosa economía completamente desbocada. En México Miguel de la Madrid nos sumergía en la vorágine de ese ciclo fatal; inflaciones—devaluaciones. Art Laffer sorprendía al mundo demostrando cómo recortes de impuestos provocan más ingresos y, separando las políticas monetarias y fiscales, se vencía la stagflación. México penetraba aun más las negras profundidades del océano del sosiego y desesperación de las naciones en quiebra.
Los años 90 encuentran a los dos países estrenando jóvenes presidentes. Pero a diferencia de Zedillo, Clinton heredaba una economía que emergía rugiente luego de una leve recesión arrojando un crecimiento de casi un 6% durante el último trimestre de la administración de Bush I.
Bartley hace luego una fuerte crítica del Presidente Clinton a quien compara con Nixon; ambos mentirosos. “La irresponsabilidad que dibujó a Clinton en sus aventuras sexuales, las demostró igual en su política exterior por lo cual ahora estamos pagando” afirma Bartley. En esta parte tan emotiva de su mensaje subraya con franqueza impresionante la importancia del carácter de los líderes. Expone luego cómo las grietas de carácter de Kennedy llevaron a los EU a promover el asesinato de Ngo Dinh en Viet Nam, para dar inicio a ese infierno.
En México, a Zedillo le explotaba una de las crisis económicas más graves de la historia. El novel presidente luego de sacudirse los escombros del terremoto que lo había arropado, se incorpora para convertirse en el mejor Secretario de Hacienda que el país haya tenido y, emergiendo como un gran liberal, utiliza los 6 años de su mandato para enderezar el barco y entregarlo a un Capitán de otra armada, quien ahora no sabe hacia dónde apuntar la proa.
“No seamos cautivos de la nostalgia pensando los tiempos pasados fueron mejores” cierra Bartley. “En 1971 los problemas eran peores. EU sobrevivió Malasie, Stagflación, la guerra fría, Watergate, Viet Nam, la OPEP. La Unión Soviética se derrumbó; la democracia liberal se expande a lugares que nos parecía imposible. El modelo de mercados libres se identifica ante los países racionales como única ruta hacia la prosperidad.”
Con una economía de 15 Trillones de dólares, los problemas actuales son sólo pequeños baches. Termina: “He aprendido en estos 30 años que en la sociedad finalmente la racionalidad gana, el progreso llega y los problemas tienen soluciones. Pero esto sucede sólo cuando la sociedad incorpora el credo de nuestros editoriales; mercados libres y gente libre. Solamente en esa clase de sociedad el optimismo paga con realidades de triunfos.”
El mundo ya no se divide entre Capitalismo y Comunismo; oriente y occidente; ahora se divide entre los que han aprendido de estos últimos 40 años y los que añoran el pasado. En el primer grupo están los políticos pragmáticos que entienden la grandeza del individuo liberado. En el otro los Chávez y demás gorilas que de nuevo se apoderan de América Latina. Para el primero, el futuro sonríe y será mejor. Pero para que ello suceda, también deben entender que…el optimismo paga.
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