El Gobierno nacional o los demonios que despachan desde los más altos lugares de la administración pública del país (o de lo que queda de él) han decretado un cambio en el sistema de control de las divisas, que traerá consecuencias insoportables.
De un sistema supuestamente férreo en el que no se podía mencionar ninguna otra posibilidad, donde teóricamente solo existía una tasa de cambio y un suministro de divisas reservado al Gobierno nacional, saltamos a un sistema de cambios triple. Ahora tenemos un cambio a 2,6 Bs./$ restringido, muy restringido, reservado a los amigos del palacio de misia Jacinta y a las mafias oficiosas que trafican con la alimentación y la salud del pueblo. Un segundo cambio a 4,3 Bs./$ que sibilinamente ha recibido el remoquete de "dólar petrolero" que se asignará a dedo, con parámetros un poco más amplios y que servirá para atender renglones del más diverso origen y ámbito y que también gozará de las apreciaciones y favores de los funcionarios responsables de su administración. Y un tercer nivel de precios para el dólar que también recibe un nombre caprichoso y capcioso de "dólar permuta" que tendrá un equivalente en bolívares que resultará del equilibrio entre las fuerzas del mercado y los deseos y disponibilidades del obediente Banco Central de Venezuela.
Si suponemos que las importaciones de Venezuela se dividen en un 25% que estará dentro de las posibilidades de acceder al dólar restringido, un 60% que tendrá como alimento el dólar petrolero y un 15% que tendrá que acudir al mercado permuta, suponiendo que este se mantiene a los niveles anteriores (posibilidad optimista), tendremos que a través de una simple cuenta, llegaremos a una inflación provocada por las necesidades de impostación, del modesto sesenta y cinco por ciento. Si, como hemos escuchado y leído, los sueldos y salarios recibirán un aumento compulsivo del veinticinco por ciento, en dos porciones; el cuarenta por ciento de diferencial es un bochornoso impuesto que el régimen le ha encasquetado a todos los ciudadanos de esta oprimida Venezuela.
Si nos imaginamos que las contadas industrias y el limitado comercio que subsista en manos de las empresas privadas van a tener restricciones severas en el incremento de los precios de sus productos y servicios, la capacidad de renovar equipos y actualizar métodos de fabricación y comercialización se verán absolutamente restringidos si no eliminados. Menos se podrá combatir la obsolescencia de los equipos y atender su renovación. Esto último puede también ser parte del diseño que viene desde la isla de la felicidad.
El régimen que oprime a Venezuela, que no sabemos cuál es el calificativo que mejor le cuadra, pero sí estamos seguros que se aparta de lo que se denomina y reconoce como democracia, se ha despeñado por la pendiente del intervencionismo exacerbado y tanto el significado del derecho a la propiedad como la interpretación de las leyes se han conculcado por no decir robado. El Poder Judicial, así como el resto de los poderes públicos, se encuentran totalmente entregados a los deseos de Miraflores y las expectativas son absolutamente indeseables y agresoras de un muy amplio sector de la ciudadanía venezolana.
Estamos atrapados en una tijera de destrucción y anarquía. Nos sospechamos que el colapso de la industria eléctrica nacional está enmarcado dentro de la misma estrategia que cercenó la industria petrolera venezolana y la entregó a los designios del tirano.
RAFAEL DIAZ CASANOVA
rafael862@yahoo.com
twitter.com/rafael862
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ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, MOVIMIENTO REPUBLICANO MR, REPUBLICANO, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO,POLÍTICA, INTERNACIONAL,
De un sistema supuestamente férreo en el que no se podía mencionar ninguna otra posibilidad, donde teóricamente solo existía una tasa de cambio y un suministro de divisas reservado al Gobierno nacional, saltamos a un sistema de cambios triple. Ahora tenemos un cambio a 2,6 Bs./$ restringido, muy restringido, reservado a los amigos del palacio de misia Jacinta y a las mafias oficiosas que trafican con la alimentación y la salud del pueblo. Un segundo cambio a 4,3 Bs./$ que sibilinamente ha recibido el remoquete de "dólar petrolero" que se asignará a dedo, con parámetros un poco más amplios y que servirá para atender renglones del más diverso origen y ámbito y que también gozará de las apreciaciones y favores de los funcionarios responsables de su administración. Y un tercer nivel de precios para el dólar que también recibe un nombre caprichoso y capcioso de "dólar permuta" que tendrá un equivalente en bolívares que resultará del equilibrio entre las fuerzas del mercado y los deseos y disponibilidades del obediente Banco Central de Venezuela.
Si suponemos que las importaciones de Venezuela se dividen en un 25% que estará dentro de las posibilidades de acceder al dólar restringido, un 60% que tendrá como alimento el dólar petrolero y un 15% que tendrá que acudir al mercado permuta, suponiendo que este se mantiene a los niveles anteriores (posibilidad optimista), tendremos que a través de una simple cuenta, llegaremos a una inflación provocada por las necesidades de impostación, del modesto sesenta y cinco por ciento. Si, como hemos escuchado y leído, los sueldos y salarios recibirán un aumento compulsivo del veinticinco por ciento, en dos porciones; el cuarenta por ciento de diferencial es un bochornoso impuesto que el régimen le ha encasquetado a todos los ciudadanos de esta oprimida Venezuela.
Si nos imaginamos que las contadas industrias y el limitado comercio que subsista en manos de las empresas privadas van a tener restricciones severas en el incremento de los precios de sus productos y servicios, la capacidad de renovar equipos y actualizar métodos de fabricación y comercialización se verán absolutamente restringidos si no eliminados. Menos se podrá combatir la obsolescencia de los equipos y atender su renovación. Esto último puede también ser parte del diseño que viene desde la isla de la felicidad.
El régimen que oprime a Venezuela, que no sabemos cuál es el calificativo que mejor le cuadra, pero sí estamos seguros que se aparta de lo que se denomina y reconoce como democracia, se ha despeñado por la pendiente del intervencionismo exacerbado y tanto el significado del derecho a la propiedad como la interpretación de las leyes se han conculcado por no decir robado. El Poder Judicial, así como el resto de los poderes públicos, se encuentran totalmente entregados a los deseos de Miraflores y las expectativas son absolutamente indeseables y agresoras de un muy amplio sector de la ciudadanía venezolana.
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