domingo, 24 de enero de 2010

LA TRAMPA SALE, TEODORO PETKOFF

Han tratado de debilitar la votación opositora y fortalecer la oficialista dividiendo los circuitos tradicionalmente opositores y fabricando unos nuevos, pegando moros con cristianos, a ver si les dan los números. No les darán.

Cómo será la diarrea en el oficialismo que pusieron a las cuatro señoras del CNE a modificar circuitos electorales sin siquiera cubrir las formas, mantener coherencia o fabricar argumentos de cierta lógica.

El susto que les da la certidumbre de que van a perder el control de la Asamblea Nacional les hizo abandonar todo pudor. Piensan que podrán sacar votos con malabarismos en los circuitos.

El miedo es libre y si no estuvieran tan asustados no habrían hecho lo que hicieron. Aquel oficialismo sobrancero y prepotente tiene ahora un temblequeo en las piernas. Pero cuando saquen las cuentas, las trampitas del CNE tampoco les van a devolver la arrogancia. Hagan lo que hagan, van a perder.

Con carita de yo-no-fui, la presidenta del CNE, tomando por idiotas a quienes la escuchaban, aducía que "apenas" se habían realizado modificaciones en 33% de los estados y que el 67% restante había quedado igual. La señora, desde luego, se cuidó de aclarar que el 33% donde hubo modificaciones, están localizados, "coincidencialmente", en los circuitos donde la oposición ha ganado. La doñita quiso que le creyéramos que es muy limpio y muy decente aplicar criterios diferentes para los estados.

Es obvio que si las señoras hubieran tenido un mínimo de respeto por su rol, habrían aplicado un rasero único. O los modificaban todos o no modificaban ninguno. Pero no fue eso lo que hicieron sino que midieron con metros distintos a unos y a otros. ¿Creerán que se la comieron y que nadie se dio cuenta?

Las trampas que importan están localizadas en el municipio Libertador (Caracas), municipio Sucre (Miranda), Valencia, Barquisimeto y Maracaibo. Casi todo lo demás quedó prácticamente igual o con modificaciones poco significativas. Han tratado de debilitar la votación opositora y fortalecer la oficialista dividiendo los circuitos tradicionalmente opositores y fabricando unos nuevos, pegando moros con cristianos, a ver si les dan los números. No les darán.

Creen que por partir Maracaibo, por ejemplo, en cinco circuitos, donde antes había uno solo, podrán cambiar la voluntad de los maracuchos, que están más furiosos que nunca con un gobierno que los ha maltratado tanto. Si creen que partir Valencia en tres va a cambiar una ciudad que los derrotó en votos en las elecciones para la alcaldía, mejor es que se bajen de esa nube. Si creen que pegar El Paraíso y La Vega con Caricuao, Antímano y Macarao es mágico, saquen bien las cuentas.

Por supuesto, todas esas marramucias fueron hechas con base en números estáticos, con los resultados de las elecciones anteriores. Parecieran no tener ni idea de cómo ha evolucionado la opinión pública a tenor de los plagas recientes que Chacumbele ha descargado sobre el país. Se equivocan si creen que la caída de la actividad económica, la carestía de la vida, los apagones, la inseguridad, la falta de agua, no tienen efecto sobre la población. No están haciendo política sino vudú. Tienen cara de perdedores. Los trucos de las cuatro doñas del CNE los delatan.

Esto tiene que ser un acicate para la unidad opositora. No es hora de lamentaciones sino de proceder a fabricar ese acuerdo perfecto, esa alianza de candidaturas únicas y unitarias, para demostrarle a este gobierno que la trampa sale.

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