domingo, 9 de agosto de 2009

*LOS USURPADORES DE LA DEMOCRACIA, ALBERTO MEDINA MÉNDEZ, DESDE ARGENTINA

Una repetida fórmula avanza en América Latina. Ha nacido una casta de usurpadores de la democracia. Su recorrido se reitera en cada país, con rigurosa precisión.

Los patéticos gobiernos demagógicos que supimos conseguir en el pasado, han sido el caldo de cultivo ideal para la aparición de estos modernos líderes mesiánicos que combinan su perfil autoritario con un discurso populista, una inteligente perversidad y ese hipócrita fervor democrático que los delata en forma inconfundible.

La democracia es la herramienta imprescindible que utilizan para ejecutar su proyecto. Se trata de declararse amantes de ella y al ejercerla, sentar las bases de su propio aniquilamiento. La voluntad popular es el medio para quitarle libertades a la gente, acumular poder, destruir la republica y quedarse con todo a su paso.

El camino lo conocemos, promesas populistas, mucho de demagogia y predecibles triunfos electorales. Con altos niveles de popularidad queda allanado el camino para implementar la segunda fase del plan. Reformar la Constitución, la Carta Magna, para sentar las bases de un reeleccionismo indefinido, un presidencialismo eterno que limite a los otros poderes de la república, a los que someterá en forma directa o indirecta.

A partir de ahí, todo es un juego de niños. Con la suma del poder público, vendrá la etapa del sojuzgamiento. Una reelección primero, otra después, dando pasos graduales pero firmes, para concentrar el poder institucional, amedrentar a los adversarios, para cerrarle todas las puertas de acceso al poder y acallarlos de cualquier modo.

Será tiempo entonces del periodo expropiador, el de estatizar progresivamente, exacerbando el espíritu nacionalista, demonizando a los extranjeros, y concentrando la propiedad en manos del Estado para minimizar el espacio para la propiedad privada.

La idea es poner de rodillas a la sociedad para ir por todo. Quieren el poder, las propiedades, la libertad y la conciencia de la gente. Para esa etapa tendrán que eliminar derechos esenciales, dominar los medios de comunicación y establecer un control policial sobre los individuos, creando para ello, enemigos artificiales que justifiquen cada avance sobre esas libertades.

Estos líderes populistas, para construir ese sueño, requieren de un instrumento que lo han encontrado en la democracia. Pero es en realidad ESA forma, tan particular de concebirla, esa que aceptamos mansamente, respetando una regla falsa, la que les permite a estos apropiadores del sistema, avanzar en su proyecto.

Es que en América Latina ha crecido desproporcionadamente una creencia que no resiste análisis alguno. Estos déspotas han construido un modo de interpretar los principios de la democracia que se sostiene sobre la base de que todo lo que decide una mayoría debe ser aceptado por la minoría. Una concepción casi aritmética de un valor superior. Han convertido una filosofía que posibilita la convivencia en sociedad, en una mera fórmula matemática, donde los más aplastan a los menos.

Así, el que gana impone, y el que pierde se somete. Esa lógica electoral, otorga derechos. Cada vez que triunfa, puede hacer lo que se le antoje, y esto incluye el derecho a destruir el sistema y vulnerar sus principios fundacionales en el proceso.

Es que en nuestras tierras, mucha gente cree genuinamente que de eso se trata la democracia. Han comprado la idea de que cada compulsa electoral es algo así como una disputa deportiva, en la que hay que pasar a la siguiente fase.

La democracia es un sistema de convivencia pacífica, donde la ciudadanía delega en manos de algunos pocos un poder que le resulta propio. El poder sigue siendo ciudadano. Por eso, los circunstanciales líderes deben entender que están a préstamo, de paso, solo de paso. Pronto serán historia, y si hacen las cosas razonablemente bien, podrán aspirar a dejar una huella para las generaciones futuras, tal vez un legado.

Las dictaduras actuales han decidido no tomar el histórico camino de la revolución cubana. Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y la propia Honduras, de la mano de sus nuevos caudillos, han tomado un recorrido más perverso, menos frontal, sustancialmente más hipócrita y retorcido. Ya no precisan de las armas, ni de la guerrilla en su sentido histórico. Ahora han elegido disfrazarse detrás de los ropajes de la democracia. Un sistema en el que no creen, que detestan, pero que les viene bien para dominar por etapas y con un programa pergeñado al detalle, quitando una a una las libertades a la sociedad.

La democracia no es la caricatura que estos dictadores en potencia nos ofrecen. La democracia preserva a las minorías, respeta las libertades individuales, construye sobre consensos, garantiza la diversidad y el pensamiento diferente y jamás trabajaría para limitar su esencia, sino, en todo caso, para hacerla más transparente, más ciudadana.

Estos dictadores, seguirán intentando convencernos, que cada elección ganada otorga derechos para imponer. Para perpetrar su objetivo necesitan de una sociedad capaz de creer ese cuento, de jugar ese juego, del enemigo irreal que justifica la concentración de poder. Pero también requiere de una sociedad descomprometida, la de los individuos que creen que la política es tarea de otros y que no vale la pena participar.

Los apropiadores de la democracia conocen las reglas, saben que con un poco de mística en sus filas y la apatía de una comunidad que los avala con su apoyo o su silencio, pueden dar los primeros pasos de este camino. Muchos países ya han avanzado bastante en esto. Otros se encuentran recorriendo ese sendero con diverso éxito. Lo grave es que el plan trazado no se detiene, van por más y la gente sigue creyendo que esto de la democracia es un juego infantil que no gravita demasiado en sus vidas.

Es tiempo de despertarse. Estos dictadores vienen por nosotros. Son inteligentes y perversos. Pero deben servirse de esta democracia como el nuevo instrumento que han hallado para ejecutar su proyecto. Necesitan una democracia débil, una republica anémica y una sociedad resignada, capaz de buscar en esos Mesías la solución a sus problemas. Ellos avanzan, pero en su propósito, somos los mismos ciudadanos los que construimos los pilares de su recorrido.

Muchos pequeños dictadores pululan por nuestras geografías. La imperfecta democracia que hemos construido tímidamente, alberga a demasiados personajes como estos. Aprender a identificarlos es una tarea que bien vale la pena. Es tiempo de cuidarse de los usurpadores de la democracia.

Alberto Medina Méndez
amedinamendez@gmail.com
Corrientes – Corrientes – Argentina
www.albertomedinamendez.com
03783 -15602694
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*UN URIBE RESTEADO, RESPONDE COMO NUNCA LO HABIA HECHO...

Este viernes el presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, envió un mensaje contundente a su homólogo venezolano, Hugo Chávez ante los recientes impasses diplomáticos que provocaron fricciones entre ambos gobiernos. A continuación el discurso pronunciado desde Calamar, Colombia por el titular de la Casa de Nariño:

“Permítanme, compatriotas de Calamar, alterar un poco la agenda del tema que nos ocupa, para dar unas reflexiones sobre esta declaración del presidente Chávez.

Presidente Chávez: la verdad, con testigos, es que a usted se le permitió mediar con las Farc, como lo pidió. A usted se le permitió reunirse con las Farc, como lo pidió. A usted se le permitió reunirse con el ELN. A usted se le permitió que Rodrigo Granda se trasladara, de Cuba a Venezuela. Y como en tantas ocasiones anteriores, las Farc volvieron a mentir, volvieron a incumplir.

La verdad, Presidente Chávez, y la verdad con testigos, es que cuando no hay argumentos y se apela a los insultos, como usted lo hace, se afectan no solamente las relaciones internacionales, sino que, en este caso, usted con sus insultos y su falta de argumentos hiere la dignidad del propio pueblo de Venezuela que usted representa.

La verdad, Presidente Chávez, es que nosotros necesitamos una mediación contra el terrorismo y no legitimadores del terrorismo. Sus palabras, sus actitudes, dan la impresión de que usted no está interesado en la paz de Colombia, sino en que Colombia sea víctima de un gobierno terrorista de las Farc.

La verdad, Presidente Chávez, la verdad con testigos, como la nuestra, es que nosotros necesitamos que nos ayuden a superar esta tragedia del terrorismo, pero que no se aprovechen de la necesidad del acuerdo humanitario para invocar la ayuda a Colombia y venir a Colombia simplemente a intervenir en ella, para fomentar un proyecto expansionista.

La verdad, Presidente Chávez, es que si usted está fomentando un proyecto expansionista en el Continente, en Colombia ese proyecto no tiene entrada.

La verdad, Presidente Chávez, la verdad con testigos, es que no se puede incendiar el Continente como usted lo hace, hablando un día contra España, al otro día con los Estados Unidos; maltratando un día a México, al siguiente al Perú, en la mañana después a Bolivia. No se puede maltratar al Continente, incendiarlo, como usted lo hace, hablando de imperialismos, cuando usted, basado en su presupuesto, quiere montar un imperio.

La verdad, Presidente Chávez, es que no se puede maltratar la historia, no se puede manchar la memoria de los héroes, desfigurándolos en la demagogia popular, para desorientar a los pueblos. El General Santander nos dio el ejemplo del apego a la ley. La verdad, Presidente Chávez, es que no se puede burlar la ley, como usted lo hace, tratando de maltratar al General Santander, para sustituir la ley por el capricho personal.

La verdad, Presidente Chávez, la verdad con testigos, es que no se puede desorientar al pueblo interpretando mal el legado del Libertador Bolívar. El Libertador fue integracionista, pero no expansionista. El Libertador dio la independencia a nuestras naciones, pero no les trajo una nueva era de sometimiento. El Libertador no andaba tratando de sacar del territorio americano la dominación europea, para imponer, como usted quiere hacerlo, su propia denominación, basada en el poderío de su presupuesto, al pueblo de Venezuela y al pueblo de Colombia.

La verdad, Presidente Chávez, es que el pueblo de Colombia tiene todo el derecho de derrotar el terrorismo, tiene todo el derecho a aceptar mediaciones, pero no mediaciones que busquen el protagonismo político, el enseñoramiento político del terrorismo.

Me preocupa mucho que usted, afanado por pretensiones electorales, ahora trate de apelar al viejo truco de estimular en Venezuela odio contra Colombia y contra el Gobierno de Colombia, para buscar su favorecimiento electoral.

La verdad, Presidente Chávez, es que los antecedentes de mi Gobierno muestran que en nuestra difícil lucha contra el terrorismo hemos sido respetuosos de todos los Gobiernos y de todos los países del mundo. Apelo a la reflexión, a la conciencia del pueblo de Venezuela para examinar este tema. Mientras un Gobierno no es capaz de censurar a las Farc, sí censura injustamente al Gobierno de Colombia y la contradicción es que el Gobierno de Colombia, enfrentado a los terroristas, jamás, jamás ha irrespetado al Gobierno de Venezuela ni al pueblo de Venezuela.

La verdad, Presidente Chávez, es que el comunicado de ayer es sustentado por nuestros antecedentes, por nuestros hechos y tiene testigos.

La verdad, Presidente Chávez, es que en cada momento se conocen nuevos elementos. Nuestro Cónsul en los Estados Unidos, que acompañó a la senadora Córdoba (Piedad) a la reunión con uno de los presos pertenecientes a las Farc que por narcotráfico están en cárceles de los Estados Unidos, nuestro Cónsul nos ha informado que la senadora Córdoba habló con el preso de las Farc de política, está bien; de la posibilidad de una constituyente en Colombia, está bien. Todo eso es respetable, así no estemos de acuerdo. Pero la senadora también habló de la necesidad de un Gobierno de transición en Colombia.

La verdad, Presidente Chávez, es que eso nos da el derecho a los colombianos a interpretar que en la mediación, a la cual lo invitó usted la senadora Piedad Córdoba, de acuerdo con las actitudes de la senadora y con estos comentarios, estaba más interesada, esa mediación, en posibilitar un Gobierno con influencia del terrorismo en Colombia, que en ayudarnos a superar la tragedia de los secuestrados y a conseguir la paz.

Desde Calamar (Bolívar), esta región de la Patria hoy tan azotada por las inundaciones, le digo al mundo que pedimos y recibimos ayuda, pero no aceptamos proyectos expansionistas. Desde Calamar, esta región azotada hoy por las inundaciones, le digo al mundo que aquí hay pobreza y limitaciones, pero hay dignidad. El dinero se consigue todos los días, así en unas naciones sea más escaso que en otras. Pero la dignidad, el respeto al ser social, el respeto a las libertades individuales, cuando se pierden esos valores es difícil volver a recuperarlos.

Nosotros seguiremos haciendo todos los esfuerzos por derrotar al terrorismo, por recuperar nuestros conciudadanos secuestrados, pero no admitimos que se abuse de nuestra tragedia para darle la razón al terrorismo. No admitimos que se abuse de nuestra tragedia para venir a incorporar a Colombia a un proyecto expansionista que poco a poco va negando las libertades que con tanta dificultad este Continente ha logrado conquistar”

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*PRUEBA DE FUEGO, DESDE EL PUENTE, OSWALDO ÁLVAREZ PAZ

En el tablero de la democracia continental están encendidas todas las luces que anuncian peligros inminentes. Están en juego la paz, la seguridad y la estabilidad institucional de las naciones tanto internamente como con relación de unas con otras. Un manto tenebroso de incertidumbre se extiende aceleradamente.

En esta parte del mundo puede pasar cualquier cosa a corto plazo. Lamentablemente en el centro de los acontecimientos está el presidente de Venezuela. Hugo Chávez no es un demócrata. Tiene un espíritu subversivo enfermo incurable de tiranía, sin capacidad de rectificación ni propósitos de enmienda. Autócrata con vocación totalitaria ideologizada por ese socialismo del “siglo XXI”, nueva versión del comunismo a la cubana probadamente fracasado, que pretende imponerle a nuestros países.

Para alcanzar sus fines no ha vacilado en aliarse con gobiernos y organizaciones forajidas. Le dio carta de nacionalidad venezolana a las estructuras del crimen organizado que sirven de instrumento al terrorismo en el mundo entero, al narcotráfico, al lavado de dinero y, en definitiva, a los atropellos más escandalosos que se conocen en contra de los derechos humanos, de la dignidad de la persona humana. Las denuncias se multiplican respaldadas por terribles evidencias que lo han convertido en candidato a reo de la justicia internacional. Para respaldar lo anterior bastaría con recordar los recientes planteamientos de los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea relativos al tráfico de drogas, de Israel con relación a las células terroristas que operan desde nuestro territorio, de Suecia con lo de los misiles o lanzacohetes vendidos a Venezuela en manos de las FARC, las documentadas denuncias de las instituciones hondureñas y la participación de Chávez, el coro alabardero de los petrochulos del ALBA y la calculada negligencia de algunos gobiernos del área. Todos buscan algo y en el fondo todos temen algo y por eso no se emplean a fondo.

Pero, como todo en la vida, llegó la hora de la verdad. El muro de contención más serio y definitivo a los propósitos chavistas ha sido la institucionalidad democrática de Colombia. Ha habido un mal disimulado empeño es destruirla, en liquidar el liderazgo y bien ganado prestigio de quien la representa. En el Presidente Álvaro Uribe tenemos los auténticos demócratas la esperanza de que, sea quien sea el próximo jefe de estado, la política de Seguridad Democrática se profundice y la onda subversiva que Chávez encarna, sea detenida y derrotada para siempre. Éste es el problema de fondo. Asco y vergüenza generaron en Venezuela y Colombia las recientes reuniones que congregaron en Caracas esa suerte de hamponato calificado que, con el financiamiento de Chávez y el activismo de Piedad Córdova, adelantan un verdadero golpe de estado para derrocar a Uribe como acaba de denunciarse en Bogotá. Ojala no pasemos de la traición de los mejores a la complicidad de los peores.

oalvarezpaz@gmail.com
Lunes, 10 de agosto de

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*LA DIMISIÓN DE MORATINOS, RAMÓN PÉREZ-MAURA, DESDE ESPAÑA, PUBLICADO EL 09.08.2009

Hasta ahora, el Gobierno de Rodríguez Zapatero nos había dado un modelo de gestión de nuestra política exterior que pasaba por la involucración del propio presidente en nuestra diplomacia. Se suponía que él marcaba las líneas generales de esa política y el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, la ejecutaba. Hasta ahí nada extraordinario.
A casi nadie sorprendió que Moratinos se mostrase tan comprensivo con Chávez durante la reciente visita a Caracas en la que el ministro de España fue preterido mientras el presidente recibía a un dignatario ruso y después se iba de parranda cumpleañera. En tan señalada fecha Moratinos no perdió ocasión de manifestar sus plácemes a Chávez e incluso de alinearse con él contra Estados Unidos en la cuestión del despliegue norteamericano en siete bases colombianas. No parece que Zapatero le pidiese que corrigiera lo dicho.


Ahora, en su gira anual de turismo de cooperación, la vicepresidenta Fernández de la Vega se ha apresurado a desmentir a Moratinos y respaldar al Gobierno de Álvaro Uribe, reconociendo por razones «de ética y política» el derecho de Colombia de ejercer su soberanía. Al intentar arreglar el diferendo con lo dicho por Moratinos, la vicepresidenta lo empeoró todo: «El ministro Moratinos no tenía toda la información sobre el contenido del acuerdo».

Es decir, que el ministro que ejecuta nuestra política exterior en nombre del presidente del Gobierno nos alinea con Venezuela y Bolivia contra Colombia y Estados Unidos sin tener toda la información.


Sutileza diplomática, se llama la figura. Como Obama tuvo el viernes el detalle de decir que Zapatero «es un buen hombre», convendría que Moratinos presente la dimisión cuanto antes y asuma toda la responsabilidad del error cometido en una región clave para España. No sea que alguien se lo cuente a Obama y el «buen hombre» se quede sin la foto con él en el G-20. Vade retro.


Ramón Pérez-Maura (*)
Es periodista, Adjunto al Director de ABC, diario en el que ha realizado toda su carrera profesional y en el que en la actualidad es analista de política internacional, editorialista y autor de grandes entrevistas
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* LA REVOLUCIÓN DE LAS IDEAS MUERTAS, SIMÓN ALBERTO CONSALVI, EL NACIONAL, AGOSTO 9, 2009

Si Carlos Marx hubiera tenido un gesto de benevolencia con la posteridad, quizás habría dejado una disposición testamentaria prohibiendo a los mayores de 50 años que leyeran sus tratados. Pero no, el pensador alemán no tomó esa precaución: dejó todo al azar. Quizás no llegó a sospechar los desastres que para los pueblos del mundo iban a significar sus escritos, y menos aún las calamidades que en ciertas mentes causarían si los descubrían demasiado tarde.

No hay nada más peligroso que leer a Marx cuando ya se está viejo, y no hay nada más deplorable que escuchar, a estas distancias del filósofo, palabras que se gastaron durante todo el siglo XX, de “como dijo Marx”, de “como pensaba Marx”, de “como nos señaló Marx”. Y, sobre todo, oírlas de quien, como el Presidente de Venezuela, nunca antes se preocupó de leerlo quemándose las pestañas y fatigando el entendimiento.

Paralelamente, no hay nada más cómico que escuchar a estos marxistas instantáneos hablando del maestro como buenos y experimentados discípulos. Pues, nada, Marx, el sabio autor de El capital, se convirtió en otra de las hojas secas de la revolución bolivariana. Nadie salvó al patriarca de la revolución mundial de que se diera la mano con Simón Bolívar, al que una vez llamó “patiquín”, sin la menor cortesía.

Por el camino de los artificios y de las falsificaciones, la revolución bolivariana se ha convertido en la revolución de las ideas muertas. Una revolución fúnebre que pretende prohibirlo todo.


Prohibido pensar, prohibido expresar, prohibido “hablar paja”. Sus estrategas obtusos no logran descubrir el destino de lo prohibido en la historia. Valdría la pena repasar el desenlace de algunas de esas proscripciones. Con el perdón de los eruditos, mencionaremos una de las más antiguas. El 11 de diciembre de 1797, la Real Audiencia de Caracas prohibió la difusión y la lectura de “papeles torpes y sediciosos” y en particular uno “del cual hay en la isla de la Guadalupe muchos ejemplares, y cuyo título dice así: Derechos del hombre y del ciudadano”.

Las penas para los infractores eran de azotes, presidio o muerte. Trece años después, en 1810, los malditos no eran los “papeles torpes y sediciosos”, sino la propia Real Audiencia que pasó a la historia.

Otro ejemplo es más reciente. Las constituciones del general Gómez de 1929, la última de 1931, y la de López Contreras de 1936, vigente hasta mayo de 1945, rezaban: “Queda también prohibida la propaganda del comunismo”. Pero sucede que nunca tuvo más auge ni mayor difusión que en aquellos años la doctrina comunista. De modo que la prohibición, si no sirvió de estímulo, careció de efectividad.

A nadie se le puede prohibir que piense. Las ideas comunistas sobrevivieron a Gómez y a quienes dejaron en la Constitución la famosa prohibición que sirvió, es verdad, para que en 1937 alrededor de 47 venezolanos fueran expulsados de Venezuela acusados del tal delito, de ser “comunistas”. Única manera de expulsarlos.

No se requieren más ejemplos. Dictadores como Marcos Pérez Jiménez no aprobaron leyes, sino censura brutal y abierta, cárceles y torturas.

No obstante, proliferaron los “papeles torpes y sediciosos” como Resistencia y Tribuna Popular. Y para sorpresa e indignación del dictador y de su círculo, un día apareció un volumen llamado el Libro negro, prontuario de crímenes y robos. Hojas sueltas, panfletos, manifiestos, estallaron en 1957 cuando el general quiso reelegirse porque “sólo él era capaz de conducir los grandes cambios”. Pocos días después se dio cuenta de que estaba perdido. Y todo el mundo vio a aquel arrogante perdonavidas huir aterrado en “la vaca sagrada”.

De ahí que no sea difícil comprobar que la revolución bolivariana sea una revolución de ideas muertas. El “Patria, socialismo o muerte” que ya sólo repiten los militares porque no les queda otro remedio, es una consigna muerta. Todo lo que propone la revolución ya fue desechado por la historia.

La guerra contra la propiedad privada. La estatización de la economía. Una ley de educación que se mantiene en la clandestinidad porque temen la reacción de la gente. Una ley electoral discriminatoria, destinada a consagrar la inequidad entre los venezolanos y a combatir el pluralismo.

¿Era, acaso, fatal que la revolución bolivariana terminara en lo que ahora vemos, en un gigantesco aparato represivo que en todas partes descubre conspiraciones, enemigos, complots? ¿Una revolución que fue de mentira en mentira, que en un momento se llamó “humanista”, para terminar en la revolución de los “delitos mediáticos”? O sea, la revolución de las ideas muertas. Nadie podrá nunca contra los “papeles torpes y sediciosos”. ¿Cómo volver a prohibir los Derechos del hombre y del ciudadano? Si las prohibiciones detuvieran la historia, estaría reinando Fernando VII.

SIMON ALBERTO CONSALVI
sconsalvi@el-nacional.com
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*CUIDADO CON LOS CUERDOS, ALBERTO BARRERA TYSZKA, EL NACIONAL / ND, AGOSTO 9, 2009

Se trata de un militarismo legalizado, de la reinvención de un golpe militar desde el interior mismo del Estado.

Lo que más me sorprende es que todo les parezca tan lógico, coherente, tan natural. Lo que más me asusta es que todo esto les parezca normal.

El artículo 11 de la propuesta de ley que presentó la fiscal general puede ser un ejemplo excelente: “Instigación: el que por cualquier medio de comunicación social, realizare publicaciones o transmisiones destinadas a promover la guerra, la violencia o el odio u hostilidad entre habitantes o colectividades, en razón de su raza, sexo, religión, nacionalidad, ideología o militancia política, será sancionado con pena de prisión de dos a cuatro años. Con igual pena serán castigados los responsables o directivos del medio de comunicación social que publique o transmita estos mensajes”.

No se puede estar de acuerdo con este párrafo y, al mismo tiempo, militar en el PSUV. No se puede suscribir esta propuesta y, a la vez, estar de acuerdo con un gobierno que, en casi todos los espacios mediáticos públicos, carajea a cualquiera que piense de manera distinta acusándolo de “escuálido”, “golpista”, “traidor”, “conspirador”… No se puede decirle que sí a Luisa Ortega Díaz y, también, encima, decirle que sí al Presidente cada vez que brama, exigiendo reducir y pulverizar a sus adversarios. Eso no es coherente. No es normal Se necesita, al menos, una mínima dosis de esquizofrenia para celebrar una ley que, de entrada, deja sin trabajo al compañero Mario Silva y abre la posibilidad de meter en prisión a casi toda la dirigencia del partido de gobierno.
Me cuesta mucho, en verdad, entender cómo se produce, de dónde sale, tanta sensatez bolivariana. Si por un segundo pensaran en otro escenario, en la posibilidad de que el futuro los sorprenda no en el gobierno sino en la oposición, tal vez las cosas serían diferentes. Quizás ese es su mayor delirio: naturalmente, se piensan desde la eternidad.

El aparte dedicado a la omisión de informaciones es una pieza única en el gran museo de la estulticia nacional. ¿Cómo alguien, afecto al Gobierno, puede entusiasmarse con un instrumento legal como éste? Siguiendo esos parámetros, el canal del Estado estaría obligado a dejar de ser el canal privado del PSUV y tendría que comenzar a pasar informaciones de los otros partidos. ¡Por favor! ¿Qué vaina es esa? ¡Patria, socialismo o muerte! ¿Alguien se imagina un titular de Vea destacando una protesta popular en contra del Gobierno? ¿Es posible soñar con una investigación seria e independiente, en Últimas Noticias, sobre la corrupción en el estado Barinas?…

La omisión, al menos en este caso, más que una categoría legal parece un paradigma religioso. No aplica para los fieles. Sólo tiene que ver con los paganos: si no hablas bien de mí, estás pecando. Tu subjetividad también puede ser un delito.

El poder desarrolla su propio sentido común. De acuerdo con sus ambiciones, con su dinámica. Fomenta y trata de contagiar su particular manera de razonar la realidad. Cuando, ante los ojos de todos los venezolanos, Lina Ron invadió un canal privado, una de las reacciones de la ministra Blanca Eckhout fue acusar a Globovisión de victimizarse.
Es tan insólito que parece irreal. Como si, ante un caso de violencia y abuso sexual, el Estado saliera prontamente a denunciar que la mujer agredida se está haciendo la víctima. El país está al revés.
Nos gobierna la lógica del absurdo.

Lo mismo puede decirse de la manera puntualmente selectiva con la que se quiere ejercer la censura en la radiodifusión venezolana. El poder diseña la ley, o simplemente busca los mecanismos para imponerla, aún desconociendo la voluntad electoral. El poder convierte la popularidad en un mecanismo de dominación. El poder invoca una nueva democracia para lograr su hegemonía. El poder apela a una falsa libertad de expresión para someter al resto de la sociedad a su monólogo, a su única versión del silencio.

Será tarea de los estudiosos ponerle nombre a estos procedimientos con los que, ahora, se quiere instalar el pensamiento único en nuestra sociedad. Se trata de un militarismo legalizado, de la reinvención de un golpe militar desde el interior mismo del Estado, desde sus fórmulas legales y desde sus instituciones. Todo aderezado con una retórica de izquierda, además. Es algo aberrante.

Siempre paradójico e inverosímil. Sólo se puede justificar si se vive en esa otra lógica, en ese nuevo género de lo políticamente correcto que ha inventado este gobierno.

“La peor locura decía el poeta Thomas Merton, refiriéndose a las dinámicas en las sociedades autoritarias es no tener en absoluto angustia, es estar totalmente cuerdos”.

ALBERTO BARRERA TYSZKA
abarrera60@gmail.com
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*UNA VIOLENCIA OFICIAL, TULIO HERNÁNDEZ , EL NACIONAL / ND, AGOSTO 9, 2009

El mejor indicador de los principios morales sobre los cuales se sustenta el movimiento político impulsado por el teniente coronel Hugo Chávez, desde su aparición en escena la noche del fallido golpe de Estado de 1992 hasta el presente, lo encontramos en el uso recurrente de la violencia física oficiada por grupos de civiles armados y uniformados de rojo contra venezolanos, también civiles pero desarmados, que no comparten sus posturas ni sus prácticas políticas.

No deberíamos olvidarlo.

Porque de esta época oscura, en la que el teniente coronel ha logrado sacar a flote lo peor acumulado en el inconsciente colectivo de una parte de la población el resentimiento social, el odio de clases, el desprecio por la ley, el uso de la fuerza bruta como intimidación algún aprendizaje, decisivo para un futuro de convivencia pacífica, debemos extraer.

Lo peor es que nos hemos acostumbrado. Ya casi nos parece normal que un grupo de camisas rojas, en estado de histeria colectiva, con el propósito de hacer “justicia popular” (así lo llaman ellos) por su mano propia, tome por asalto una televisora o una planta de radio, destroce sus equipos, dispare contra su fachada y lance bombas lacrimógenas sin importarle los niños o las mujeres embarazadas que se encuentran en la sede.

Ya forma parte del paisaje que otro grupo similar, siempre uniformado, siempre de camisas, gorras e incluso pantalones rojos entre a sangre y fuego en la sede de una alcaldía o una gobernación ganada en elecciones justas por factores de oposición y en otro acto de “justicia” queme las computadoras, incendie los muebles, apalee sin piedad a cuanta persona intente hacerles frente e, incluso, como ocurrió en la sede de la Alcaldía Metropolitana de Caracas, condenen en un “juicio popular” a un funcionario e intenten colgarlo de no mediar la autoridades.
Así fue desde el comienzo.

Primero en el lenguaje, después en los hechos. La oferta de “freír la cabeza” de los adecos en gigantescas pailas de aceite hirviendo, realizada por Hugo Chávez al final de su primera campaña para las elecciones presidenciales, no era como creímos algunos una mera metáfora electoral.
Había transcurrido pocos meses de su juramentación como Presidente cuando turbas oficialistas, claramente organizadas y entrenadas, comenzaron a agredir de manera sistemática, en los accesos al Palacio Federal, a los diputados de oposición que asistían a las sesiones del, por entonces, Congreso Nacional. Al comienzo eran sólo insultos, escupitajos y apedreamientos. Luego pasaron a los golpes y así hasta que un día le fracturaron la mandíbula a un diputado de Acción Democrática con un tubo que un exaltado hizo atravesar por el vidrió del automóvil.
Después vino la llamada “esquina caliente”, en la Plaza Bolívar de Caracas, desde donde los oficialistas más tarde nos enteraríamos de que eran asalariados del alcalde Juan Barreto­ abucheaban, perseguían o le entraban a pescozones a cuanta persona con algún tufillo de “oligarca opositor” transitara por el sitio. Años después, la prensa internacional hizo circular la fotografía del motorizado aquel, ahora ya sí de franela roja, que con toda frialdad se baja de su moto, saca su pistola y dispara contra un grupo opositor que protestaba por lo que consideraban un fraude electoral. Del otro lado resultaba muerta una señora, cuyos familiares y amigos todavía recuerdan colocando flores en el lugar donde cayó.

El Presidente casi nunca dijo nada. Una sola palabra de su parte hubiese detenido de inmediato la espiral de violencia roja. Ya sabemos que sus seguidores le veneran y obedecen como a un Dios. Pero no lo hizo. Silencio cómplice.

Ahora, con la popularidad en decadencia, conflictos internacionales por doquier, manifestaciones de protesta a lo largo y ancho del país, trata de protegerse enviando a prisión a Lina Ron, la conductora de los ataques violentos por todos conocidos contra la sede de Globovisión. Es lo correcto, pero no le creemos. Son diez años viéndolo actuar. Es como si el dueño de un perro feroz, a quien él mismo entrenó para atacar, sacara la pistola y amenazara con matarlo por morder a un transeúnte. El presidente Luis Herrera, que en paz descanse, hubiese dicho: “Tarde piaste, pajarito”.

hernandezmontenegro@cantv.net

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*LINA Y LUISA A LA INTEMPERIE, CARLOS BLANCO, EL UNIVERSAL / ND, TIEMPO DE PALABRA, AGOSTO 9, 2009

Chávez retrocede con su característico pasito tuntún, en coincidencia con la cresta de dos olas.
Chávez ha usado y sacrificado, al menos temporalmente, a dos de sus más íntimas camaradas en armas, Lina y Luisa, Luisa y Lina; una Ortega Díaz y otra Ron puro; ambas catiras a juro, pero con diferentes destrezas y picardías. El contexto de su sacrificio provisional tiene ciertas torceduras.

Chávez posee fuerza para los manotazos despiadados y todavía cuenta con uno que otro Moratinos que lo comprenda y que explique cómo la garra fascista es apenas una caricia bolivariana que puede deberse a la exuberancia caribeña. Sin embargo, a pesar de este celestinaje, Chávez acusa cierta impotencia: el avance de los blindados, capaces de arrasar la tierra de los escuálidos opositores, se ha convertido en un montón de morralla revolucionaria verde-olivo.

Cierto que le dio un bombazo a las emisoras de radio; cierto que tiene la fuerza bruta de los grupos antimotines de la GN para amedrentar; sin duda, tiene los poderes del Estado a su entero mandar; pero acaba de recibir derrotas contundentes. Su proyecto fue parado en seco en Centroamérica con el derrocamiento de Zelaya; varios de sus colegas presidentes se le desmarcan con mayor o menor prudencia; y en lo doméstico, la ley que le ordenó sobre los delitos mediáticos se ha quedado como una gorda ballena, varada en el desierto de la perplejidad; ha tenido que admitir la requisitoria contra Lina Ron por el asalto terrorista a Globovisión, lo cual lo lleva a una cierta peleílla con una de sus falanges; ha visto cómo el Soberano anda medio insolente. En fin, ve derretirse fuerzas y sueños; no con la desesperanza de los grandes: Bolívar en Santa Marta o Napoleón en Santa Elena, sino con la descomposición del sargento Batista, la purulencia final del Nuevo Ideal Nacional del general Pérez Jiménez , la ruina moral del general Galtieri, el que lanzó la operación sobre Las Malvinas para recabar el apoyo popular que se le desvanecía, o la bufonada inmoral, costosa para venezolanos y hondureños, y peligrosa para Centroamérica, que protagoniza Zelaya.

¿Por qué Retrocede? Chávez retrocede con su característico pasito tuntún. Ha cerrado radios, pero se le desbarató el plan de cierre inmediato de Globovisión. Avanza con la ley de educación -hasta la fecha-, pero se le arruinó la ley que le ordenó a la Fiscal contra los medios. Se cogió Pdvsa, pero la ubre próvida de otros tiempos se ha convertido en el pellejo que estiran los sopranos que la desvalijan.

La clave de los retrocesos de Chávez estriba en la coincidencia de la cresta de dos olas, cada una con su dinámica particular, pero que cuando se montan una sobre la otra han provocado sus reculadas memorables, un ejemplo de las cuales se puede ver ahora. Una ola es la de la protesta interna, más o menos permanente, frente a la cual el régimen responde con represión. La otra ola es la internacional, que depende de la correlación de fuerzas entre los pícaros vividores, tipo Morales o tipo Moratinos, y los que ya están hartos del simulacro revolucionario. Hay temas locales que, por mala fortuna, no mueven a los de afuera; y hay temas de impacto internacional -como el armamentismo- que no mueven mucho a los de adentro. Pero, cuando hay un tópico ligado a los valores más globalmente compartidos, vinculados a los DDHH, dentro de los cuales está la libertad de expresión y los derechos de los opositores, entonces puede haber la convergencia de la protesta de adentro y la de afuera. Por el momento el Gobierno se encuentra sumergido en el tsunami.

Contra Globovisión. Lina Ron es jefe de un grupo armado de la misma estirpe de La Piedrita, de las Fuerzas Bolivarianas de Liberación y otras pandillas paramilitares. Lina Ron es la prolongación directa de las órdenes de Chávez y de su más inescrupuloso cargamaletas. La presencia del paramilitarismo chavista con la complicidad suicida del alto mando militar, es pública y notoria.

Desde la creación de los círculos del terror en adelante, cuando el Gobierno se ve limitado en el uso al descampado de la fuerza policial o militar, apela a las bandas paramilitares para disolver protestas y manifestaciones. Han usado contra directivos, dueños, periodistas y trabajadores en general de Globovisión todos los instrumentos legales e ilegales, violentos y más violentos, abiertos y subrepticios. Quisieron doblegarlos y no pudieron; quisieron asustarlos y les dieron más coraje; los presionan a retroceder y avanzan. El Gobierno no encuentra cómo hacer con Globovisión y lo de Lina Ron es la otra cara de Diosdado Cabello con sus medidas administrativas o de Luisa Ortega con sus “investigaciones”.

El problema es que el asalto terrorista reciente se produjo en un contexto en el que el Gobierno se encuentra seriamente averiado. No pudieron torearlo cariñosamente, a pesar de que los automatismos iniciales llevaron a la Fiscalía a afirmar que investigaría lo ocurrido “en los alrededores” del canal, cuando el planeta entero vio que los hechos fueron también dentro de éste; y a Blanca Eckhout decir que el canal quería “victimizarse”, que es como acusar al muerto de querer “victimizarse” y que por eso se deja matar.

El efecto nacional e internacional de la acción del chavismo terrorista, en las condiciones de debilidad del Gobierno, llevaron a echarle los leones a Lina Ron. Al menos por un ratico.

La ley fascista. El país vio a un Presidente desencajado ordenándole a la fiscal que procediera contra los medios: “Para eso están ahí. Y si no, renuncien, y se van de sus cargos y que gente con coraje asuma”, les dijo a las Luisas. La Fiscal se puso a trabajar, con el ahínco que la caracteriza cuando se trata de instrumentar la represión ataviada de togas y códigos. Presentó su propuesta, la cual recibió el apoyo inmediato de Diosdado Cabello y de algunos diputados. Dijo la fiscal: “Constituye un valor constitucional la protección a la seguridad de la Nación y este valor, si lo colocamos frente a la libertad de expresión, debe prevalecer”. Era la tesis de la seguridad nacional invocada por los militares argentinos y brasileños en el marco de sus tenebrosas dictaduras. La protesta simultánea mundial y nacional puso a Chávez en un brete que dejó colgados de la brocha a proponente y apoyadores.

Chávez ha actuado con Ron y Ortega de manera similar. Ambas son sus incondicionales. Ambas fueron instruidas sobre lo que había que hacer y cuándo; han sido dejadas a la intemperie por conveniencia del jefe. Estas damas no son inocentes, pero no son las autoras de su drama. Son criaturas de una monstruosidad que les mece la cuna y las sobrepasa.

Este episodio muestra el rostro más inmoral de Chávez, capaz de abandonar a los suyos cuando suenan los triquitraquis.

¡Chavistas del mundo, uníos antes que su jefe los mastique como caña dulce y los devuelva como bagazo amargo!

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*LAS FARC: EL OTRO PAÍS MIEMBRO DEL ALBA, MANUEL MALAVER , LA RAZÓN, AGOSTO 9, 2009

Que sean los países del ALBA, y básicamente, su líder, el teniente coronel, Hugo Chávez, los que llevan a cabo la feroz campaña contra la instalación de presuntas bases militares norteamericanas en Colombia, no es sino otra prueba de lo bien sintonizados que están los intereses de la subversión colombiana con sus aliados de Sur, Centroamérica y el Caribe.

Para empezar a situarnos, no habría que recordar sino la frase espetada hace año y medio por Chávez -y desempolvada hace una semana por Correa para aplicarla al Ecuador- de “que Venezuela no limita en su frontera norte y suroccidental con Colombia, sino con las FARC”.

Audacia que también explica, por qué Chávez y sus socios dan como un hecho, que de existir las fulanas bases norteamericanas en Colombia, no sería para dirigirlas exclusivamente contra las FARC y otro enemigos internos del país de Nariño, sino contra ellos mismos.
Y la pregunta es: ¿por qué tanto miedo? ¿es que existen relaciones peligrosas, peligrosísimas, y no confesas entre Chávez, Correa, los países del ALBA y las FARC a un extremo, que de instalarse las presuntas bases, sería imposible que el conjunto de países socialistas, autoritarios y totalitarios no terminen chocando con los ejércitos de Uribe y Barack Obama?

A este respecto, admito que un descreído y escéptico como yo abrigó sus dudas… pero solo hasta que el gobierno colombiano reveló el video en que “El Mono Jojoy” dijo ante un grupo de guerrilleros “que las FARC habían contribuido con 300 mil dólares a la campaña electoral de Correa”, y, días después, un comunicado del Ejército colombiano soltó la perla “de que 3 lanzacohetes antitanques que pertenecían a la FAN venezolana habían sido encontrados en un campamento de las FARC”.
Todo lo cual me llevó a la tesis que sostengo actualmente: toda la alharaca que vociferan en este momento Chávez, Correa y sus socios del ALBA contra la instalación de bases norteamericanas en Colombia, es por encargo de las FARC, que son los únicos amenazados porque tales bases contribuyan con el gobierno de Álvaro Uribe y de quienes le sucedan, a darles la estocada final a las guerrillas más añejas del continente.

Objetivo estratégico y fundamental para el presente y futuro del país neogranadino, que sería imposible alcanzar a menos de contar con la ayuda y cooperación de sus “hermanos” -vecinos o no- democráticos e iberoamericanos, pero que al serle escamoteada esta, le ha sido inevitable no recurrir al único país del continente con recursos y disposición para dárselas: los Estados Unidos de Norteamérica.
En este sentido, es de una mala fe sin precedentes en las relaciones internacionales de este y otros continentes, no admitir los esfuerzos del liderazgo colombiano porque Venezuela, Brasil, Perú, Chile y Argentina se involucren, o contribuyan más, en la derrota de la subversión interna, recibiendo, apenas, la indiferencia, y cuando no, la hostilidad de países de vocación subversiva y totalitaria como la Venezuela de Chávez y el Ecuador de Correa.

De modo que, las opciones de Uribe son pocas, poquísimas: o se apoya en la ayuda de Estados Unidos o en cuestión de años Colombia se unirá a la continental del miedo, el terror, la desigualdad extrema, la miseria horizontal y la ruina sin contén que promueven los hermanos Castro, Chávez y sus aliados.

En otras palabras: que los que se oponen a la llamada “injerencia” militar norteamericana en Colombia, en una política que no es otra cosa que la continuidad y reforzamiento del “Plan Colombia”, no son sino aliados de las FARC, y demás jinetes apocalípticos de la subversión colombiana, apostando a su recuperación del mal momento que viven después de las muertes de Raúl Reyes, Manuel Marulanda y el rescate de 50 rehenes encabezados por Ingrid Betancourt.

Bosque donde coexisten, desde “tontos útiles” como Lula, los esposos Kirchner, y Tabaré Vásquez, hasta indiferentes como la señora Bachelet, el cura Lugo y Felipe Calderón, pero que, básicamente, está poblado por quienes corrieron a distraer el esfuerzo de guerra del gobierno y el Ejército colombianos por ponerle el guante a Timoleón Jiménez, Grannobles, “Jhon 40″, “El Mono Jojoy” y Alfonso Cano.
Y para ello, del lado del gobierno de Uribe, es imprescindible la ayuda militar de un gobierno como el de Estados Unidos… Y para las FARC, y demás tentáculos de la subversión, todo cuanto puedan ofrecerle los aliados que por afinidad ideológica, u odio contra el país líder de la democracia mundial, estén dispuestos a darle una última mano, para sobrevivir al cerco, recuperarse y continuar su obra de ruina, destrucción y muerte.

A este respecto, es indiscutible que la guerra civil colombiana está como nunca decidiéndose en los escenarios continentales, pues, será el factor que derrote o neutralice el apoyo que necesita el otro para triunfar, el que logrará a la postre imponerse.

Y esto lo saben mejor que nadie los hermanos Castro, Chávez y el resto de títeres del ALBA, enfrascados en una cruzada para evitar la continuidad y reforzamiento del “Plan Colombia”, con el pretexto de que se trataría del establecimiento de bases militares en Colombia que presuntamente apuntarían al resto de países de Sudamérica y de la región.

O sea, que ignoran, adrede, que tales bases, de existir, difícilmente serían utilizadas contra gobiernos y países desafectos a los intereses norteamericanos y contrarios al establecimiento jurídico internacional y regional representado en la Carta Democrática Interamericana.
Sobre todo, después del fin de la Guerra Fría, cuando colapsados el comunismo y el fin del Imperio Soviético, los Estados Unidos se encontraron sin enemigos que los amenace con un arsenal de armas nucleares dirigidas a enfrentar y pulverizar a la potencia norteamericana, como era el caso de la URSS.

Pero no son detalles que interesen a los países del ALBA que lideran los hermanos Castro y Chávez, puesto que a quien están defendiendo, no es a los países de la región, sino a las FARC; y su enemigo, no es primer afrodescendiente presidente de los Estados Unidos, sino Uribe.
Para comprobarlo la rapidez que se tomaron Chávez y su comparsa para abandonar la frontera nicaraguense-hondureña desde donde planeaban la reinstalación de su compinche, Manuel Zelaya, en el poder, para regresar al sur, prender la llama de los enfrentamientos contra Uribe, y aliviar la presión que desde hacía meses sostenía el Ejército neogranadino contra los campamentos de “John 40″, “El Mono Jojoy” y Alfonso Cano.

Y es que de otra manera, no se explicaría que el “héroe” que hasta pocas horas antes era presentado como portador de las banderas de la revolución y el socialismo en las tierra de Morazán, Manuel Zelaya, fuera dejado de la mano de dios y al arbitrio de lo que pudiera hacer por él el otro socio de la pandilla: José Miguel Insulza.

Maniobra que los primeros en morder fueron el presidente Uribe, el ministro de la Defensa, Juan Manuel Santos y el Comandante General de las Fuerzas Militares de Colombia, Freddy Padilla León, al pasar a la ofensiva y demostrar que Chávez y Correa no estaban actuando por preocupación frente a la soberanía de los países de Sudamérica y el continente, sino por solidaridad con las FARC.

Acusación que fue desmentida por Chávez en un comienzo de manera rotunda, que dio origen a una crisis diplomática que al parecer va a disolverse como otra crisis venezolana-colombiana más, cuando ordenó al embajador venezolano, Gustavo Márquez, que regresara a Bogotá.

Pero que no incide en absoluto en la decisión de los hermanos Castro, Chávez y sus aliados del ALBA de destruir la democracia y la libertad en Colombia y que Álvaro Uribe ha optado defender con el apoyo y cooperación del único país del mundo que le ha ofrecido ayuda: los Estados Unidos de Norteamérica.

MANUEL MALAVER

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*DE LA REPRESENTACIÓN PROPORCIONAL A LA SOBRERREPRESENTACIÓN DE LAS MAYORÍAS EN LA NUEVA LEY ELECTORAL CHAVISTA PARA LOGRAR PARTIDO ÚNICO,

Aunque los artículos 63 y 293 de la Constitución establecen un sistema proporcional, la nueva Ley impone un sistema mayoritario. Si se aplica la distribución proporcional en un votación polarizada en la que el Partido A obtenga 50,01% de los votos y el partido B 49,99% de los votos, el partido A obtendría 55% de los cargos. Si se aplica un sistema mayoritario el partido A se quedaría con 85,37% de los cargos de la Asamblea.

Súmate indica que los rectores del Poder Electoral, antes de cada proceso comicial, deberán aprobar, al menos, 19 normas distintas que son mencionadas en la nueva Ley Electoral. Además explican que la ley no establece el lapso para la elaboración de los reglamentos. Para el Poder Electoral, el texto aprobado "proporciona marco jurídico a los procesos medulares que ejecuta el CNE en la organización de elecciones"

El sistema electoral mayoritario que se consagra en la nueva Ley (se denomina paralelo en el ar- tículo 8) es similar al que se usó en México para permitir que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) gobernará durante siete décadas de forma ininterrumpida. Los sistemas mayoritarios tienen la característica de sobrerrepresentar a las mayorías para evitar que se puedan conformar bloques de oposición parlamentarios.

La Ley permite el uso de centros de votación móviles; ordena iniciar la desconcentración de los centros electorales "con alta población" y permite que existan centros electorales en dependencias públicas y privadas, sin una prohibición taxativa al uso de ministerios o gobernaciones, etc. En el CNE aseguran que la desconcentración y el uso de centros móviles fortalece las políticas de inclusión y acercamiento del voto.

Cambiar el sistema de representación proporcional por un sistema mayoritario afectará el sistema político tradicional de Venezuela. En los sistemas mayoritarios se conforman dos o tres grandes bloques de pensamiento (partidos) Al impedirse la entrada de los organizaciones pequeñas al Parlamento, estas pierden su razón para existir. Esta es la causa que obliga a PPT, entre otros, a oponerse a la nueva Ley.

Los centros de votación móviles son una de la novedad de la nueva ley. Pequivén será la responsable de construir estas estructuras, denominadas "Petrocentros". La nueva Ley Electoral indica que estas estructuras podrán emplearse para desconcentrar centros de alta población. La Ley no aclara cómo se asignarán los electores a los centros móviles, cómo será su auditoría, proceso para la asignación de testigos, etc.

La Ley permite crear circuitos electorales al unir parroquias y municipios. Técnicos de la oposición temen que esta disposición pueda emplearse para lograr que el chavismo vuelva a ganar en Maracaibo (estado Zulia) al unir algunas de sus parroquias al municipio San Francisco o para que retome el control del municipio Sucre (estado Miranda) al excluir a la parroquia Leoncio Martínez de esta jurisdicción.

Para el CNE la ley "consolida jurídicamente las políticas de confiabilidad y transparencia que se han aplicando a través de la automatización del sistema electoral y la aplicación de auditorías" Para Súmate la ley es un retroceso porque elimina los avances alcanzados en las normativas sobre el voto automatizado. Concretamente: 1) Cajas a ser auditadas. 2) Desconexión de las captahuellas. 3) Impresión de actas antes de transmisión.

La Ley instaura que existan estados más plurales que otros, al establecerse criterios distintos para cada entidad. En promedio, 70% de los diputados serán elegidos por nombre y apellido y 30% a través de listas. Por ejemplo, mientras en Zulia se elegirán 12 diputados (80%) por nombre y apellido y tres por lista (20%), en Delta Amacuro se escogerán dos diputados (50%) por nombre y apellido y dos por lista (50%)

El Parlamento obvió la recomendación de incluir la imagen o foto del elector como mecanismo para reducir la votación múltiple. En la ley no se establece taxativamente la obligación que se encontraba en el artículo 95 de la Ley Orgánica del Sufragio de entregar la información del Registro Electoral a los partidos políticos, grupo de electores o candidatos independientes. La actualización del RE se remite a la Ley de Registro Civil.

Juan Carlos Apitz asegura que el chavismo pretende garantizarse el poder con estrategias que le permitan crear huecos o vacíos normativos que le favorezcan. Asegura que se otorga al CNE la discrecionalidad de cambiar todas las normas antes de cada elección. Para el diputado Darío Vivas, cada elección es un proceso diferente, por lo tanto debe tener reglamentos distintos que respondan a la naturaleza del proceso.

Se establece como único requisito para se miembro de mesa saber leer y escribir. Humberto Villalobos denuncia que la ley hace inauditable el sorteo de los miembros de mesa. Sobella Mejías advierte que se interfiere en la independencia del Poder Electoral al establecer como atribuciones de la Fuerza Armada Nacional competencias inherentes al CNE como el resguardo del material e instrumentos electorales".

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