¿Qué ocultan Cristina Fernández y Hugo Chávez?
Por: Fran Ruiz
Opinión
Viernes 14 de Diciembre de 2007
Hora de publicación: 01:29
La acusación del FBI que salpica a Cristina Fernández y a Hugo Chávez es de suma gravedad. Por eso convendría que la presidenta de Argentina, que no lleva ni una semana en el poder, explicara qué sabe ella de los 800 mil dólares procedentes de Venezuela que iban destinados presuntamente a su campaña electoral.
No basta con desviar la atención recurriendo a la estrategia del venezolano de culpar de todo a una “conspiración imperialista” contra su gobierno; existen hechos delictivos ciertos y una acusación con nombre y apellidos que la involucran directamente.
Remitámonos, pues, a los hechos. La empresa estatal argentina Enarsa fletó a principios de agosto un avión que transportó de Caracas a Buenos Aires a funcionarios de esa empresa y de PDVSA (Petróleos Venezolanos). Por causas no aclaradas viajaba con ellos el empresario venezolano-estadunidense Guido Antonini Wilson, con la mala suerte de que agentes aeroportuarios le abrieron su maletín, que contenía 800 mil dólares sin declarar. Se da la casualidad de que esta aparentemente inofensiva “misión empresarial” venezolana anticipaba la visita de Chávez a Argentina, a donde fue para reforzar sus vínculos con el gobierno de Néstor Kirchner y su mujer Cristina, a la que aseguró que iba a ser la futura presidenta de Argentina.
Comienza entonces la fase de “lavada de manos”. Ni el gobierno de Argentina, en nombre de la estatal Enarsa, ni el de Venezuela, en nombre de PDVSA, explican qué hacía Antonini en el avión y si sus funcionarios sabían lo que contenía el maletín. Increíblemente, las autoridades argentinas dejan escapar al empresario, que se refugia en Miami sin haber explicado quién le dijo que introdujera ilegalmente el dinero en Argentina y quién era el destinatario.
La segunda parte de la historia prosigue en Miami a donde acuden cuatro venezolanos y un uruguayo a “visitar” a Antonini. Allí le advierten que si afirma que el dinero confiscado no era suyo o revela quién se lo entregó la vida de sus hijos correría peligro. La semana pasada el FBI arresto a los “visitantes” y ayer un fiscal de Miami los acusó de “conspirar como agentes de la República Bolivariana de Venezuela dentro de Estados Unidos” y presento de prueba las grabaciones telefónicas que sostuvieron con Antonini, en las que un “agente” de Chávez revela que el dinero iba destinado a la campaña de Cristina Fernández.
No basta, sin embargo, con acusar a los supuestos agentes chavistas. La justicia de EU debe procesar a Antonini para que confiese para quién trabaja. Si se confirman las sospechas, quedaría al descubierto la vergonzosa estrategia de Chávez de “comprar” políticos de la región para convertirlos en sus súbditos, como hizo en Bolivia, Nicaragua e intentó en Perú (y quién sabe si en México). Sobre Cristina caería además la mancha de que se “vendió” por un puñado de dólares del petróleo venezolano.
Por: Fran Ruiz
Opinión
Viernes 14 de Diciembre de 2007
Hora de publicación: 01:29
La acusación del FBI que salpica a Cristina Fernández y a Hugo Chávez es de suma gravedad. Por eso convendría que la presidenta de Argentina, que no lleva ni una semana en el poder, explicara qué sabe ella de los 800 mil dólares procedentes de Venezuela que iban destinados presuntamente a su campaña electoral.
No basta con desviar la atención recurriendo a la estrategia del venezolano de culpar de todo a una “conspiración imperialista” contra su gobierno; existen hechos delictivos ciertos y una acusación con nombre y apellidos que la involucran directamente.
Remitámonos, pues, a los hechos. La empresa estatal argentina Enarsa fletó a principios de agosto un avión que transportó de Caracas a Buenos Aires a funcionarios de esa empresa y de PDVSA (Petróleos Venezolanos). Por causas no aclaradas viajaba con ellos el empresario venezolano-estadunidense Guido Antonini Wilson, con la mala suerte de que agentes aeroportuarios le abrieron su maletín, que contenía 800 mil dólares sin declarar. Se da la casualidad de que esta aparentemente inofensiva “misión empresarial” venezolana anticipaba la visita de Chávez a Argentina, a donde fue para reforzar sus vínculos con el gobierno de Néstor Kirchner y su mujer Cristina, a la que aseguró que iba a ser la futura presidenta de Argentina.
Comienza entonces la fase de “lavada de manos”. Ni el gobierno de Argentina, en nombre de la estatal Enarsa, ni el de Venezuela, en nombre de PDVSA, explican qué hacía Antonini en el avión y si sus funcionarios sabían lo que contenía el maletín. Increíblemente, las autoridades argentinas dejan escapar al empresario, que se refugia en Miami sin haber explicado quién le dijo que introdujera ilegalmente el dinero en Argentina y quién era el destinatario.
La segunda parte de la historia prosigue en Miami a donde acuden cuatro venezolanos y un uruguayo a “visitar” a Antonini. Allí le advierten que si afirma que el dinero confiscado no era suyo o revela quién se lo entregó la vida de sus hijos correría peligro. La semana pasada el FBI arresto a los “visitantes” y ayer un fiscal de Miami los acusó de “conspirar como agentes de la República Bolivariana de Venezuela dentro de Estados Unidos” y presento de prueba las grabaciones telefónicas que sostuvieron con Antonini, en las que un “agente” de Chávez revela que el dinero iba destinado a la campaña de Cristina Fernández.
No basta, sin embargo, con acusar a los supuestos agentes chavistas. La justicia de EU debe procesar a Antonini para que confiese para quién trabaja. Si se confirman las sospechas, quedaría al descubierto la vergonzosa estrategia de Chávez de “comprar” políticos de la región para convertirlos en sus súbditos, como hizo en Bolivia, Nicaragua e intentó en Perú (y quién sabe si en México). Sobre Cristina caería además la mancha de que se “vendió” por un puñado de dólares del petróleo venezolano.