Después del 2D volvió el sosiego, resurgió el optimismo, cesó la angustia colectiva que tenía en ascuas a una población postrada en la desesperanza y el entreguismo, víctima de una oposición política abúlica, incapaz, pusilánime y paralítica. No fue un triunfo pírrico ni una victoria de m... como lo ha calificado grotescamente Chávez ante un alto mando militar sumiso y humillado, por el contrario, tomando en cuenta el ventajismo depravado del oficialismo, esta victoria en un país imparcial, hubiese representado por lo menos 20 puntos de ventaja. Simplemente, el grueso del rebaño social no respondió a esta traición a la patria.
Quedó demostrado que el invencible es vencible, que el supuesto liderazgo bolivariano y mundial no era tal, que la perpetuidad en el poder tiene caducidad, que no se puede cercenar el derecho a la propiedad privada o a la libertad de expresión y sobre todo, que al Presidente se le está agotando el tiempo histórico. Ya no es viable la nueva geometría del poder con la discrecionalidad de los vicepresidentes nombrados a dedo, ni crear aquel disparate de confederación de naciones que fusionaba a Venezuela con Cuba y otros países comunistas.
Las universidades y el Banco Central seguirán autónomos, continuará la institucionalidad de las Fuerzas Armadas, ya no se podrá controlar a la Iglesia ni a la educación privada. El pueblo votó en contra de la dictadura popular, de la consigna “Patria Socialismo o Muerte” y del proyecto retrogrado del socialismo del siglo XXI que no fue más allá de un bostezo nacional.
Pero el “por ahora” ha resurgido. No sabe perder, no sabe transigir, quiere siempre tener razón. Algún escrupulillo lo abstuvo de pronunciar la famosa frase: “El Estado soy yo”. Pero los fracasos lo exasperan y acaban extralimitándolo en sus derechos. La respuesta emocional a través de la halitosis verbal que hizo estallido en la grosería coprológica, refleja la poca capacidad de compostura presumible en todo Jefe de Estado. ¡Que vergüenza!...
Sí bien el “No” ha triunfado, las razones que generaron esta pesadilla del socialismo están presente y tan vivas como antes. El 70% de la población es pobre y el triunfo de la “revolución” se fundamenta en el populismo que no es otra cosa que ofrecer, regalar y repartir gratuitamente. Es hora de entender lo que ocurrió, ganar espacios de reflexión perdidos y unificar la oposición por senderos bien planificados, de lo contrario estaremos frente a otro “por ahora”. Que oiga quien tiene oídos...
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