lunes, 5 de octubre de 2015

ANTONIO LÓPEZ VILLEGAS , EDITORIAL, UN DIAGNÓSTICO PROVISIONAL


La calle es un peligro. Eso le digo a mi hija. Con la esperanza de que me escuche y evite un mal rato o algo mucho peor.

Mucha agua ha corrido desde los días en que se podía andar por ellas sin el riesgo de que el delito nos sorprenda.

Se ha especulado que es una estrategia del régimen para que solitos tengamos un “estado de sitio”. Estoy por creerlo ya que a mi juicio, acabar con el delito no es tan difícil si hay voluntad. Sólo que no la hay porque esta diseminado en todas las esferas del poder.

Mantener a un pueblo sometido al miedo suele resultar por un tiempo, así lo dicta la maestra Historia. Venezuela está sumergida en una suerte de abismo ético y moral, en donde hasta ahora cada gremio lucha de una manera individual por resolver su problema.

Cuánta falta haría un Gandhi o un Walesa en esta Venezuela tan herida y golpeada desde hace ya tiempo, que sea capaz de agrupar a toda una población agotada ya por el mismo cansancio. No nos acostumbramos a este aislamiento del mundo civilizado. Al menos yo no.

Sobrevivir es un mandato, hasta que reine la justicia y la libertad. Este régimen es una serpiente de muchas cabezas que se alimenta de las mentes de aquellos que están en una nómina, de un colectivo, o de una misión y también de los que, aún, después de ya tantos años de promesas, siguen creyendo en la igualdad social. Son los más débiles, vulnerables y necesitados que viven de la esperanza.

Ya esta clase política ha demostrado hasta la saciedad que no está dispuesta a nada que signifique rendir cuentas por sus acciones. No es una sorpresa ver este panorama, considerando la voracidad y rapacidad de quienes detentan el poder.

Así ha sido en la historia. Y sin embargo, los tiranos han llegado a su fin de una u otra manera. La liberación debe venir por el sendero de la paz y de la justicia. Es un axioma que no admite ya más demoras, sencillamente porque ya no hay más nada de donde dilapidar.

Antonio López Villegas
altatribuna@yahoo.com.mx
@lopezvillegas7

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CARICATURAS DEL lunes, 05 de octubre de 2015 EL REPUBLICANO LIBERAL, DIARIO DE OPINION, RAFAEL RIOS Y/O EDUARDO SANTOS, HUMOR, FORMA ESPECIAL DE OPINAR, RECOPILACION, MAS RECIENTES, VENEZUELA,

































Rafael Rios
rariga2@gmail.com
@rariga

Eduardo Santos
eduardosantos211@gmail.com
@edsantos211

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CARLOS BLANCO G., EL ESPACIO DE LA GUERRA ES EL ESPACIO

Para derrotar electoralmente al régimen hay que derrotarlo primero políticamente. Esa derrota política está en marcha. Y tiene lugar en el espacio de la opinión pública, del corazón de la gente y del espíritu dominante. No es un hecho propagandístico como creen los badulaques del régimen; entre otras razones, porque salvo pocos grupos que disponen de plata en la oposición, casi nadie tiene más recursos que el que permite ir casa por casa, pueblo por pueblo, en peregrinaciones que no cubren los medios de comunicación casi totalmente en manos rojas.

La oposición ha sido mayoría muchas veces. Lo nuevo es que quienes tenían el complejo de minoría parecen haber superado el trauma infantil y ahora también se asumen como la mayoría que se ha sido varias veces y ahora se es de modo indiscutible. Este ambiente tiene una dinámica multiplicadora y la fascinación de ser parte de la mayoría hace a ésta cada vez más amplia y sólida.

Nadie en el gobierno cree en poder obtener un triunfo electoral genuino. Nadie en el resto de la sociedad estima que el régimen tiene los votos para ganar. La propia discusión sobre la creación de “burbujas de felicidad” mediante importaciones masivas; la hipótesis que acá hemos propuesto sobre suspensión parcial de elecciones o creación de un bochinche en las zonas bajo estado de excepción; y el trajín fraudulento en el CNE, son elementos que ilustran la idea de que con votos de verdad, el régimen pierde.

Maduro está derrotado en el alma nacional y en la opinión internacional. Esto forma parte de la derrota política previa indispensable, pero todavía no está completada la faena y queda lo más duro. Ya comenzarán a aparecer las boliencuestas, esas que dicen que el gobierno va a perder, luego dicen que eso no es seguro, más adelante que puede ganar, y, al final, dicen que ganó, lo cual es parte de la guerra en el espacio de las creencias y del espíritu.

Para la derrota política preelectoral indispensable para la victoria democrática es necesario que el convencimiento que ya todos tienen, incluidos los del PSUV, conduzca al desarme de la trampa, el ventajismo y el fraude.

Se hace necesario que las fuerzas opositoras en el marco del ambiente favorable en el resto del mundo, desbaraten los planes maduristas.

Aunque hoy parezca una baladronada, sólo la rendición del régimen ahora, condicional o incondicional, con acuerdo o sin acuerdo, puede permitir que los votos se emitan, que los emitidos se cuenten y que los que se cuenten se impongan.

Carlos Blanco G.
@carlosblancog .
www.tiempodepalabra.com

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THAYS PEÑALVER, ¿QUÉ HACER CON LOS MILITARES?

Venezuela debe proteger sus intereses fuera de las fronteras pero el liderazgo opositor ignora cuantas divisiones tiene la Fuerza Armada

Esta semana en el programa de radio “Y así nos va” por RCR, mis buenos amigos Daniel Lara y Nehomar Hernández me hicieron la pregunta sobre, si en una hipotética nueva República habría que iniciar la discusión de eliminar o no a los militares, siguiendo el modelo de Costa Rica y de otros 25 países que los suprimieron o nunca los tuvieron, ¿Qué hacer con los militares? Paso a responder con lo siguiente: ¡Nada! Absolutamente nada.

Esa es la respuesta más clara y precisa. Y antes de que ponga el grito en el cielo y corra a Twitter a declarar a los cuatro vientos su indignación y a decirme que está en total desacuerdo, permítame explicarlo hasta el punto final de éste artículo, porque es muy posible que se moleste aún más cuando diga lo segundo: ¡a quienes hay que arreglar, es a los civiles! Porque verán, el problema en Venezuela es y siempre ha sido, civil.

Eliminando el hecho de que Costa Rica es más bien un mito y el resto son pequeñas islas o que Suiza tiene más aviones de combate y tanques que Venezuela, el caso de este país centroamericano es que en realidad no eliminó a los militares, porque estos, se eliminaron solos a partir de 1914 sobre todo desde la vergonzosa derrota de 1921 (Guerra de Coto) hasta su Guerra Civil, en la que lo que quedaba del ejército se enfrentó en superioridad numérica y de armas a maestros y civiles, siendo derrotados por estos últimos con palos y piedras. Vergüenza tras vergüenza y sumadas las crisis económicas, llegado 1948 la verdad es que el ejército había muerto de mengua, en un país pobre en extremo que no tenía alguna manera de reorganizarlo.

Quienes sí fuimos pioneros en eso, resultamos ser nosotros los venezolanos y sus desconocidas historias, porque fue “el gran visir de la política de Medina” Arturo Uslar Pietri, quien convence al “general” de eliminar a las Fuerzas Armadas y convertirlos en una “Guardia Nacional extendida” “y no darles el rango de un ejército normal, al estilo europeo”, por eso aunque pasó a la historia como un (inentendible) complot adeco, la verdad desde el punto de vista de los alzados es que fue “Arturo Uslar el responsable de que nosotros, en las Fuerzas Armadas, insurgiéramos contra Medina” (Pérez Jiménez dixit).

Superado el tema del caso Costa Rica y apelando a los límites geográficos de Venezuela, Pérez Jiménez tenía razón en algo y me refiero a nuestra situación geopolítica. Venezuela al norte delimita con el Mar Caribe y sus peligros por estar sentados sobre las reservas de oro negro más grandes del planeta. Al Sur con un ejército de ocupación de garimpeiros cuyo grito es ¡Oro para el Brasil!, al oeste colindamos con un enorme problema limítrofe que grita ¡El golfo es de Colombia! con tres ejércitos hostiles y en armas con cientos de miles de hombres y al este limitamos con un grito que dice ¡El Esequibo es de Guyana! con un puñado de generales gritándonos como si fuéramos idiotas. Digo que tenía razón Pérez Jiménez, porque si no hubiéramos tenido los camberras para disuadir en su momento a unas fuerzas “que nos superaban en mar y tierra” con la famosa frase: “si sus fuerzas no salen de la zona venezolana (El barco colombiano Almirante Padilla había disparado sus cañones sobre Los Monjes) a primera hora, mis camberras volarán sobre Bogotá” (sic) y si Uslar Pietri se hubiera salido con la suya, hubiéramos sido colonia soviética desde los años sesenta y no un experimento mediocre, a destiempo y moribundo en el siglo XXI.

Pero a veces se nos olvida que los “militares” no solo están para defender nuestro territorio, sino en todo lugar donde ondee nuestra bandera o donde nuestra bandera tenga intereses. Pongo un ejemplo: hasta 1999 Venezuela poseía la tercera flota atunera más grande en el Pacífico y era responsable, junto con la mexicana, del sesenta por ciento de la capacidad instalada, si la flota civil de pesca vuelve a ser lo poderosa que fue, nuestra Armada deberá ser igual de poderosa y estar allí para protegerla en caso de “conflicto de intereses”, así como nuestros buques petroleros y nuestros activos en el exterior.

Así que yo no soy de las que cursimente repite como loro, que nuestras fuerzas están aquí para proteger la integridad de nuestro territorio soberano, ni mucho menos la idiotez del espacio ultraterrestre supra yacente ¡No!, lo digo con propiedad, nuestras fuerzas deben estar allí para disuadir al más pintado y si no, prestas a patearle el trasero a quien sea que amenace nuestros intereses.

Por eso la responsabilidad de los civiles no consiste en hablar tonterías sobre lo militar, sino en garantizar las discusiones necesarias para ver si se cumplen los elementos óptimos de la defensa de estos intereses. Y allí está la gran falla del mundo político y civil venezolano que nunca ha puesto sobre el tapete  el tema militar (más allá de los clichés de siempre y socializar con ellos) y no únicamente por cobardía, sino por algo mucho peor, por una supina torpeza civil del mundo militar.

“En el liderazgo opositor” -me explicaba un amigo de la Armada ya retirado- “es imposible encontrar un referente sobre nuestro futuro” porque lo único que se localiza es “anclada la flota de la ignorancia” (sobre el tema), que se manifiesta casi diariamente en los ataques a la institución militar o en los peligrosísimos clichés de siempre sobre como con el costo de un avión militar se podrían construir tantas escuelas, entre otras barbaridades. Otro amigo general (R) y una de las personas más inteligentes que he conocido, me explica que si le hiciéramos un “quiz sorpresa” a los líderes opositores y les preguntáramos por ejemplo: “¿quién podría definir con precisión lo más básico, cuántas divisiones tiene el ejercito de Venezuela o como están estructuradas? “¿Cómo pueden hablar de que algo necesita arreglo, si ni siquiera nos conocen?”. Otro experto civil, luego de haber sido llamado para hacerle una presentación a un conocido partido político, observó que luego de su esfuerzo para hacerles comprender técnica y objetivamente la evolución del apresto operacional, al día siguiente escuchó “las declaraciones más disparatadas e insultantes”, ¿Para qué llamarlo si preferían estar en su ‘zona de confort’ aún a costa de insultar a los militares y en especial, a su trabajo?

Por eso, si no aderezamos primero a los civiles y el profundo desinterés de buena parte de los políticos civiles, jamás superaremos los problemas atávicos y en especial los que venimos arrastrando desde nuestra independencia y que aquejan a esa obra, que por más que tenga orígenes históricos, es de muy reciente construcción (mediados del siglo XX) llamada Fuerzas Armadas Nacionales o como las llamaron ahora, Fuerza Armada Nacional.

Thays Peñalver
thays.penalver@me.com
@thayspenalver

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OSWALDO ÁLVAREZ PAZ, CONTRA TODA HIPOCRESÍA

Hemos repetido muchas veces que el régimen venezolano es el campeón mundial del disimulo y la mentira. Ambos son componentes de una hipocresía que incorpora a las relaciones internacionales, especialmente las vinculadas a un vecindario complicado. Me refiero a Guyana y Colombia. La reunionitis aguda de las últimas semanas entre los más altos funcionarios de los países citados no ha logrado resolver, ni siquiera enfrentar con sinceridad,  los problemas básicos que mantienen empañadas las relaciones.

No me gusta generalizar, pero parecen reuniones de farsantes alejados de la búsqueda de soluciones, pero empeñados en adoptar poses de interés político propias de quincallas barateras. A nadie engañan en ninguna parte. El caso de Venezuela es el más lamentable de todos. Cuando decimos estar contra toda manifestación de hipocresía queremos invitar a actuar en base a la verdad, apegados a la dura realidad existente.
Todos los problemas tienen solución. Nuestro drama es que el régimen y su presidente dejaron de ser instrumentos para resolver esos problemas y se convirtieron en el problema mayor que la nación tiene que resolver a corto plazo. Mientras la dupleta Maduro-Cabello esté al frente del país todo se agravará. Nuestra obligación es contribuir a superar lo que está a la vista.
En esta dirección debe dirigirse el mensaje fundamental de la alternativa democrática con miras a la elección parlamentaria del próximo 6 de diciembre. No hay manera de que el régimen pueda ganarla, pero puede intentar un gigantesco fraude para disimular su fracaso y convertirlo en una victoria vergonzosa, empañando o anulando mediante el uso de la fuerza bruta, el indetenible triunfo de la oposición. En manos de la MUD está la responsabilidad fundamental. También en las direcciones políticas de los partidos y grupos que la integran. Protagonistas son también los candidatos a asambleístas que deben demostrar, desde ahora, temple y coraje para las tareas que se avecinan.
Estoy plenamente convencido de la honradez de la mayoría de los oficiales de las fuerzas armadas, más allá de las desviaciones y corruptelas existentes en ese mundo, de la misma naturaleza de las existentes en el mundo civil. Allá y aquí hay buenos y malos, honestos y perversos. Un solo frente para derrotar la barbarie y construir la nación que soñamos. 
Oswaldo Alvarez Paz
oalvarezpaz@gmail.com
@osalpaz

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SUSANA MORFFE, CÓMO SALIR DEL LABERINTO

Los meses y días pasan rápido junto a la incertidumbre por conocer, saber o tener la certeza de lo que va a ocurrir al final de la crisis que atraviesa Venezuela en todas sus instancias. Algunos abrigan la esperanza a través de una gran concertación política para dar espacio a la reconciliación como ocurrió con el Pacto de Punto Fijo, décadas atrás. Los menos entusiastas visualizan peores consecuencias debido a que la historia actual luce más peligrosa que la de aquellos años de la dictadura militar perejimenista.

Se ha jugado hasta la exageración con las frases optimistas, pesimistas y lapidarias. Pareciera que nada va a detener lo que va a ocurrir, es algo muy contradictorio y nos estamos atreviendo a cambiar la historia y el destino del país. Se han cometido errores, pero buscar culpables es una necedad al conocer -para quienes han seguido el curso de la crisis-  cómo se fueron dando los traspiés dentro de la vida democrática del país y derivar en el laberinto que hoy recorremos.
Venezuela es un barco de guerra donde se están preparando hombres y mujeres para pelear la batalla por la libertad. Del otro lado está otra nave de hombres y mujeres que asisten a un crucero de placer, con todas las comodidades y dinero para disfrutar. Son las estaciones incluidas en el laberinto venezolano.
Los acomodos de algunos dieron al traste con  la ruina en la vida de otros. Hubo uno o varios culpables, pero no todo está perdido hasta que los equivocados hagan catarsis y se preparen para arreglar con responsabilidad la salida a la crisis. Lo que si necesitamos urgentemente es alguien que nos guie hacia lo correctamente necesario y levante la autoestima con los valores que hemos perdido. Resulta evidente que cada venezolano tenemos el compromiso de formar un país nuevo ¿Cómo lo vamos hacer? Venezuela cuenta con personas calificadas, muy brillantes que pueden marcar las directrices para iniciar el cambio. Es cuestión de permitir que nos dirijan hacia un mejor puerto, no el más seguro, sino el menos vulnerable.
Los especialistas en materia económica hablan de eliminar definitivamente el control de cambio porque –según ellos- es la causa primordial de la crisis de valores que enfrentamos en todas las áreas de la vida social del país. El punto claro es que la economía es la que rige y ordena el rumbo del país.
La postura de señalar a los culpables o calificar peyorativamente a otros es el cuento del gallo pelón, de hecho culpables los hubo y los hay, no queda la mínima duda. Sin embargo, tampoco es sano obviar cómo se fueron dando los episodios y quiénes son los seguidores ¿Hay una salida? Claro que sí, pero quizás será una salida inesperada.
Como ciudadano común deberíamos acompañar con genuina humildad las buenas intenciones de las personas más capaces para corregir los errores  y trabajar por el bien común, ofrecer nuestra mejor voluntad para ayudar adecuadamente y de manera centrada en lo que necesitamos y lo verdaderamente importante: Democracia, democracia y más democracia  para salir del laberinto.
Susana Morffe
susana.morffe@gmail.com
@susanamorffe
www.susanamorffe.blogspot.com

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ANTONIO JOSÉ MONAGAS, VIVIR MURIENDO…

La actual crisis de Estado, es expresión del rotundo fracaso de un modelo político-económico que el régimen populista y demagogo ha pretendido instaurar en el marco de una gestión de gobierno ineficiente y corrupta.

A decir de los poetas, cada día se va de las manos de quienes poco o nada entienden que vivir es recordarse. Bien lo escribió Gottfried Benn, poeta y ensayista alemán, “vivir es echar puentes sobre los ríos que pasan”. Es decir, venciendo las adversidades. Y precisamente, la muerte es una de ellas. Al respecto, la lógica explica que es propio morir cuando está viviéndose ya que la muerte es propia en los seres vivos. Aunque lo que vive se opone siempre a lo que muere. No obstante, el concepto de vida, según el inglés y filósofo de la política, Thomas Hobbes, es relativo ya que vivir es más que existir. Es un único acontecimiento. Es un problema de subsistencia entre individuos con apetencias propias y legítimas muchas de las cuales son infundadamente valoradas en aras de los intereses y necesidades de cada quien. Así Hobbes explicó que “la vida es un perpetuo movimiento que si no puede progresar en línea recta, se desenvuelve en círculo”.

Sin embargo, tal adagio pareciera pecar de idealista por cuanto la vida adquiere una dinámica tan particular que gráficamente no representaría necesariamente un círculo o alguna figura que evidencie continuidad en su trazado o desarrollo. La actualidad está caracterizada por tiempos tan móviles, ásperos, lúgubres, plácidos y, desde luego, injusto e inciertos, que ni siquiera el espacio tiene cabida en su contenido. El tiempo es tan cambiante, que su movilidad no acepta otra cosa distinta que su esencia. Por eso se dice que lo único estable es el cambio que opera en el tiempo.

En política, esta acepción no sólo es infalible. También es intrigante, agorera y calamitosa. Es así toda vez que la política actúa solapadamente cuando las condiciones lo permiten. Más, cuando lucen favorables al hecho de crear el engaño necesario bajo el cual se procuran inducir las circunstancias para someterlo al influjo de las ideologías dominantes. El caso venezolano es patético ejemplo de la situación que la explicación anterior asoma. La vigente crisis de Estado, calificada de integral por sus manifestaciones en todos los órdenes, es expresión del rotundo fracaso de un modelo político-económico que el régimen populista y demagogo ha pretendido instaurar en el marco de una gestión de gobierno ineficiente y corrupta. En consecuencia, hizo que se exacerbaran males acumulados. Y al mismo tiempo, que se generaran nuevos problemas que agravaron más aún las realidades.

Ahora la estructura social, política y económica del país, pasó a ser resultante de un proceso histórico de infaustas acumulaciones y aciagas distorsiones que, a lo largo del recorrido del siglo XXI, coadyuvaron a concentrar la riqueza y el poder en las pocas y largas manos de agentes políticos actuando en nombre de una vulgar revolución bolivariana.  A tal extremo llegaron sus efectos que hasta los más legitimados derechos humanos, se han visto amenazados y vapuleados por la coerción de la administración trastornada de gobierno.

Derechos asociados a la vida, la salud, al trabajo, a las libertades de comunicación, información, pensamiento  y de expresión, entre otros, son burlados por personeros que toman decisiones desde instancias superiores del Estado venezolano. Inclusive, el derecho a la libertad de conciencia se ha visto conculcado por intimidaciones de grosero sentido y contenido. Dada la indolencia que define al gobernante, su gestión ha visto con indiferencia la mengua de distintos problemas. Concretamente, del sector salud. Olvidó priorizar “la promoción de la salud y prevención de enfermedades” al dejar de garantizar un tratamiento oportuno, tanto como la rehabilitación de calidad que requiere la prestación de tan fundamentales servicios. Relegó su deber de otorgar un “presupuesto que permita cumplir con los objetivos de la política sanitaria” (Léase artículos 83, 84 y 85 Constitución de Venezuela)

Al presente, la salud del venezolano se convirtió en razón de tragedia pues la situación complicó el control de graves enfermedades. De hecho, la escasez de medicamentos e insumos quirúrgicos, o su desaparición del mercado farmacéutico, ha llevado a que la resignación se asuma como criterio de fortaleza ante la impotencia que causa una escabrosa realidad donde la muerte se torna ávida de vida. Ante ello, los médicos viven un conflicto ético por culpa de la incapacidad administrativa gubernamental para proveer con suficiencia a los establecimientos de salud de acuerdo a necesidades declaradas y comprobadas. Sólo les queda acompañar al paciente a morir. Ahora el venezolano debe aceptar que sin inventarios médico-quirúrgico y farmacológicos, sólo queda resignarse a vivir muriendo…

VENTANA DE PAPEL

A PUNTA DE MORDAZA

Cualquier venezolano con básico sentido común, podrá preguntarse por la indolencia de un país cuyas instituciones universitarias, se ven cada vez más debilitadas. Desde luego, están siendo magulladas por la acción tiránica y legalizada de un gobierno que intenta controlarlas para hacer de ellas burdos “cuarteles académicos”. Aún así, no hay una reacción nacional que asome un amplio malestar por el maltrato que están recibiendo. Sobre todo, al reconocer que el país ha sido construido por la guía de venezolanos formados en esas mismas universidades que ahora son agraviadas sin compasión ni medida.

Con la excusa de dificultades financieras que tienen ahogada la administración pública, el régimen busca justificarse para entonces descuadrar la economía universitaria y avanzar hacia su intervención, cosa que ya comenzó a ensayarse mediante abruptos dictámenes a instancia de un enajenado Poder Judicial. La autonomía universitaria no ha valido sino para su estudio  a nivel de investigaciones elaboradas que ocupan libros, revistas y ponencias de todo tenor.

Además, la indiferencia de unos tantos universitarios resignados, hace que muchos venezolanos crean que el problema por el cual lucha un inmenso conglomerado de trabajadores universitarios se vea reducido. O confundido, como cualquier necedad sin comprender que debajo del planteamiento de legítimos y verdaderos gremios universitarios, hay necesidades que sólo se acoplan con un desarrollo nacional hoy frustrado por culpa de la inanición a la que el régimen tiene sometido al país con el propósito de reducirlo geopolíticamente. Sin duda de que la autonomía está desguarnecida. La única forma de potenciarla, es mediante una universidad combativa, a la altura de la historia que simbolizó sus luchas a manera de honrar sus capacidades, disposición y memoria.

Esto obliga a entender que el problema va más allá de lo salarial. Indiscutiblemente, es político y como tal, debe considerarse. De esta forma, podrá actuarse en consonancia con las realidades y apelando a estrategias conjuntas que provoquen el mayor número de dudas en personeros del gobierno central para así restarles posibilidades de imponer más despropósitos que sólo están llevando a desgastar la Universidad a punta de mordaza.

“A PIQUE”

La decepción que muchos venezolanos viven, es inmensa. Quienes una vez votaron por el actual gobierno, se han desencantado de la opresión dominante. El conflicto universitario ha agravado más dicho problema. Una estudiante escribe por las redes sociales para “hacer un llamado a luchar por nuestra casa de estudio, nuestra querida e ilustre Universidad de Los Andes”.

Manifiesta ver como cada día aumenta el desanimo y la desesperanza de muchos por lo que he decidió “dejar de ser parte de ese montón y comenzar a ser parte de un cambio, de ser alguien que quiere luchar por algo mejor”. Por tanto afirma que no puede permitirse que la ULA se caiga a pedazos, a pesar de que los problemas que la afectan son múltiples. Queda entonces “defender el país y sus instituciones”.

Esta estudiante anónima plantea 1 día del tiempo de todos. “Pido que imaginen que es una prueba que van a presentar, que pasaran asistencia, que es obligatoria”. Su propuesta es una movilización que, sin generar polémicas, impacte por llevar un cartel, pancarta, hoja, etc. que hable de problemas que aquejan a la ULA. Pero que el mundo se entere que “necesitamos y exigimos educación de calidad para un desarrollo pleno y normal”. De lo contrario, el país se irá “a pique”.

“A menudo resulta inevitable pensar que vivir apegado a una ideología carente de fundamento, resulta tan abyecto como inmolarse sin precisa razón. Es el mismo comportamiento de quien  decide reducirse a vivir muriendo”

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas

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LUIS DANIEL ÁLVAREZ V., CÉSAR MIGUEL NO LLORÓ

Hace algunos días el gobierno nacional emitió un comunicado a través de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) en el que reprochaba la actitud que tomó el conductor radial César Miguel Rondón en una entrevista que realizó al alcalde de Cúcuta Donamaris Ramírez- París Lobo.

Alega la institución oficial venezolana que el burgomaestre nortesantandereano emitió diversos comentarios hacia el Jefe de Estado venezolano y sectores de la Fuerza Armada que a juicio de la comisión resultan inapropiados e incurrieron en acciones injuriosas y ofensivas.

En una prueba más del poco manejo que sus autoridades demuestran tener del ejercicio del periodismo, Conatel ni reprochó las declaraciones del político colombiano ni aportó elementos que pudieran contrastar sus denuncias, sino que se dedicó a atacar y cuestionar a Rondón por no haber confrontado al entrevistado, sin percatarse que los puntos de vista de la autoridad colombiana responden a sus criterios y lo que el comunicado llama "guardar un vergonzoso silencio" no es sino una muestra fehaciente del libre ejercicio del periodismo que deja que los puntos de vista se expresen como garantía de la libertad de expresión.

Señalar a alguien por no haber reprochado lo suficiente una actitud hace recordar aquel bochornoso episodio que se vivió en Corea del Norte (país que ahora tiene una representación diplomática en Venezuela) en el que la ciudadanía fue obligada a lamentar la muerte del líder Kim Jong- il y aquellos que a juicio de las autoridades no lloraron lo suficiente fueron condenados a trabajos forzados en uno de los muchos campos de concentración que según denuncias posee la nación asiática. La misma suerte corrieron los jugadores que participaron en el mundial de futbol de 2010 que fueron castigados porque las autoridades consideraron que no jugaron bien e incluso el entrenador Kim Jong- hun fue expulsado del Partido de los Trabajadores y ordenaron reubicarlo en un campamento de construcción de una carretera, para que pagara su derrota.

Mientras unos castigan por no llorar y otros, empleando incluso equivocados argumentos xenófobos, señalan a los periodistas porque respetuosamente no agreden a un entrevistado, se evidencian las carencias de unos sistemas caducos que sucumben ante el desespero.

Luis D. Alvarez V
luis.daniel.alvarez.v@gmail.com
@luisdalvarezva

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