Hemos repetido muchas
veces que el régimen venezolano es el campeón mundial del disimulo y la
mentira. Ambos son componentes de una hipocresía que incorpora a las relaciones
internacionales, especialmente las vinculadas a un vecindario complicado. Me
refiero a Guyana y Colombia. La reunionitis aguda de las últimas semanas entre
los más altos funcionarios de los países citados no ha logrado resolver, ni
siquiera enfrentar con sinceridad, los
problemas básicos que mantienen empañadas las relaciones.
No me gusta
generalizar, pero parecen reuniones de farsantes alejados de la búsqueda de
soluciones, pero empeñados en adoptar poses de interés político propias de
quincallas barateras. A nadie engañan en ninguna parte. El caso de Venezuela es
el más lamentable de todos. Cuando decimos estar contra toda manifestación de
hipocresía queremos invitar a actuar en base a la verdad, apegados a la dura
realidad existente.
Todos los problemas
tienen solución. Nuestro drama es que el régimen y su presidente dejaron de ser
instrumentos para resolver esos problemas y se convirtieron en el problema
mayor que la nación tiene que resolver a corto plazo. Mientras la dupleta
Maduro-Cabello esté al frente del país todo se agravará. Nuestra obligación es
contribuir a superar lo que está a la vista.
En esta dirección
debe dirigirse el mensaje fundamental de la alternativa democrática con miras a
la elección parlamentaria del próximo 6 de diciembre. No hay manera de que el
régimen pueda ganarla, pero puede intentar un gigantesco fraude para disimular
su fracaso y convertirlo en una victoria vergonzosa, empañando o anulando
mediante el uso de la fuerza bruta, el indetenible triunfo de la oposición. En
manos de la MUD está la responsabilidad fundamental. También en las direcciones
políticas de los partidos y grupos que la integran. Protagonistas son también
los candidatos a asambleístas que deben demostrar, desde ahora, temple y coraje
para las tareas que se avecinan.
Estoy plenamente
convencido de la honradez de la mayoría de los oficiales de las fuerzas
armadas, más allá de las desviaciones y corruptelas existentes en ese mundo, de
la misma naturaleza de las existentes en el mundo civil. Allá y aquí hay buenos
y malos, honestos y perversos. Un solo frente para derrotar la barbarie y construir
la nación que soñamos.
Oswaldo Alvarez Paz
oalvarezpaz@gmail.com
@osalpaz
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