Los meses y días
pasan rápido junto a la incertidumbre por conocer, saber o tener la certeza de
lo que va a ocurrir al final de la crisis que atraviesa Venezuela en todas sus
instancias. Algunos abrigan la esperanza a través de una gran concertación
política para dar espacio a la reconciliación como ocurrió con el Pacto de
Punto Fijo, décadas atrás. Los menos entusiastas visualizan peores consecuencias
debido a que la historia actual luce más peligrosa que la de aquellos años de
la dictadura militar perejimenista.
Se ha jugado hasta la
exageración con las frases optimistas, pesimistas y lapidarias. Pareciera que
nada va a detener lo que va a ocurrir, es algo muy contradictorio y nos estamos
atreviendo a cambiar la historia y el destino del país. Se han cometido
errores, pero buscar culpables es una necedad al conocer -para quienes han
seguido el curso de la crisis- cómo se
fueron dando los traspiés dentro de la vida democrática del país y derivar en
el laberinto que hoy recorremos.
Venezuela es un barco
de guerra donde se están preparando hombres y mujeres para pelear la batalla
por la libertad. Del otro lado está otra nave de hombres y mujeres que asisten
a un crucero de placer, con todas las comodidades y dinero para disfrutar. Son
las estaciones incluidas en el laberinto venezolano.
Los acomodos de
algunos dieron al traste con la ruina en
la vida de otros. Hubo uno o varios culpables, pero no todo está perdido hasta
que los equivocados hagan catarsis y se preparen para arreglar con
responsabilidad la salida a la crisis. Lo que si necesitamos urgentemente es
alguien que nos guie hacia lo correctamente necesario y levante la autoestima
con los valores que hemos perdido. Resulta evidente que cada venezolano tenemos
el compromiso de formar un país nuevo ¿Cómo lo vamos hacer? Venezuela cuenta
con personas calificadas, muy brillantes que pueden marcar las directrices para
iniciar el cambio. Es cuestión de permitir que nos dirijan hacia un mejor
puerto, no el más seguro, sino el menos vulnerable.
Los especialistas en
materia económica hablan de eliminar definitivamente el control de cambio
porque –según ellos- es la causa primordial de la crisis de valores que
enfrentamos en todas las áreas de la vida social del país. El punto claro es
que la economía es la que rige y ordena el rumbo del país.
La postura de señalar
a los culpables o calificar peyorativamente a otros es el cuento del gallo
pelón, de hecho culpables los hubo y los hay, no queda la mínima duda. Sin
embargo, tampoco es sano obviar cómo se fueron dando los episodios y quiénes
son los seguidores ¿Hay una salida? Claro que sí, pero quizás será una salida
inesperada.
Como ciudadano común
deberíamos acompañar con genuina humildad las buenas intenciones de las
personas más capaces para corregir los errores
y trabajar por el bien común, ofrecer nuestra mejor voluntad para ayudar
adecuadamente y de manera centrada en lo que necesitamos y lo verdaderamente
importante: Democracia, democracia y más democracia para salir del laberinto.
Susana Morffe
susana.morffe@gmail.com
@susanamorffe
www.susanamorffe.blogspot.com
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