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AURELIO USECHE K |
Rectificar:
La etimología de la palabra rectificar proviene del término rectificāre del latín.
Dicha palabra está compuesta por el sufijo rectus (recto) y el verbo facĕre (hacer.).
Según el Diccionario de la Real Academia, es reducir algo a la exactitud que
debe tener. También se aplica como corregir, enmendar. Y existe el muy conocido
dicho el cual se expresa que” Rectificar es de Sabios”.
Cuando
se examinan crudamente, sin apasionamiento, ni sesgos, ni aditamentos que
dimensionen más allá la realidad, los resultados de la gestión de Gobierno de
Nicolás Maduro y desde luego de Hugo Chávez, quien estuvo en el poder de una manera
absoluta por 14 años, el venezolano siente que el país se encuentra en pésimas
condiciones, económicas, sociales, políticas e institucionales. Y desde luego,
sin entrar en el análisis detallado de las cifras de inflación, escasez,
índices de criminalidad, y otros como la pobreza, no hay lugar a dudas de la
situación grave, digamos extremadamente grave que tiene el país y que padecen
los venezolanos y entre ellos los más pobres, es decir la gran mayoría. Por
consiguiente, hay que rectificar. El camino andado por el Gobierno es errado y
debe corregir su orientación y gestión. Sin embargo, no hay indicio alguno que
el Gobierno quiera rectificar. El término “guerra económica”, se utiliza parar
inculpar al sector privado y a la oposición de la crisis económica. Y en
consecuencia otros son los responsables.
Pero,
esta situación tiene otros actores. ¿Y quiénes son?
Aquellos
quienes, desde la oposición, se han presentado al país con aspiraciones
políticas para ser una alternabilidad de Gobierno, como es el caso de Henrique
Capriles, y Manuel Rosales, quienes aupados por la MUD y en el pasado por la
Coordinadora Democrática, han intentado competir electoralmente, pero sin éxito
alguno. Ciertamente y es el caso de Capriles, han estado cerca en números, pero
lejos de una realidad.
Y es que los hechos políticos recientes, como ha sido la
designación por la Asamblea Nacional, no la elección, de determinados
integrantes de los Poderes Públicos, y del CNE por el TSJ, plantea a la
oposición, de nuevo, una situación que debe llamar a la reflexión sobre la
posibilidades reales de un cambio político en Venezuela por la vía electoral.
Cambio necesario, justamente para rectificar el camino recorrido en estos tres
lustros que nos han encaminado hacia la destrucción progresiva del país, de sus
instituciones, de su gente, de su clase media.
En fin, se ha abierto el camino para la clásica aspiración de quienes se
intitulan como revolucionarios, la cual es destruir para construir una nueva sociedad,
obediente y sumisa, como es el caso de Cuba.
En
los eventos electorales ocurridos y entre ellos las elecciones presidenciales
de 2012
y 2013, luego del fallecimiento de Hugo Chavez, se presentaron posibilidades de
hacerles llegar a la población las verdaderas causas de esta situación de pobreza,
inflación, inseguridad y corrupción. Pero el candidato Capriles y sus equipos
de campaña electoral, y la MUD por otra parte, mostraron siempre un perfil de
opinión ambiguo, criticando al gobierno, no por sus orientaciones, sino mas
bien solamente por su gestión, dando a entender que el problema no era el
sentido general que Chavez le había dado a su gobierno, sino más bien que la
falla fundamental era la gestión. Con ello se reducía el debate, a una
comparación sobre quienes era mejores “ellos” o “nosotros”. Hay que decirle las
verdades a la población. Hay que rectificar.
Pero
lo problemas de fondo, como lo es por ejemplo la política petrolera y no
exclusivamente
la gestión de PDVSA, no formaba parte esencial del debate. Y es que en un país
en el cual el petróleo es el centro de la economía, este tema no forma parte
del discurso político central de la MUD. Dando la impresión que existe un
consenso político, sobre su política global, y el tema de nuevo es la
administración. No, esta no es la verdad. La industria petrolera, y su
desarrollo futuro, así como la indispensable inversión extranjera en este
sector es de prioridad su definición, para poder lograr poner en producción de,
aquello que nos tiene encandilados como pueblo, que Venezuela tiene las más
altas reservas de petróleo del mundo. Existen muchas dudas sobre la continuación
de Venezuela atada a los designios de la OPEP, en la cual los intereses de sus
miembros son diversos, y el mercado petrolero ha cambiado sustancialmente,
desde que fue fundada esta organización
de cartel de precios. Existe, y seguro estoy en el talento político venezolano,
o al menos en una buena parte, una visión contraria más conveniente de la
política petrolera acorde a la los intereses de la Nación con miras a las
próximas décadas, en comparación con el asumido por el Gobierno. Pero, por un
asunto mágico, en la MUD, este tema no se discute. El petróleo forma parte del
mito de lo intocable.
Dentro
de este contexto en la referente a la política petrolera, existe un tema
crucial
como lo es el tema de la gasolina. Se mantiene un silencio cómplice sobre una
política absurda y dañina, que afecta por lo demás a la población por muchas
razones de peso. Existen argumentos reales a favor de una adecuada política de
precios, que no es solamente subir el precio, sino en cómo debe enfocarse en el
futuro este problema, para deslastrarlo de un mito que existe a su alrededor.
Sin embargo prevalece la posición ambigua y errada de los políticos y en
particular los de la MUD sobre este tema.
La
utilización del BCV como fuente de préstamos al Fisco, contraria a la propia
esencia del instituto emisor de moneda, violando de manera expresa la Constitución,
tampoco interesa a la MUD. Existe un silencio inexplicable.
Solo destacados
economistas han tratado el tema públicamente, pero sin repercusión política
alguna. Pero no ha existido una posición clara y precisa de la MUD sobre este
tema.Puedo decir que la estrategia que la MUD y sus candidatos han establecido
es la ambigüedad en el tratamiento de los aspectos centrales del país, con la
finalidad de no herir posibles susceptibilidades en la opinión pública. Esa
posición es lamentable.
Siempre
el argumento es que “las encuestas dicen”….. Un ejemplo claro. Las
misiones.
Estos programas de subsidio directo, supuestamente orientados a la reducción de
la pobreza, en la práctica implican que una parte de la población recibe unos
ingresos, los cuales, por lo demás, con la inflación se han reducido a minucias
y terminan por ser realmente un engaño. Su objetivo ha sido captar votos, mas
no otro de valor público. Y es que estas misiones no son más que una estafa
social, una maniobra política para justificar la tramoya del socialismo. No
resuelven el problema de la pobreza. En verdad, los venezolanos, son, cada vez,
más pobres. Y sin otros medios posibles para aumentar sus ingresos, como lo es
el trabajo productivo. No hay inversión. No están presentes los factores
necesarios para el crecimiento económico, como son la inversión pública y
privada, un sistema de reglas de juego claro, en fin quizás el de mayor peso,
la confianza en el país.
Hay
que decirle a la población que Venezuela no es un país rico, y solo queda el
trabajo y la inversión. Para ello la MUD debe rectificar su discurso.
Luego
del inicio del 2015, apenas en unos días se ha puesto en evidencia la escasez
de alimentos y bienes esenciales. Largas colas, con violencia entre las
personas que toman hasta 8 horas para comprar leche, jabón, harina de maíz,
entre otros bienes de consumo masivo. Y se habla de CADIVI, ahora CENCOEX, pero
la causa real de esta crisis radica en la existencia de un régimen de control
de cambios y de precios que agobia a la economía, y pone a los pobres a
pelearse por uno kilos de harina o panales desechables.
Es triste, lamentable,
que los dirigentes de la MUD no atacan el
problema diciéndole la verdad al país. Hay que eliminar los controles de
cambios y precios. La MUD no tiene una posición contundente sobre este tema.
Se
menciona las posibilidades de un diálogo, cuyo objetivo seria una rectificación
del gobierno, en consenso con algunas posiciones de la oposición. Sin embargo,
ello no es posible en las actuales circunstancias. En este Diciembre de 2014,
en el cual el Gobierno, utilizando el control férreo que tiene sobre los
poderes públicos, para violar los preceptos constitucionales, ha designado como
Fiscal, Contralor y Defensor del Pueblo, a personas de su más estricta lealtad.
Y al igual con el TSJ y el CNE. De modo que no hay salida posible, vía un
diálogo. No hay rectificación.
De
modo, que a la oposición política, teniendo como vocero a la MUD, sin que esta
pueda recibir apoyo contundente de un 40 % de la opinión pública, el cual,
sistemáticamente, se abstiene de votar, porque simplemente no le parece
convincente en sus posiciones a los que dicen representar a la oposición, lo
que les queda a los miembros de la MUD es, también, rectificar. El camino
andado de galimatías y ambigüedades, pensando en posibles elecciones, queda
virtualmente descartado. Se desea que ese 40%, junto con un 30% de opinión
radical opositora contra el Gobierno, pueda transformarse en una mayoría
contundente (el 70%) que desea cambios. Si ello es así, seguramente los cambios
vendrán.
Algunos
dirigentes pueden estar pensando todavía, continuar la lucha solo en el plano
electoral. Ello tendría sentido de haber ocurrido una elección de consenso en
el CNE y en los otros Poderes Públicos. Más bien por lo contrario, el cuadro
restrictivo del Gobierno implica que se estaría dándole largas a un proceso
político que muestra agotamientos. A la crisis política, económica y social de
Venezuela hay que enfrentarla. Hay que rectificar.
Aurelio
Useche
usechekislinger@gmail.com
@usechek
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