martes, 13 de octubre de 2015

CARLOS E. AGUILERA A., UN RÉGIMEN MITÓMANO Y PARANOICO

Según profesionales de la psiquiatría la mitomanía, no es sino  la mentira patológica o pseudología fantástica, que deriva en varios términos aplicados para nombrar el comportamiento de los mentirosos compulsivos o habituales. La mitomanía fue descrita por primera vez en la literatura médica en 1891 por Anton Delbrueck. A pesar de ser un tema controvertido, la mentira patológica se ha definido como una invención inconsciente y demostrable de acontecimientos muy poco probables y fácilmente refutables. Se trata de un trastorno psicológico que consiste en mentir de manera compulsiva y patológica. El mitómano falsea la realidad para hacerla más soportable e incluso puede llegar a tener una imagen distorsionada de sí mismo.

Por las razones anteriormente indicadas el mitómano no valora las consecuencias de sus mentiras. Por eso adopta ese comportamiento como base de su rol en la sociedad y crea falsos sistemas para sostener todos sus engaños. Miente para ganar prestigio, manipular a los demás o hacer daño. Refieren los psiquiatras que no se trata de un trastorno inofensivo, pues la mitomanía tiene efectos negativos tanto sobre la persona que lo padece, así como en su entorno, pues quién miente compulsivamente llega a creerse sus propias historias y a confundirlas con su vida real.
Y si a este grave síntoma se suma la paranoia, que se observa y escucha a diario en los medios de comunicación del oficialismo y en cadena televisiva, estamos en presencia de una situación de extrema gravedad, lo cual en otros países como sucedió en Ecuador con el presidente Abdala Bucarán, obligó a que abandonara el cargo, no renunció, pues miembros del alto mando militar lo exiliaron forzosamente en Panamá, tras argumentar que su estado mental ameritaba un tratamiento psiquiátrico, pues  además sus desplantes y bufonadas hicieron que el pueblo del hermano país le aplicara el mote del “loco Abdala”.
Entre los rasgos más característicos que identifican a quienes sufren de paranoia –según los psiquiatras – se encuentran la baja autoestima, frialdad emocional, incapacidad para la autocrítica, hostilidad con el entorno, autoritarismo, episodios depresivos, resentimiento, egocentrismo e importante grado de desconfianza. Refieren que al sentir algún tipo de frustración, los paranoicos tienden a apelar al mecanismo de la proyección; por lo tanto, atribuyen a otros sus tensiones y fantasías, además de que no aceptan razones diferentes a las propias, y es la manía persecutoria es una de las sensaciones angustiantes que las afecta. Se sienten perseguidos y acechados por fuerzas poderosas o incontrolables, por eso suelen estar a la defensiva, mirar hacia todas las direcciones y sentirse inseguros aún en situaciones cotidianas.
El temor al rechazo popular que el régimen advierte en los últimos tiempos, hoy más que nunca es más patente y ello se desprende de las recurrentes declaraciones, que a través del monopolio mediático oficial y por cadena de televisión, a diario proclaman Maduro, Cabello y otros capitostes del oficialismo, pues visto el fracaso de sus políticas (¿) sociales, temen con sobrada razón, que esta situación podría dar al traste con un gobierno en el cual ya nadie cree, pese a haber utilizado a diestra y siniestra las estrategias de Joseph Goebbels, para acusar persistentemente a “la oposición, al imperialismo, medios de comunicación, agencias internacionales de noticias, paramilitares, burguesía parasitaria, a la SIP, OEA, Departamento de Estado de EE.UU, Comunidad Europea y Fondo Monetario Internacional”, entre otros, de generar lo que califican como la “guerra económica”, que no es sino un vulgar pretexto para justificar su ineficiencia, incapacidad y negligencia en el manejo de los asuntos de estado.
Al respecto, es necesario hacer acotaciones a tamaños dislates por parte del oficialismo, ya que cualquier organismo internacional podría imaginarse que este país no solo tiene corruptos sino también ignaros, no siendo del todo así, por cuanto pese a que este gobierno no se ha preocupado de los derechos ciudadanos señalados en la Constitución Nacional, sin embargo Venezuela es generalmente un pueblo ávido de cultura, pese a que altos funcionarios del régimen no solo cometen estupideces, sino que se burlan del soberano vaciando el estiércol de su cerebro, al expresar: “es bueno comer piedras fritas y hacer colas felices”.
Un verdadero gobernante no puede dedicarse a la parlanchina tarea de repetir como un loro algunas frases que fueron recogidas al paso; insultar, difamar y exponer al escarnio público a quienes lo adversan políticamente, sino por el contrario está obligado a cumplir con las demandas y necesidades de su gobernados y no esperar que el tiempo obre el milagro, mientras la angustia, desesperación y dolor hacen mella en el alma de miles de familias a lo largo y ancho de todo el territorio nacional. Esas mismas familias que esperan cosas sensatas, reales más no virtuales, de las que están ávidas desde hace mucho tiempo.
La estrategia de Goebbels
Joseph Goebbels fue designado en 1933 ministro de Propaganda del régimen fascista y genocida de Adolf Hitler, y su nombramiento fue producto de la arbitrariedad de un psicópata que ofreció un  imperio de mil años.
La estrategia de Goebbels no se afianzó en el nepotismo, por cuanto en esa época no estaba prohibida, ni tampoco el narcotráfico vinculado por personeros del régimen del sanguinario Führer alemán, por cuanto en ese tiempo las mafias de las drogas estaban lejos de tener el rol estelar que actualmente les permite participar en campañas políticas (Colombia, México, El Salvador, Guatemala), pero esta estrategia si la utilizan  los gobiernos de corte fascista como el venezolano, signados por el populismo y la demagogia.
Lo más importante para Goebbels, convencido de que su misión influía en el pueblo alemán, consistió en que su propaganda era el mejor medio de lograrlo, tanto así que en un discurso que pronunció el 16 de marzo de 1933, manifestó apasionadamente: “ Un gobierno como el nuestro, obligado a tomar medidas de muy largo alcance, tiene que preparar el terreno por medio de la propaganda, con el objeto de atraer a las gentes hacia sus miras; iluminar al público es algo esencialmente pasivo; la propaganda es cosa activa. Estamos decididos a trabajar a las masas hasta que caigan en nuestros brazos”.
Por lo anteriormente indicado, no cuesta mucho comprender la razón por la que el régimen de Maduro y sus conmilitones del PSUV, hacen uso de esta estrategia goebeliana, y para ello cuentan con el más grande monopolio de medios impresos, radiales y televisivos, que jamás ni nunca existió en el país en ninguna época de su historia republicana. A esto se suma el ensañamiento contra directivos y periodistas de medios de comunicación, que no han cambiado su línea editorial como El Nacional, Talcual, El Impulso, Correo del Caroní, El Carabobeño y por otra parte el cierre del 70% de importantes diarios de provincia: “ El sol de Maturín”, “Antorcha”, “Caribe”, “La Hora”, “ Versión Final”, “Los Llanos”, ”Diario de Sucre”, “ El Guayanés”, “ El Expreso”, “El Noticiario”, ”El Nacionalista”, y “La Prensa del Llano”. Otros, como Jornada han tenido que disminuir sus páginas y editarlo en blanco y negro, mientras por otra parte más de 280 periodistas quedaron sin fuentes de trabajo. Al mismo tiempo que Diosdado Cabello mantiene su empeño de encarcelar a Miguel Henrique Otero y Teodoro Petkoff y demandar al diario español ABC y al New York Times por supuestas informaciones difamatorias.
Un gran amigo y colega en amena conversación sobre este tema soltó esta expresión: “Una democracia participativa sin medios ni libertad de expresión, es como una cama sin sabanas y sin almohadas”. No hay duda alguna de que la diversidad del lenguaje, las ideas, los códigos sociales, las técnicas, las concepciones artísticas, éticas y religiosas son elementos propios del mundo humano que conforman la cultura que es, por tanto, característica del hombre en una auténtica democracia. Los animales pueden crear sociedades disciplinadas y orgánicas, pero jamás producen esos objetivos únicos que son la cultura, la educación y los valores.
A buen entendedor, pocas palabras…..
Carlos E. Aguilera A.,
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)

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