El
30 de septiembre pp., durante una catequesis en la Plaza de San Pedro, el
pontífice Francisco hizo un balance de su viaje a Cuba afirmando que pudo
“abrazar a todo el pueblo” cubano, “en la patria y fuera de ella”, con base en
una alegada “unidad” que estaría más allá de “toda división” (cf. Radio
Vaticano en italiano y en español, 30 de septiembre de 2015).
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Considerando
lo que en realidad ocurrió, esas palabras del pontífice sobre el “abrazo” que
habría dado a “todo” el pueblo cubano causaron perplejidad y dolor en
innumerables cubanos, de la isla y del destierro.
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En
efecto, los hechos mostraron que el “abrazo” del Pastor de los Pastores fue
casi enteramente para los Lobos cubanos y, en particular para el Lobo de los
Lobos, Fidel Castro, a cuya madriguera Francisco acudió casi en peregrinación.
Las fotos y los videos mostraron que la actitud de Francisco fue la de quien
estaba visitando a un venerable profeta y no a un sanguinario dictador. Un
agravante de la visita de Francisco a Castro es que el propio Pastor de los
Pastores pidió ese horroroso encuentro con el Lobo de los Lobos. Ya en 1960, en
el comienzo de la revolución, Fidel Castro reveló en la Universidad de La
Habana su plan para transformar a los católicos en “apóstatas” y no en “mártires”.
Y dedicó su vida a destruir sistemáticamente a Cuba del punto de vista social,
político, moral y religioso.
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Del
alegado “abrazo” de Francisco a “todo” el pueblo cubano, nada sobró para los
presos, de cuya visita en otros países el pontífice ha hecho casi un ritual. En
Cuba comunista, no hubo ningún contacto con presos comunes, para no hablar de
los presos políticos que fueron totalmente ignorados durante la estadía de
Francisco, tal vez para no contrariar a los Lobos.
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De
ese “abrazo” de Francisco tampoco sobró casi nada para el pueblo cubano de la
isla y del destierro. Los cubanos que asistieron a sus misas y se hicieron
presentes en las calles por las que pasó el pontífice, estuvieron totalmente
controlados por miembros del Partido Comunista de Cuba (PCC), de los Comités de
Defensa de la Revolución (CDR) y de la policía política. Esos elementos del
régimen se mezclaron entre los asistentes a las Misas y entre los que
aguardaron en las calles a la comitiva papal, de manera que todo estuvo controlado
minuciosamente. Fue una repetición de la tristemente célebre “coreografía” que
el régimen repite y perfecciona maquiavélicamente para engañar a las
autoridades extranjeras que visitan Cuba, y que están dispuestas a dejarse
engañar.
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Del
“abrazo” de Francisco quedó afuera San Antonio María Claret, arzobispo de
Santiago de Cuba, quien profetizó que el “comunismo”, junto con diversos
“archidemonios”, constituirían flagelos de los “habitantes de la tierra” (“San
Antonio María Claret – Escritos Autobiográficos”, BAC, Madrid, 2a. ed., 1981,
página 352); y quien advirtió a aquellos Pastores que hagan silencio cuando
estén llamados a hablar: “La predicación ha sido siempre considerada como la
principal obligación de los obispos… ¡Ay de los obispos que descuidaran esta
esencial obligación, que serán tratados como perros mudos que no han sabido
ladrar! ¡Ay de ellos!” (ídem, página 293).
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Del
“abrazo” de Francisco a “todos” los cubanos, quedaron olvidados entre los
olvidados los jóvenes mártires católicos que murieron en el “paredón”
proclamando “¡Viva Cristo Rey! ¡Abajo el comunismo!” Proclamas de fe y de
coraje que, según narro en mis memorias “Contra toda esperanza”, yo mismo oía
todos los días en la siniestra prisión de La Cabaña, hasta que los verdugos,
percibiendo que la sangre de mártires es semilla de cristianos, y detectando el
bien espiritual entre los presos políticos que causaban esas proclamas,
comenzaron a fusilarlos amordazados.
–
El
14 de octubre de 1999, fue entregada en la secretaria de Estado del Vaticano
una filial súplica al papa Juan Pablo II, firmada por las más importantes
personalidades del destierro cubano, titulada “¡Santo Padre, rescatad del
olvido a los mártires cubanos, víctimas del comunismo!”, en la cual se
afirmaba: “¡Cuánto desearíamos que la Iglesia inicie el proceso de canonización
de nuestros héroes de la Fe, de manera que podamos tenerlos como oficiales
intercesores celestiales en favor de nuestra querida Patria agonizante!”. Sí,
“son ellos víctimas del comunismo, proféticamente estigmatizado por vuestro
predecesor el papa Pio XI en la Encíclica Divini Redemptoris como un ‘satánico
azote’, ‘intrínsecamente perverso’, con el cual ‘no se puede admitir que
colaboren, en terreno alguno, los que quieran salvar de la ruina a la civilización
cristiana’”. Se trata de una histórica súplica, que quedó sin respuesta hasta
hoy (cf. http://www.cubdest.org/9908/cjpii.html y
http://www.cubdest.org/9908/cromcpr.html ).
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Cuba
es una isla-prisión implacablemente controlada por el régimen, con Lobos que
han reafirmado antes, durante y después de la visita papal su posición
revolucionaria. Es lo que hizo con arrogancia Raúl Castro en la propia
recepción del pontífice; pocos días después, por ocasión de un nuevo
aniversario de los tristemente célebres Comités de Defensa de la Revolución
(CDRs); así como en su posterior discurso en la ONU, con un lenguaje típico de
la guerra fría.
–
En
esa perspectiva implacable, el aludido llamado de Francisco a la “unidad” y a
superar “toda división”, a través de un “abrazo” entre el Rebaño y los Lobos,
en realidad sonó como un incentivo a la sumisión.
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En
su balance del viaje a Cuba, Francisco hizo alusión al “puente” Cuba – Estados
Unidos que se estaría “reconstruyendo”; reconoció que “somos nosotros quienes
construimos muros”; y concluyó afirmando que “los muros caen siempre”. En
realidad, el “puente” que se construye desde hace casi un año bajo el auspicio
de Francisco está sirviendo no para la libertad del pueblo cubano, sino para
transportar ayuda política, financiera y diplomática del gobierno izquierdista
de Obama al régimen comunista de La Habana. Lamentablemente, Francisco ha sido
el artífice diplomático de la construcción de ese nefasto puente por el cual
pasan pertrechos que sirven no para la libertad de Cuba, sino para reforzar el
“muro” de la vergüenza que asfixia a los habitantes de la isla-cárcel.
–
Un
valiente informe de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), lanzado casi
dos semanas después de la visita del papa Francisco a la isla-cárcel, confirma
la gravedad de la situación en Cuba, que acabo de describir. El informe de la
SIP denuncia la siniestra continuidad de los métodos represivos y de la falta
de libertades, en un período que se inicia precisamente con el acercamiento
entre el régimen comunista y el presidente Obama promovido por Francisco, y que
llega hasta nuestros días.
–
En
su detallado informe, la SIP constata que la prensa sigue amordazada por el
Partido Comunista de Cuba (PCC) y cita ejemplos de brutales violaciones de
derechos humanos que se produjeron desde el comienzo de ese acercamiento hasta
el presente. Al mismo tiempo, se destaca la continuidad de la
“paramilitarización” de la represión, un maquiavélico sistema “de violencia
física y verbal” que reprime, asfixia y tortura “sin dejar huellas” visibles.
El informe añade que se trata del mismo “método” represivo que “se manifestó
durante la visita del papa Francisco a mediados de este mes”, citando como
ejemplo la detención de la opositora Martha Beatriz Roque y la periodista
independiente Miriam Leiva, mientras se dirigían a la catedral de La Habana
para intentar saludar al papa.
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El
informe concluye textualmente: “El anuncio del restablecimiento de relaciones
entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos cumplirá el próximo diciembre su
primer aniversario, pero los cubanos siguen aguardando porque esa nueva etapa
se refleje en sus vidas a través de mejoras económicas, respeto a los derechos
humanos, mayor libertad de expresión, asociación y prensa”.
–
Los
hechos narrados en el informe de la SIP constituyen una prueba del desastroso
resultado para la causa de la libertad que está significando la construcción
del “puente” promovido por Francisco entre los Lobos de Cuba y el presidente
Obama, del punto de vista de los derechos humanos y de las libertades.
–
El
reciente viaje papal podrá pasar a la historia de Cuba, de las Américas y de la
Iglesia como el de un pontífice que abrazó a los Lobos y contribuyó a reforzar
el “muro” de opresión en torno de la isla-cárcel de Cuba. En una afirmación
concuerdo totalmente con el pontífice Francisco: la de que “los muros caen
siempre”. Sí, a pesar de los esfuerzos del pontífice para apuntalarlo, el
“muro” de la vergüenza cubano, con la ayuda de Dios y de la Virgen de la
Caridad del Cobre, se desplomará como una muralla de Jericó del siglo 21.
–
Armando
Valladares, escritor, pintor y poeta, pasó 22 años en las cárceles políticas de
Cuba. Es autor del best-seller “Contra toda esperanza”, donde narra el horror
de las prisiones castristas. Fue embajador de los Estados Unidos ante la
Comisión de Derechos Humanos de la ONU bajo las administraciones Reagan y Bush.
Recibió la Medalla Presidencial del Ciudadano y el Superior Award del
Departamento de Estado. Ha escrito numerosos artículos sobre la colaboración
eclesiástica con el comunismo cubano y sobre la “ostpolitik” vaticana hacia
Cuba.
Armando
Valladares
armandovalladares2012@gmail.com
@AmbValladares
Enviado
a nuestros correos por
Adela
Fabra
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