El
31 de abril de 1948 se clausuró la Novena Conferencia Interamericana de Bogotá
en la que entre otros hechos se constituyó la Organización de Estados
Americanos. Correspondió a Rómulo Betancourt como jefe de la delegación
venezolana dar el discurso de clausura en una ceremonia desarrollada en la Casa
de Bolívar, a los pies del majestuoso Monserrate, en una ciudad que había
logrado culminar su conferencia pese a los trágicos sucesos que se suscitaron
por el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán.
Resalta
Betancourt en sus palabras que la nueva organización tenía como norte lograr un
orden de paz y justicia, además de fomentar la solidaridad y defender la
soberanía. Muchas de esas tareas recaían desde 1945 en la Organización de
Naciones Unidas; sin embargo, decía el expresidente de la Junta Revolucionaria
de Gobierno de Venezuela, que la ONU no había podido cumplir con la anhelada
premisa de garantizar la paz y la libertad y que por eso tenía una enorme
vigencia crear un organismo regional.
Recordar aquellas palabras en la actividad de cierre del momento en el que nació la OEA y seguir con atención lo que pasa 67 años después tiene que generar angustia y provocar una profunda vergüenza. Algunos miembros de la institución, bien sea de forma manifiesta o absteniéndose, faltaron a su tarea fundamental de velar por un orden en el que priven los derechos humanos y la libertad, tal como lo pensaron quienes en Bogotá en medio de un turbulento clima político, hace más de 6 décadas, dieron el paso fundamental para repensar el orden regional.
El
dar la espalda a la propuesta de Colombia de convocar una reunión de
cancilleres para debatir la compleja situación fronteriza entre Colombia y
Venezuela en lo absoluto es una retaliación contra el gobierno de Juan Manuel
Santos, sino por el contrario es restar importancia a las graves denuncias
sobre discriminación, abuso y atropellos contra ciudadanos colombianos,
situación que ha llevado a que personeros del gobierno de Colombia asomaran la
posibilidad de denunciar por delitos de lesa humanidad a funcionarios del
gobierno venezolano.
No
faltaron los absurdos en la reunión en la que se discutió la propuesta
colombiana, pues varios de los países que votaron en contra de la solicitud
fueron en su momento beneficiados por un multilateralismo fuerte. Uno de los
países que negó la solicitud, Nicaragua, debería recordar como el régimen
oprobioso de la familia Somoza tuvo que observar como la Organización de
Estados Americanos discutía y condenaba la abusiva política que se aplicaba con
tal de mantener en el poder a la dictadura. De igual manera, cuando en Haití
fue derrocado el presidente Aristide, la OEA condenó enérgicamente la situación
y prestó ayuda al depuesto presidente.
Los
votos en contra terminan siendo tan vergonzosos como las actuaciones de otros
países, por ejemplo la de Panamá, Estado que esgrimió una ininteligible
propuesta de mediación para entrar en el grupo de las abstenciones, tal vez
olvidando el gobierno del presidente Juan Carlos Varela que la OEA se involucró
y actuó durante la crisis de finales de los años 80 facilitando una transición
y un paulatino retorno a la normalidad.
Flaco
favor hicieron, entre votos en contra y abstencionistas, al interés que tiene
el nuevo secretario general de la organización por volver a colocar a la
institución en un perfil de dignidad y de garantía. La visión de una organización
como la soñaron en 1948 ha quedado prácticamente en el olvido, dando un
patético ejemplo de cómo los derechos humanos, las libertades y la dignidad
están en un segundo plano. Esperemos que los 17 países que votaron por una
reunión de cancilleres para analizar la situación actual entre Colombia y
Venezuela exijan con la misma vehemencia observación electoral para Venezuela,
cese del abuso político en Bolivia y transparencia en los comicios de octubre
en Argentina. Claro está, muy poco puede esperarse de una organización donde
sus miembros por unanimidad aplauden el retorno de Cuba a una instancia de la
que fue expulsada por no respetar el ordenamiento ni garantizar la libertad.
Luis
D. Alvarez V
luis.daniel.alvarez.v@gmail.com
@luisdalvarezva
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