miércoles, 2 de septiembre de 2015

HUMBERTO SEIJAS PITTALUGA, NAZIS CRIOLLOS

Este artículo pensaba dedicárselo completo a la injusta, insensata e insensible decisión ordenada por el ilegítimo de expulsar de manera abominable a miles de colombianos de los estratos más humildes que vivían entre nosotros y que a nadie le hacían mal.  Pero surgieron dos hechos que siento la necesidad de comentar también.  Vamos de menor a mayor, entonces:

Ejemplo 1. Kilómetro 34 de la ARC, sábado 28, 10 de la mañana.  Hay tres columnas de carros avanzando lentamente porque en el kilómetro 30 hay una restricción por trabajos en la vía.  De repente, aparece una caravana compuesta por tres camionetotas negras, 4runner, nuevecitas, vidrios oscurísimos y sin placas y una camioneta pick-up que avanza, a juro, obligando a punta de cornetazos, sirenas ululantes y luces de emergencia destellantes, a que nos apartásemos a los que ordenada y pacientemente esperábamos nuestros turnos para avanzar.  Temerosos de que eso era causado por algo relacionado con la seguridad y defensa nacionales —a lo peor, Nikolai le había declarado la guerra a nuestros vecinos— o, de que fuésemos acusados de entorpecer el avance de la columna y, por tanto, reos de traición a la patria, nos apartamos como pudimos.  Y hete aquí que, al sobrepasarnos, todos pudimos observar que la camioneta pick-up que cerraba la columna llevaba como carga, en sus cajas originales, una refrigeradora, una cocina y otro artefacto que no pudimos determinar.  O sea, que lo más probable fuese que ninguno de los supuestos anteriores originaba los atropellos; que, más bien, se trataba de un jefe rojo, con sus escoltas, que iba apurado a una cita con su amante y le llevaba de regalo artículos de línea blanca.  Concluimos que era a la querida y no a la esposa porque la marca de los aparatos era “Haier”, chinos de medio pelo, y la casa de la legítima debe estar repleta de artefactos gringos, que son los buenos.  Uno, por aquello de “piensa mal y acertarás”, barrunta que el jefe y sus espalderos iban ataviados con los uniformes negros de la Gestapo (pero con boina roja, claro).  Porque en nada se diferenciaban sus tropelías de las de los esbirros de la Alemania nazi.  Prepotencia a millón en sus Toyotas nuevecitas; respeto por los ciudadanos, ninguno. 

Ejemplo 2. Jackie Faría, al ser entrevistada luego de la macilenta marcha “patriótica” convocada por el hijo de Boves II, dijo por todo el cañón que “solo le garantizamos los derechos humanos a las personas que estén legalmente en este suelo”.  O sea que —per contra— se le está dando luz verde a los funcionarios, uniformados y de civil, para que atropellen a quienes están de manera irregular entre nosotros.  Lo hace, al mismo tiempo en el que, sus copartidarios, de la boca para afuera, critican a los países europeos que tratan de poner algún control entre las masas de inmigrantes ilegales que les llegan del Oriente Próximo y de África.  Lástima que la Corte Internacional de Justicia de La Haya no actúa por notitia criminis y solo interviene por pedimento de alguno de los Estados miembros.  Porque esa chocante afirmación pudiera servir como material indiciario para enjuiciarla alegando uno o dos de los artículos del Estatuto de Roma.  Los derechos son inmanentes del género humano, con independencia de condicionamiento alguno.  Somos hijos de un mismo Dios; y el Creador no se pone boina roja, ni dice “¡Uh, ah!”.  Pero sale esta señora a decir que, a quienes no están legalmente en Venezuela se los coma el tigre. 

Ejemplo 3. Las imágenes que muestran los medios —excepto los confiscados por la “hegemonía comunicacional”— dejaron ver al mundo entero la saña “revolucionaria” contra humildes familias; como se derribó sus precarias viviendas; como sencillos, dóciles, y ya rendidos individuos fueron objeto de la vesania de algunos chafarotes; como ancianos y niños son forzados a atravesar el río Táchira con muy pocos de sus bienes materiales; y como un ridículo y burlón presidente, para añadir ludibrio a la ofensa, zangoloteó su creciente obesidad, al ritmo de la música colombiana por excelencia, la cumbia, bailando con la “primera combatiente” (quien, como toda una buena robolucionaria, calzaba zapatos de Salvatore Ferragamo).  Y después del estropicio que originó, con su cara muy lavada, agarra el avión de Cubana de Aviación y se va a las antípodas a seguir limosneando plata para dejar más endeudado al país.

Se dicen socialistas, pero solo llegan a nazis de medio pelo.  Por lo menos, los Nationalsozialisten legítimos buscaban el Lebensraum, el espacio vital para su desarrollo, mediante el aumento de su superficie; la caricatura fascistoide que nos desgobierna, por el contrario, lo que hace es perder territorio.  El muerto viviente, para congraciarse con los países del Caricom y obtener sus votos en los foros internacionales, soslayó el interés nacional, alegó que eso del Esequibo era una pendencia inventada por el imperio y dejó que los guyaneses se apoderaran y explotaran hasta lo indecible el espacio en disputa.  Platanote “descubrió” solo ahorita —luego de seis años como canciller y dos de dizque presidente— que teníamos un diferendo con Guyana.  Y eso, para apelar a la vieja táctica de poner a la gente a ver hacia afuera para que no se enteren de los desmanes de su desgobierno.

Sin duda, nazis; pero nazis de a locha…

Humberto Seijas Pittaluga
hacheseijaspe@gmail.com
@seijaspitt

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