Los
venezolanos no nos podemos dejar engañar. Es absolutamente falso que Nicolás
Maduro defienda los intereses de la Patria al provocar artificialmente las recientes
crisis internacionales con Guyana y con Colombia. En ambos casos, sus acciones
han sido, para decir lo menos, improvisadas y mal orientadas. En ninguno de
ellos evaluó, con detenimiento y prudencia, las delicadas consecuencias que
podían tener las medidas que iba a tomar. Uno de los tantos errores cometidos
ha sido su exacerbado protagonismo para abordar tan delicados asuntos a través
de los medios de comunicación en lugar de emplear las tradicionales vías
diplomáticas. Esta irresponsable forma
de actuar indica claramente que su interés real, al crear estas dos crisis
internacionales, ha sido tratar de
impactar, mediante una encendida propaganda, el sentimiento nacionalista
del venezolano para influir en el resultado de las elecciones parlamentarias.
Tiempo perdido. El voto castigo es una realidad. Lo dicen todas las encuestas
sin excepción.
Analicemos el caso Guyana. Los gobiernos chavistas
mantuvieron durante más de dieciséis años una posición de total entreguismo de
los derechos de Venezuela sobre el Esequibo. Esta realidad queda clara sólo con
recordar dos frases de Hugo Chávez: “Venezuela no se opone a ningún
proyecto de desarrollo en el Esequibo,
autorizado unilateralmente por Guyana, si beneficia a su pueblo”, “Venezuela
inició la reclamación del Esequibo por presiones de los Estados Unidos para desestabilizar el
gobierno comunista de Cheddy Jagan”; y observar la conducta de Nicolás Maduro
durante su desempeño en la cancillería al guardar silencio después de recibir y
analizar el informe de nuestro embajador
en Guyana, Darío Morandi, el cual señalaba la decisión de Guyana de extender su
mar territorial a 150 millas comprometiendo nuestra salida al Atlántico o
durante su visita oficial a Guyana en el
año 2013, ya en funciones presidenciales,
cuando no protestó la entrega de concesiones ocurridas, ese mismo año, a
las transnacionales Anadarko, Esso y Shell.
Sin embargo, Nicolás Maduro decidió, por razones
electorales, dictar el decreto 1787 del 26 de mayo de 2015, en el cual se
creaba la Zona de Defensa Integral de la Fachada Atlántica. Ese decreto terminó
en un gran fiasco al cometerse tantos errores en su redacción que tuvo que
someterse al bochorno de tener que reemplazarlo por el decreto 1859 del 6 de
julio, suprimiendo totalmente las coordenadas que habrían permitido un
importante efecto internacional. La respuesta de Guyana fue inmediata: descalificó el Acuerdo de Ginebra, descartó
los buenos oficios y amenazó con acudir a
la Corte Internacional de Justicia. Esta
equivocada actitud diplomática, por parte de Venezuela, trajo por
consecuencia que Guyana obtuviera importantes apoyos de los gobiernos de la
Comunidad del Caribe (CARICOM), de Inglaterra y de Brasil. Otro aspecto inexplicable, es que Venezuela
no haya enviado la correspondiente nota de protesta al Brasil después que su
embajador en Guyana rechazó recientemente, sin mayores argumentos, nuestros
derechos en el Esequibo…
El conflicto con Guyana no tuvo ningún impacto en la
opinión pública, por lo cual Nicolás Maduro decidió radicalizar los problemas
con Colombia buscando encender el espíritu nacionalista del venezolano. Es más
que conocido la situación de inseguridad
que enfrentan los habitantes de las zonas fronterizas con Colombia. Nada se
había hecho durante los años de gobierno “revolucionario”. Repentinamente,
Nicolás Maduro, valiéndose de un incidente que involucró a miembros de la Fuerza Armada Nacional
decidió cerrar la frontera con Colombia y decretar el estado de excepción en los
municipios fronterizos de los estados Táchira, Zulia y Apure, con el argumento
de fortalecer la lucha contra el paramilitarismo, el contrabando y la creciente
criminalidad. Nadie se ha creído el cuento. Esos problemas existen en las zonas
fronterizas desde hace más de diez años. Las
bandas criminales que allí operan
están constituidas por los
paramilitares y los grupos guerrilleros de las FARC y del ELN que, con
autorización del régimen, permanecen en nuestro territorio, violando la
soberanía nacional.
Además, la opinión pública ha señalado, con sobradas
razones, que los hechos delictivos que
ocurren en la frontera son también consecuencia de la corrupción de altos funcionarios del
régimen y de miembros de la Fuerza
Armada Nacional. No creo que ni el estado de excepción ni mucho menos cerrar la
frontera logre resolver tan complejo problema. Se requeriría una importante negociación con Colombia, para
lograr que los dos gobiernos, tomen
medidas eficientes. Sin lugar a dudas,
un tiempo de elecciones no es el más apropiado para realizar esa negociación.
Las conversaciones de los presidentes Santos y Maduro no conducirán a nada.
Todo seguirá igual después de las elecciones. Los venezolanos no son tontos.
Ellos han percibido claramente que la maniobra del régimen sólo busca
obstaculizar el proceso electoral que se avecina. De todas maneras, estoy
seguro que el patrioterismo exacerbado de Maduro con relación a Colombia
terminará en otro estruendoso fracaso y la derrota de los candidatos del PSUV
ocurrirá de una manera realmente vergonzosa.
Fernando
Ochoa Antich
fochoaantich@gmail.com.
@FOchoaAntich.
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