El curso diplomático que Venezuela tomó en
1962, cuando Betancourt reclamó ante Naciones Unidas los límites con Gran
Bretaña en el Esequibo, ha ido perdiendo vigor en virtud de la conducta
negligente de Chávez y Maduro en los últimos dieciséis años.
Asumieron las tesis de Fidel Castro, quien
con amargura ha sostenido que el reclamo de Venezuela es una acción
imperialista contra un pequeño país.
Chávez, para agradar a su jefe y para
dárselas de líder de naciones caribeñas cercanas a Guyana, fue permisivo y el
país vecino desarrolló actividades económicas en la región esequiba hasta
llegar a lo de hoy, cuando desconocen el reclamo venezolano.
Dado que la altanería guyanesa era ya de
conocimiento general, poniendo en evidencia el abandono de nuestras fronteras y
el entreguismo de una clase política que prefirió hacerle carantoñas al régimen
cubano y al brasileño Lula, factores que torpedean el reclamo venezolano del
Esequibo, Maduro intentó mostrarse como nacionalista.
Insultó a las autoridades guyanesas. Alardeó.
Encadenó televisoras y radios para venderse como defensor de la integridad
territorial.
Creía que lograría distraernos del penoso
desabastecimiento que padecemos, consecuencia de tres lustros de graves errores
en la conducción de la economía, el desmantelamiento del aparato productivo y
la corrupción. No hay comestibles. No hay cauchos ni repuestos para
automóviles. No hay medicinas. No hay ni real en los cajeros.
Maduro y sus ministros, asiduos visitantes a
Cuba, fueron frenados. Había que dejar de fastidiar a Guyana porque eso
contrariaba la tesis de Castro y creaba antipatías a Cuba en los gobiernos
caribeños miembros de la Commonwealth británica.
No se les ocurrió otra cosa que mirar hacia
la otra frontera. Tenían que inventar algo lo suficientemente dramático para
desviar la atención de las decenas de asesinatos semanales que ocurren en el
país. Algo que amainara los reclamos que millones de amas de casa y vecinos
hacen en las colas. Colas para el aceite, para la harina, para la leche. Colas
para todo.
Y así fue como empezó la expulsión, maltrato
y violación de Derechos Humanos de miles de colombianos inocentes que ahora son
acusados de ser culpables del desabastecimiento, de la delincuencia y de todo
cuanto el cogollo chavista ha sido incapaz de resolver.
Claudio
Fermin
claudioefm@gmail.com
@claudioefermin
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