Las
experiencias en diferentes países con Estados benefactores son claras, el
fracaso es el común denominador, los Estados estatistas y benefactores son poco
eficientes, gastan en demasía, crean élites y gollerías en la función pública,
encarecen los servicios, elevan los impuestos y producen corrupción, esto ha sucedido aún en países donde la
mayoría de ciudadanos se saben son
honestos como es el caso de Suecia, donde el Estado Benefactor sucumbió,
Suecia se dio cuenta de esto hace muchos años y por eso cambió su modelo
político y económico, sin embargo mientras eso sucedía en el norte de Europa,
en el sur de ese continente, países como Grecia convirtieron al Estado
Benefactor en una piñata para políticos, sindicatos y funcionarios públicos y
algunos beneficios para los ciudadanos sobre todo en el retiro y las pensiones.
Basta,
es suficiente de tanta prueba y de tanto error, es hora de dar un giro
completo, no debe castigarse más a la mayoría de los ciudadanos a costa de
grupos privilegiados que insisten en mantenernos dentro de este modelo, algunos
analistas como verán a continuación visualizan ya el ocaso de este sistema.
Nuestra
región no se queda atrás, el mejor ejemplo ha sido Venezuela, un país
riquísimo, implantó el sistema estatista del Estado benefactor (Socialismo del
Siglo XXI) y hoy día está en una crisis económica y política sin igual.
El
conocido periodista cubano, Carlos Alberto Montaner, recientemente escribió un
artículo titulado: “El ocaso del Estado Benefactor” El escritor inicia su
escrito así: “Edmund S. Phelps, Premio Nobel de Economía en el 2006, ha escrito
un artículo importante sobre los fundamentos de la fracasada economía griega.
Explica cómo el gasto público excesivo, el endeudamiento, el déficit fiscal, el
corporativismo, los contratos colectivos, los reclamos aplastantes de los
sindicatos, el sistema de pensiones y la torpe manera de recaudar impuestos,
han hundido la economía helena. Pero Phelp va más allá: advierte que Francia,
Italia, e incluso Alemania, van por el mismo camino”.
En su
artículo Carlos Alberto Montaner advierte también que “A esa lista habría que
agregar varios países latinoamericanos. Concretémonos en las tres democracias
ejemplares de nuestro vecindario: Uruguay, Chile y Costa Rica. Las tres
naciones comparecen en la lista de Transparencia Internacional como las más
honradas y respetuosas de la ley. Las tres, sin embargo, presentan claros
síntomas de decadencia relativa. No crecen lo suficiente, apenas innovan, los
gobiernos gastan más de lo prudente, y sus estudiantes no dan la talla cuando
contrastan sus conocimientos con los de casi todas las naciones de la OCDE”.
http://www.elblogdemontaner.com/el-ocaso-del-estado-benefactor/
Pero
¿Qué hacer ante semejante tarea? Para nosotros la fórmula es revertir lo hecho,
para empezar reducir el gasto y la planilla de forma inteligente y sostenida,
10 años podría ser un tiempo suficiente, apertura económica real, bajar
impuestos y facilitar en todo lo posible al emprendedor, al empresario y al
inversionista el qué hacer para producir eliminando leyes y reglamentos que son
de interés estatista.
Juan
Carlos Hidalgo, analista sobre América Latina en el Cato Institute con sede en
Washington, y premio Libertad ANFE 2014, escribió en su columna del periódico, La Nación, del
14-09-2015 que “La decimonovena edición de El índice de Libertad Económica en
el Mundo publicado recientemente revela
que en el período 1990-2013 las economías más libres crecieron en promedio más
rápido (3,27% anual) que las menos libres (1,17%). Un mayor crecimiento
sostenido en el tiempo explica por qué los países más libres tienen un PIB per
cápita promedio 5,5 veces superior a las de sus pares con economías más
intervenidas”.
http://www.nacion.com/opinion/columnistas/Libertad-economica_0_1512048783.html
Deberíamos
estudiar en profundidad distintos programas de ajustes y reformas que se han
llevado a cabo en otros países como por ejemplo en Suecia en los años 90 y
Canadá posteriormente que en su oportunidad redujo el gasto del 50% al 45% del
PIB y que acaba de reducir los impuestos y en Nueva Zelanda, que abarcó un
recorte del 61% al 43% del PIB en los desembolsos de las Administraciones
Públicas.
Carlos
Vilchez Navamuel
carlosvilcheznavamuel@gmail.com
@carlosvilchezn
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