Para
los aspirantes a relevarlo sería vital que Maduro haga el trabajo sucio del
ajuste
Chávez
habría aplicado el más brutal de los ajustes económicos sin necesidad de
rendirle mayores cuentas al país. Quienes hoy embisten a Maduro por invocar un
pragmático recetario fondomonetarista, no le hubieran chistado al comandante.
Al contrario, estuvieran exaltando su ingenio para mercadear la estafa. Hasta
Giordani lo habría aclamado por su brillante reinterpretación del “Plan de la
Patria”, a través de la cual el rudo catálogo “neoliberal” en ciernes quedaría
sellado ante los auditorios rojos como un deslumbrante “movimiento táctico”,
imprescindible para avanzar más tarde hacia un “salto adelante” en el
socialismo “a la venezolana”.
Los
“viudos del modelo” que hoy se enfrentan a Maduro son dolientes negados a
superar el desconsuelo causado por la muerte de Chávez. Son gentes alteradas
por las señales del ocaso del “proceso” y confundidas, también, por las muy
extrañas circunstancias en que se dio la escogencia del inefable sucesor del
líder único: una figura inferior, cuyo inmerecido ascenso solo encontraría
explicación -según el comadreo endógeno- en un cálculo donde “el heredero”
apenas tendría el carácter de una efímera “ave de paso”.
En
las intrigas internas se asegura que ante la ausencia del comandante cualquiera
que hubiere sido su sucesor inmediato habría resultado aplastado por el efecto
erosivo de las comparaciones. Por eso, habría sido obligante sacrificar a un
perro fiel de pobre equipaje personal, para resguardar a otros mejor dotados,
en la espera de que figuras superiores a Maduro (¿?), y llegado un momento
límite, encararan el desafío de recuperar lo que sin duda -con o sin Maduro- se
perdería en los meses más previsiblemente complejos que sobrevendrían tras la
desaparición del difunto.
El
“momento límite” -ese que correspondería al instante en el cual la decadencia
de los respaldos populares colocaría al “proceso” ante una ruina insalvable-
es, de hecho, la inquietud que requema al elenco revolucionario, incluyendo a
quienes se han puesto del lado de Maduro en esta cuita contra la ortodoxia
ideológica. Para los aspirantes a relevarlo sería vital que Maduro haga el
trabajo sucio del ajuste, aunque con ello se iniciara la dolorosa y angustiante
cuenta regresiva de su presencia en Palacio.
Dotados
ahora de un poder que supera al que Chávez les concedió, los milicos siguen de
cerca el jaleo. Ellos también juegan y serán clave en esta historia, porque son
los que mandan: de la FANB dependerá cualquier plan B al que la revolución eche
mano si el viraje estimulara un deslave… Sí, es cierto: la oposición no tiene
vela en ese entierro, pero bien le vendría acumular méritos para obtener una
que le permita al menos influir en esas dramáticas eventualidades.
Argelia
Rios
argelia.rios@gmail.com
@Argeliarios
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