En
varias entregas de los últimos tiempos hemos comentado algunas acciones de la
política exterior del gobierno al principio con sorpresa e incredulidad para
posteriormente asumir que lo bizarro es lo normal y por tanto la capacidad de sorpresa se desvanece
cada vez que algo insólito tiene lugar. Entendemos también que en la medida en
que estas cosas no disminuyen las colas ni hacen aparecer los insumos básicos,
no se convierten en tema de preocupación para los sectores mayoritarios de la
población, igual como –decepcionantemente– la corrupción no ocupa sino un
puesto muy modesto en la valoración de las calamidades que azotan a la
Venezuela de hoy, según lo revelan todas las encuestas.
Es
así como esta semana resulta que la OEA,
que para el gobierno venezolano cambia su valoración de héroe a villano según
los humores de Maduro & Co., ahora resulta que le dio una gran victoria al
gobierno nacional al no permitir que su Consejo Permanente –por iniciativa de Colombia– pudiera convocar una
reunión de cancilleres (órgano de mayor jerarquía) para tratar el tema de la
crisis humanitaria en la frontera Táchira/Norte de Santander.
Es
muy cierto que desde el punto de vista estatutario y formal Venezuela logró
frenar una iniciativa que no le convenía políticamente. Se concede el punto.
Sin embargo, vale la pena subrayar que tal triunfo (o sea la no convocatoria de
la reunión de cancilleres) se obtuvo por ventaja de solamente un voto, 18 contra
17, en una votación que dio cuenta de cómo la antigua influencia venezolana
–cimentada en alguna afinidad ideológica y mucha chequera– apenas mantuvo la
solidaridad de algunos países del ALBA (Haití, Ecuador, Nicaragua y Bolivia),
mientras que los que votaron en contra de la posición de Caracas fueron, entre
otros: Costa Rica, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Guyana,
Jamaica, México, Paraguay, Perú, Santa Lucía, Barbados y Uruguay. Se
abstuvieron (y de esa manera estatutariamente favorecieron a Venezuela) St.
Kitts Nevis, San Vicente, Surinam, Trinidad, Antigua, Belice, Brasil,
Argentina, Grenada, Panamá y República Dominicana.
Del
listado anterior se desprende que la aplastante mayoría de la “clientela”
político/económica que otrora Chávez creyó cuadrar a punta de dádivas, no
estuvo de acuerdo con la postura venezolana de no dirimir en forma multilateral
la crisis humanitaria desatada en la frontera y que países tradicionalmente
“patria o muerte” con Caracas como Brasil y Argentina prefirieron abstenerse,
aun cuando al hacerlo favorecieron que no se alcanzaran los votos que precisaba
Colombia. Se comenta que Panamá cambió su voto a último momento, nos atrevemos
a especular que lo hizo para proteger la acreencia de casi 1.000 millones de dólares
que les adeuda Venezuela a comerciantes de la zona de Colón.
Ahora
viene la confrontación en Unasur, foro en el que Caracas cree tener más aliados
que en la OEA, y donde es Venezuela el que promueve que el tema se discuta.
Primero habrá que ver si la reunión del día 8 se lleva a cabo, y segundo habrá
que ver cómo se cuadra cada quien en la ocasión.
Obviamente
no se trata aquí –en un artículo de prensa necesariamente breve– de hacer
análisis técnico/académicos sino de mostrar –con hechos y no con suposiciones–
cómo las cosas van cambiando y cómo el famoso “socialismo del siglo XXI” va
quedando abandonado en la misma medida en que la ubre venezolana se va secando.
Buena lección para tener en cuenta en los tiempos que vendrán.
Para
concluir estas líneas anotamos que Venezuela –muy generosamente, como es su
tradición– envió bastantes toneladas de alimentos para ayudar a Dominica con
motivo del reciente huracán que la azotó. ¿Que pensarán quienes hacen cola
desde la noche anterior en Mercal, Pdval o Bicentenario? Probablemente no se
hayan ni enterado.
Y,
por fin, para dar una nota de humor a este sábado, piense usted, lector, en el
futuro promisor que nos espera cuando se haga realidad el acuerdo recientemente
suscrito por Maduro con Vietnam que nos permitirá volver a ver ¡leche y arroz
en los anaqueles! Ese acuerdo, junto con el de complementación agrícola antes
suscrito con Qatar (un desierto yermo), promete días de abundancia, y por eso
hay que conservar la fe.
Adolfo
P. Salgueiro
apsalgueiro1@gmail.com
@apsalgueiro1
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