Venezuela parece una inmensa carpa de circo,
dirigida por un escapista paranoico, una
marioneta del castrocomunismo, un jefe de pista mediocre e ignorante, que cada
día demuestra con mayor nitidez, su
incapacidad para actuar racionalmente, en la búsqueda de soluciones
pacíficas a la grave crisis política, económica y social que vive el país.
La última de sus extravagancias comenzó a
desarrollarse tan pronto tomó consciencia de que la gran mayoría de los
venezolanos, incluyendo buena parte de los militantes de su partido, lo quieren
fuera del poder y tienen la decisión irrevocable de votar el próximo 6 de
diciembre por los candidatos de la oposición, para que se inicie un cambio en
la conducción de la república.
Ante este panorama, el personaje de marras,
otra vez se colocó la peluca de ventrílocuo y convocó a los miembros de su
gabinete, quienes –como en todo circo que se respete- igual hacen el papel de
acróbatas, payasos, contorsionistas,
equilibristas, malabaristas, titiriteros,
hombres de goma y mujeres
elefantes; como de imitadores de Adolfo Hitler, Vlad Drácula, Benito Mussolini, Atila El Bárbaro, Mao
Zedong, Joseph Stalin, el Che Guevara o
Fidel Castro; para que montaran un
espectáculo de terror para ver si los
electores cogían miedo y se echaban para atrás o si no se alcanzaban tales
objetivos, procedieran a crear las
condiciones para suspender las elecciones.
La estrategia escogida fue la consabida
búsqueda de un “chivo expiatorio”, otro
extranjero que no fuera el imperio yanqui, que ya no atrae a nadie y porque
ahora los verdaderos dueños del circo, Raúl y Fidel Castro, son los nuevos
mejores amigos de los estadounidenses.
La nueva “cabeza de turco” debía ser presentada como los “auténticos”
responsables del estruendoso fracaso de su gobierno, los culpables de la
espantosa escasez de comida, medicinas, repuestos y demás bienes y
servicios; de la inseguridad que ha roto
todos los records, así como de la mayor inflación, desempleo, colapso en
materia de salud y educación, crisis eléctrica y crisis de agua, que se
recuerde.
Fue así como escogieron culpar a los colombianos residentes en el país por todo ese desastre. Por obra y gracia de esta estrategia circense los colombianos serían ahora los responsables de los 25 mil asesinatos que se producen anualmente en Venezuela, así como de los secuestros, sicariatos, robos y demás delitos. Serían igualmente culpables de la escasez crónica porque conforman una red de bachaqueros que se llevan todo a su país a través de la frontera en forma de contrabando. En fin, que ahora los colombianos representan la imagen del enemigo. Tal como los judíos fueron los responsables de los problemas de Alemania durante la segunda guerra mundial, según Hitler.
En consecuencia, la solución para todos
nuestros problemas es la deportación masiva de los colombianos que viven dentro
del territorio nacional. Gracias a este mensaje político y a la promesa de
convertir a Venezuela en un gran país, de poderosa economía, el titiritero
mayor y compañía piensan que ganarán las elecciones del 6D y que él y su
partido se mantendrán en el poder.
Pero de nuevo, esa minoría que ha saqueado la
nación desde el gobierno, hace un pésimo montaje, un trabajo de brocha gorda,
pues lo único que han conseguido es
provocar un efecto totalmente contrario al que esperaban, ya que en lugar de asustar a la población la
ha estimulado aún más a participar con mayor decisión y coraje, tanto en las
elecciones, como en cualquier otra acción destinada a promover un cambio.
Es muy probable también que ese malévolo plan
de haber seleccionado a los colombianos como chivos expiatorios tenga que ver
con una especie de “Etnomasoquismo” ; un tipo de “endofobia” que es el odio
hacia su propia patria, hacia su propia raza, hacia su propia gente. Ello
explicaría el injustificado maltrato y la saña con la que han sido tratados
miles y miles de ciudadanos colombianos que residen en Venezuela, especialmente
en la frontera. Sería otra forma patológica del jefe de pista de demostrar su
nacionalidad y enterrar definitivamente
la versión según la cual él habría nacido en el vecino país, con lo cual su
ejercicio en la Presidencia de la República seria ilegítima.
Son
muchas las aristas desde las cuales se debe analizar el repentino
anticolombianismo del régimen, sobre todo después de conocido el precedente de millones de colombianos que
durante este proceso fueron
nacionalizados de forma exprés, para que votaran por ellos en los
distintos comicios realizados en los últimos años. Ahora los tratan con una crueldad
indescriptible, les destruyen sus hogares, los vejan y los humillan. Burla
sangrienta que no divierte a nadie, sino que deja un peligroso sedimento de
amargura.
Omar
González Moreno
programamardefondo@hotmail.com
@omargonzalez6
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