El último estudio del Centro de
Investigaciones Brookings: “Vulnerabilidades Macroeconómicas en un Mundo
Incierto” (09/2014) que examina a las 7 principales economías de América
Latina, señala que Venezuela presenta la macroeconomía de mayor vulnerabilidad
para enfrentar el nuevo contexto global caracterizado por una caída en los
precios del petróleo, un aumento en el costo del financiamiento internacional,
una disminución gradual del PIB chino, un crecimiento del PIB de EEUU a una
tasa promedio de 2,7% en el periodo 2014-2018 y un crecimiento de la zona euro
por debajo de su promedio histórico.
En el caso venezolano, el epicentro de su
vulnerabilidad podemos localizarlo en la caída
de las reservas internacionales (RI) como consecuencia de la baja del
precio petrolero en más del 55% y su negativo impacto en el ámbito de la
economía en su conjunto, habida cuenta de representar una fuente de protección
y de seguridad contra los desequilibrios de la cuenta corriente de la balanza
de pagos—importaciones y exportaciones--, asunto de relevante importancia para
un país como Venezuela donde la casi totalidad de las divisas que ingresan
provienen de las exportaciones petroleras al tiempo que importamos más del 70%
de los alimentos que consumimos, razones que obligan a mantener un nivel
adecuado de reservas en correspondencia con el valor de las importaciones ya
que son (1) el respaldo—la fortaleza—de los bolívares que circulan en la
economía (contrapartida del dinero circulante) y (2) la “liquidez
internacional” con que cuenta el país para hacer frente a los choques macroeconómicos
tal como las salidas de capitales y la volatilidad del tipo de cambio.
Resulta
oportuno mencionar, que un muy alto vocero del Gobierno Nacional precisó
(octubre 2013) que el nivel óptimo de RI
(NOR) requerido por Venezuela se sitúa
en US$ 29.000 millones, aun cuando en
realidad el nivel de reservas ¡nunca es suficiente!, y si asumimos como valido el NOR
gubernamental se contextualiza en el presente una situación sensiblemente
critica que coloca al país al borde de precipicio económico, ya que desde el
mismo 2013 (año de la “declaración oficial”) las RI se situaron en US$ 21.479
millones (35% por debajo del NOR) habiendo experimentado una disminución con
relación al 2012 cuando estaban en US$ 29.890 millones (2,9% por encima del
NOR); mientras que en 2014 estaban en US$ 20.142 millones (50% por debajo del
NOR) y para el 27/07/2015 disminuyeron hasta US$ 15.363 millones (¡88,8% por
debajo del NOR!), con el agravante que las reservas internacionales liquidas
apenas llegan a unos ¡US$ 400 millones! (equivalente a decir que ¡no existen!).
Tal caída de las RI, ha venido siendo perversamente compensada con un notable
crecimiento de la liquidez monetaria (M2) que al IS 2015 se situó en más
de Bs 2.690.000.000.000 (2,7
¡trillones!), impulsada por una sistemática emisión de dinero inorgánico que ha
inducido, entre otros males, (a) la presencia de más bolívares con menos
respaldo en divisas, es decir una gran masa monetaria en circulación con bajo
respaldo en RI, e igualmente (b) un alza inflacionaria en el lapso 1999-2014 de
2.770%.
La vulnerabilidad de Venezuela, puede
observarse a la luz de 4 indicadores contenidos en el citado estudio del Centro
Brookings:
(A) El Índice de Liquidez de Reservas Internacionales—relación de
los pagos de capital de la deuda interna y externa de corto plazo del sector
público durante los próximos 12 meses dividido por la suma de las RI—que ubica
al país como la segunda posición más débil (detrás de Argentina) para hacer
frente a una potencial interrupción del crédito en los mercados de capitales,
encontrándose en un nivel predeterminado de riesgo según se desprende tanto de
la relación RI/deuda externa, como de RI/deuda externa a corto plazo;
(B) El
Índice de Vulnerabilidad Inflacionaria—relación de la inflación proyectada al final
de 2016—que nos coloca con la más alta calificación en el panorama
inflacionario de América Latina y el mundo, con el consecuente efecto negativo
(ampliación) de la brecha existente entre el tipo de cambio oficial y el tipo
de cambio del “mercado” paralelo;
(C) El Índice de Vulnerabilidad
Fiscal—comportamiento de la deuda pública (como % del PIB)para los próximos 15
años—que nos sitúa como la Nación más débil de Latinoamérica como resultante de
la evolución de los déficits fiscales, del decrecimiento del PIB y las
alteraciones en el tipo de cambio real, que permite inferir una dinámica
creciente en las intenciones de deuda pública sin descartar un posible cese de
pagos (default) para el 2016;
(D) El
Índice de Vulnerabilidad Bancaria—solidez de los bancos para enfrentar un
contexto global menos favorable—que nos posiciona como un sistema bancario
frágil habida cuenta de mantener la más alta proporción de la cartera bruta
contra capital, con el riesgo de agotar las provisiones al momento de una
crisis bancaria.
Ante el escenario descrito, surge la
inquietud de “acercarnos” al precipicio para “visualizar” la situación que lo
bordea—con tendencia creciente-- si no se frena la vulnerabilidad: el PIB
decreció durante el IT 2015 en un 6,7%, el salario mínimo apenas supera los 12
$, el pago de deuda previsto para el 2015-2016 (US$ 16,1 millardos) es superior
a las RI, un déficit fiscal superior al 20% del PIB, caída de la producción
nacional en más de un 70%, nivel de escasez de un 65% en promedio, inflación
anualizada 2015 superior al 160% con dinámica hiperinflacionaria, disminución
de las importaciones en más de un 70%, descenso del consumo superior al 6%, las
importaciones se contraerán cerca del 35%, de 3.400 Agencias de Aduanas apenas
están operando 500 (14,7%), el gasto público ha disminuido un 6% del PIB, y un
largo etcétera.
En
fin: ¡¡ a frenar o caer al precipicio!!
Jesús
Alexis González
jagp611@gmail.com
@jesusalexis2020
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