No cabe duda de que el tipo
generalmente está bien dateado. Y ha
hecho labor tratando de adecentar al régimen mediante denuncias de rojos
ladrones —¿no será una redundancia? Eso
hay que agradecérselo. Pese a su pasado
izquierdoso y su cercanía con el difunto fallecido que no se iba a morir nunca,
semanalmente señala algunas de las muchas lacras que sufre Venezuela y que
pueden ser imputadas a capitostes oficialistas.
Pero, de cuando en cuando, se le va la sindéresis por el albañal. Eso fue lo que sucedió en su columna del 31
de julio pasado. Empecemos por señalar
algunos de sus sinsentidos.
Comienza señalando una
inquietud que nos arropa a todos: “¿Van o no
van las elecciones parlamentarias el 6D?” Y sigue con un par de asertos que debieran
formar parte del ADN colectivo venezolano:
“Siempre he sido partidario de
jugar limpio en los procesos políticos”; “un cambio sólo puede
inspirarlo un pueblo consciente. Lo otro
es atenerse a una elite que bajo el pretexto
de conservar el poder, a como dé lugar, imponga las tramoyas sobre
los principios”. Y continúa denunciando que “sobre la llamada
maquinaria descansa la responsabilidad de
la manipulación”. Pregona que prefiere
“encarar una derrota antes de
disfrazarla y con el agravante de desconocer la
voluntad popular. Si los electores castigan un proyecto en las urnas es
porque discrepan, por lo que es mejor (si ocurre) admitir un revés y fortalecer la retaguardia para corregir lo
que haya que corregir, de tal manera de
emprender el camino de la reconquista”.
Hasta aquí, todo muy bien.
Veinte puntos. Eso lo puede suscribir
cualquier venezolano sensato, independientemente del color político que
aúpe. De ahí en adelante, son más los
traspiés y los sofismas que otra cosa.
Parte dándole un cheque a Tibi y su combo: “Si en realidad contamos con una estructura electoral
transparente debemos depositar nuestra
confianza en ella y velar porque conserve su nitidez”. ¡Hombre, Miguel, si hasta el más alelado sabe
que eso no existe en Venezuela! Las
féminas del CNE no andan con chemises rojas porque ya sería el colmo; pero
todas sus decisiones les son ordenadas desde más arriba y todas están diseñadas
para desalentar a quienes no suspiramos rojo-rojito.
Luego de un momentáneo ataque
de sinceridad; admite que: a. “se ubicaba a los empleados públicos factibles de
ser presionados a la hora de votar el
6D”; b. “la prórroga del Registro Electoral” tenía como propósito inscribir a
aquellos díscolos que, por “el poco
interés de las UBCH (…) no fueron
capaces de movilizar a los potenciales chavistas por inscribirlos en el REP”; c. que tienen la
idea de —en la “antesala del día de las elecciones (…) poner en práctica medidas ‘económicas’ que no harán
sino envilecer todavía más al proceso
revolucionario”; d. que: “amén de las distintas formas de torpedear al
adversario (…) una instancia ulterior, la carta bajo la manga,
es el cambio de la fecha electoral” (…)
es probable que faltando pocos días para el proceso electoral, el CNE anuncie
su suspensión para después del 15 de
diciembre. ¿Pretexto? ¿Una situación de fallas técnicas que deben
ser revisadas? La postergación de los
comicios puede ocurrir también en un
hipotético escenario de Estado de Excepción”.
Y al final, en una suerte de
revolera, le propone a la “élite que se vale
del poder para su beneficio particular” que haga lo que él haría: “yo me
prepararía para una derrota y comenzaría por fortalecer la retaguardia popular (…) en caso contrario,
insistir perdiendo es acelerar la decadencia del proyecto que dio nacimiento a
la Quinta República”. Aquí es donde la
burra tumbó a Genaro: le atribuye a los mangantes condiciones y criterios
democráticos; cosa que no es cierta sino en un muy bajo porcentaje de quienes
militan en el PUS. La inmensa mayoría
solo cree en el poder por el poder; y que este hay que conservarlo por todos
los medios, sin importar si son ilegales y hasta inconstitucionales. Una ñinguitica de sus líderes creen en verdad
en el socialismo —el que propiciaban desde hace medio siglo: el “real”, paro
edulcorado con el eufemismo camuflajante de “Siglo XXI”—, pero los demás lo que
son es un sartal de avivados que buscan donde medrar largo y “redituante”. Y esa mayoría hará todo lo que esté a su
alcance para seguir pegada a la ubre de la “res pública”.
Por eso, Miguel, precisamente,
es que hay que hacer todo lo posible por sacarlos de Miraflores, la Asamblea
Nacional y demás lugares en los que antes se encontraba instituciones y que
ahora son sucursales del PUS. Por eso,
es que vamos a acudir masivamente a las urnas en diciembre —sea cual sea la
fecha—, no porque confiemos en las chicas que mandan y desmandan en el CNE. Ni porque creamos en las promesas de respetar
los resultados que, de boca para afuera, pregonan los cabecillas de las bandas
que operan desde las alturas del poder.
Vamos confiados en que el caudal de votos será tal que no habrá trampa
que valga. ¡Y prevaleceremos!
Humberto Seijas Pittaluga
hacheseijaspe@gmail.com
@seijaspitt
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