¿Cómo será recordado Nicolás Maduro en la historia contemporánea de los
expresidentes de Venezuela?
En la historia universal de los pueblos, a ciertos gobernantes les
ponían un adjetivo calificativo. Ello sobre todo ocurrió en el pasado con los
reyes. Así, los vikingos de Escandinavia tuvieron reyes como: Harald de los
Cabellos Hermosos, Eirík Hacha Sangrienta, Svend Barba Partida, Olaf el Santo y
Erico el Pagano.
En la de Inglaterra, que se deriva de la
anterior: Edgar el Pacífico, Eduardo el Mártir, Edmundo Costilla de Hierro,
Eduardo el Confesor, el amigo de Robin Hood Ricardo Corazón de León, Eduardo
Piernas Largas, Carlos el Alegre.
En la historia los reyes de Francia, tenemos,
por ejemplo, a Childeberto el Adoptado; Pipino el Breve, Luis el Piadoso,
Carlos el Calvo, Luis el Tartamudo, Carlos el Simple, Luis el Holgazán, Luis el
Gordo, Felipe el Atrevido, Felipe el Hermoso, Luis el Obstinado, Juan el
Póstumo, Felipe el Largo, Carlos el Bien Amado, Carlos el Bien Servido, Luis el
Deseado.
Pudiera parecer que algunos de estos adjetivos los colocó Claudio Nazoa.
Pero no. Era la forma en que un pueblo percibía en su época al gobierno en el
poder. Ahora, Nicolás Maduro no es un rey y compararlo o equipararlo a uno
vendría a ser un desacierto. Aun así, me puse a pensar en cuál sería el
calificativo que le vendría bien al presidente Maduro. ¿Cuál sería el adjetivo
que mejor le queda? ¿Y en qué nos basaríamos para hacerlo? ¿En su verbo? ¿En
sus acciones? ¿En su gestión? ¿En la realidad venezolana?
Porque si nos basáramos en su verbo, mediante
el cual insulta a los dirigentes de la oposición, le llama sicario al
presidente español Rajoy, le dice traste viejo a la OEA y que no sirve para
nada, maldice a los EEUU, a los medios de comunicación independientes, y todo
aquel que no sea complaciente con su delirio, pues entonces podríamos llamarle
Nicolás el Insultante o Nicolás el Patán. Si más bien comparamos lo que dice de
la realidad con lo que en realidad ocurre, aunado al pajarito que le habló, no
nos quedaría otra que llamarle Nicolás el Loco o Nicolás Mente Partida.
De considerar la cantidad de promesas y
anuncios de que va anunciar algo y luego nunca lo cumple, las decisiones que
toma y que luego retracta, el avance y el recule, habría de llamársele Nicolás
el Indeciso o Nicolás el Guabinoso. De hacerlo sobre las falsas acusaciones que
a diario endilga por doquier, Nicolás el Mentiroso o Nicolás el Mojonero.
Si el estilo de vida de su familia y sus
consortes fuera la base de adjetivarlo, una vida de lujos, extravagancia,
gastos megasuntuosos, yates, banquetes, jets, cuentas en Suiza, se le podría
llamar Nicolás el Malversador. Pero si más bien tomamos como referencia a sus
acciones y su gestión de gobierno, en un país en donde impera el crimen, la
escasez, el caos, la necesidad, el sufrimiento y el desgobierno, habríamos de
llamarle Nicolás el Incapaz o Nicolás el Inútil.
Eso de Presidente Obrero no cuadra con la
realidad de su ser. Una persona que habla tanto y hace tan poco es todo menos
obrero. Más cuando lo poco que hace es para peor. Ni los vikingos, ni los
ingleses, ni los franceses tenían encuestadoras en la antigüedad. Hoy las
tenemos. Quizá se pudiera hacer una encuesta a ver cuál es el adjetivo que
mejor le calza a Nicolás Maduro según la percepción del pueblo venezolano.
Mario
Massone
mariogmassone@gmail.com
@massone59
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